Migrantes. Por Juan Botana

Migrantes. Por Juan Botana

En la ciudad de Buenos Aires 4 de cada 10 de sus habitantes nacieron en otro lado. Algunos viven aferrados a sus comidas y costumbres. Otros apuestan a la mezcla. Todos vinieron para vivir mejor.

AsĆ­ como hay ciudades que las definen sus monumentos, su rĆ­o, sus parques, su rambla, sus edificios, sus paseos. A la ciudad de Buenos Aires ademĆ”s de todo eso, la define la mezcla. Lo dice un informe de la DirecciĆ³n General de EstadĆ­sticas y Censos. El 12,8% de los habitantes de la ciudad de Buenos Aires son extranjeros, el resto argentinos, y de ellos, la cuarta parte viene del Conurbano. Son migrantes que adoptaron la Ciudad de Buenos Aires como su geografĆ­a, y representan el 38 % de los que habitan el suelo porteƱo.

Algunos pensaron en Buenos Aires como un lugar para vivir mejor. Algunos tienen historias que nacieron en la panza de un barco o de un aviĆ³n. Algunos crean microclimas para resguardar sus santos, comidas, costumbres y leyendas; y hasta se casan sĆ³lo entre ellos. Otros simplemente se mudan. Otros apuestan a la mezcla. La Ciudad en forma histĆ³rica atrajo poblaciĆ³n externa e interna. Las razones son distintas.

Chang Ki Paik naciĆ³ en Corea, tiene 58 aƱos y a los 17 aterrizĆ³ en Ezeiza junto a su mamĆ” y tres hermanas solteras. La familia de Chang tenĆ­a las mejores recomendaciones de este punto del otro lado del mapa. ā€œPensĆ”bamos en Buenos Aires y pensĆ”bamos en abundanciaā€, dice. Las noticias locales llegaban a SeĆŗl a travĆ©s de una hermana mayor de Chang que vivĆ­a junto a su esposo coreano en un departamento en Once. Esa fue la primera vivienda que habitĆ³ la familia, despuĆ©s se mudaron a los edificios de Fuerte Apache y hacia fines de los 80, Chang se casĆ³ con una coreana,Ā se estableciĆ³ en Parque Chacabuco y tuvo dos hijos argentinos. En el medio, atravesĆ³ el desafĆ­o del trasplante cultural: aprender el idioma y conseguir un trabajo. Son las dos primeras dificultades con que se enfrentan. ā€œNos llaman generaciĆ³n uno y medio. Nuestros padres son la primera generaciĆ³n, nuestros hijos la segunda, y nosotros la intermediaā€.Ā El 12,8% de los habitantes de la ciudad son extranjeros.

Esteban Repollo tiene 29 aƱos, es de Lomas de ZamoraĀ y a sus 20 hizo lo que para la mayorĆ­a de los que viven en el Conurbano es una locura: abandonar una casa con jardĆ­n y parrilla para instalarse en un departamento en el Centro porteƱo. ā€œDesde que tengo 14 aƱos empecĆ© a cruzar a Capital para salir. Mis amigos hacĆ­an lo mismo. Entonces fue natural mudarme para este ladoā€, dice. Hoy su casa, a tres cuadras del Congreso, funciona como showroom de una marca de ropa que creĆ³ junto a su socio, ex Banfield, otro porteƱo por adopciĆ³n.Ā La cuarta parte de la poblaciĆ³n de la ciudad de Buenos Aires viene del Conurbano.

Dos aƱos atrĆ”s, el desarrollo profesional fue tambiĆ©n el estĆ­mulo que motivĆ³ aĀ Natalia Reichelt, de Virasoro, Corrientes, a mudarse a un departamento prestado en Palermo. TenĆ­a 26 aƱos, reciĆ©n se habĆ­a recibido de FarmacĆ©utica en la Universidad Nacional de Misiones y no encontraba trabajo. Con su novio, metieron su vida en tres valijas y salieron rumbo a Retiro. En 15 dĆ­as en la Ciudad consiguiĆ³ trabajo y a los dos se le abriĆ³ la posibilidad de seguir estudiando. ā€œAcĆ” podĆ©s hacer una maestrĆ­a o un doctoradoā€.Ā En la ciudad de Buenos Aires, 4 de cada 10 de sus habitantes nacieron en otro lado.

La Ciudad en forma histĆ³rica atrajo poblaciĆ³n externa. Como le pasĆ³ aĀ David, antes Chang Ki Paik, un nombre mĆ”s fĆ”cil, para los argentinos, de pronunciar. Camina tranquilo por la avenida Carabobo, a metros del barrio Rivadavia, donde los primeros coreanos se asentaron cerca de 1965, despuĆ©s de que la guerra partiera la penĆ­nsula norte y sur.Ā Es un barrio en dos idiomas. Con marquesinas que anuncian Farmacia, Autoservicio y DietĆ©tica en imprenta y grafĆ­as coreanas. Con hombres de rasgos asiĆ”ticos sentados en mesas de bar pasando las pĆ”ginas deĀ The Korea Times.Ā El 12,8% de los habitantes de la ciudad son extranjeros.

Parado en FernĆ”ndez de la Cruz y CharrĆŗa, en Nueva Pompeya ā€“la calle que cruza en medio el barrio y le pone nombre- estĆ”Ā Edwin Ɓlvarez, coreĆ³grafo y uno de los encargados de mantener vivas las tradiciones y danzas bolivianas. Durante los 80 fue y volviĆ³ de Buenos Aires a Cochabamba junto a sus padres, hasta que a sus 18Ā se estableciĆ³ en forma definitiva en CharrĆŗa, donde aĆŗn vive junto a su esposa y dos hijos argentinos.Ā ā€œLos primeros en venir eran albaƱiles y la mayorĆ­a venĆ­a de Cochabamba. La migraciĆ³n de los Ćŗltimos aƱos trajo representantes de La Paz, Santa Cruz de la Sierra y Tarija. TambiĆ©n mĆ”s diversidad: mĆ©dicos, frutihortĆ­colas y agentes de turismoā€, dice Ɓlvarez. En CharrĆŗa es normal encontrar agencias de viaje que ofrecen paquetes turĆ­sticos a los hijos y nietos de bolivianos que jamĆ”s pisaron Bolivia. Y las fiestas tradicionales, como la que organiza el segundo y tercer domingo de octubre en honor a la Virgen de Cochabamba, no sĆ³lo un modo de la comunidad de recordar la entrada al barrio de la primera imagen de la Virgen, sino tambiĆ©n la manera de transmitir la historia a las generaciones nuevas de porteƱos con origen bolivianos.Ā En Buenos Aires, una ciudad mixta, con muchas historias de migrantes (ahora bolivianos, coreanos, correntinos o lomenses; y antes espaƱoles, turcos, italianos o franceses). Una ciudad mixta con muchas historias que contar.

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