Martiniano Ceballos, un indio descamisado. Por Estela Ceballos

Martiniano Ceballos, un indio descamisado. Por Estela Ceballos

Recuerdo tomar esa foto. A los 23 años. Cuando Ceballos, posibilitaba hacer cantar a Hugo del Carril, de manera clandestina con las persianas bajas en todo el conurbano bonaerense.

Hugo estaba proscripto por ser peronista y cantar la “marchita” pecado mortal en la dictadura.

Martiniano, tuvo muchos defectos, uno de ellos que se regía por las leyes del patriarcado y el otro, se casó con la militancia responsable, cómo si su madre era la política quien lo pariera.

Todos saben que la militancia no tiene corazón, siempre pide más, no entiende si perdés la familia, si te quedas en la calle, si tenés un hijo enfermo, si te peleas con tu familia o entorno y si se pierde el trabajo da igual. Si te enfermaste. No esperes pureza en la política ni hacer amigos. Pero, militar, es una convicción de vida y debería ser NO, para enriquecerse o tener privilegios para hacer de la política un fin en si mismo. Algo muy actual, la mayoría evoca trabajar colectivamente y luego descaradamente construyen para si mismo. “Se nota mucho” diría el periodista deportivo Horacio Pagani.

Martiniano, un gran trabajador, siempre estuvo al servicio de la gente. Vivió como quiso, cómo pudo y como lo dejaron sus oportunidades; en ese orden.

Éste cabecita negra fue un gran resiliente, hizo política hasta con las piedras, logró ser tesorero de su mutual que fue creada por él mismo para los trabajadores de las barracas de lana, así puedan comprar la mercadería al costo.

Por supuesto, él no tenía sueldo a pesar que después de su jornada laboral dedicaba muchas horas. Su remuneración para mantener a su familia numerosa. La vida le dio cinco hijas y un hijo. Su sueldo era de la barraca Pehuajó dónde también, era siempre elegido delegado.

Si bien la vida lo golpeó fuertemente con la perdida de dos hijas y una nieta de 11 años por monóxido de carbono, fue, ese hecho que lo llevó a volver a su provincia natal de Mendoza junto a sus hijos menores y su compañera de toda la vida. -La Irma- quien partiera un mes después de él.

Hasta antes de partir, el -6 de noviembre de 2014 en Gral. Alvear, Mendoza- a pesar de su deterioro con sus 84 años y una leucemia impiadosa, se marcho con su coherencia, trabajando para la política desde su lecho de muerte. Pero, con su conciencia social y en paz, con las manos limpias; se fue con la pobreza del obrero que recién empieza, con esa humanidad y generosidad que lo caracterizaba, la cultura del trabajo y dar al que necesite, siendo toda una vida fiel y orgánico a sus ideales, dejar el cuero en cada causa.

Trabajó mucho de joven cómo pintor para una empresa, (en el año 1963 tuvo la suerte de pintar el obelisco porteño). Fue un trabajador muy querido y respetado. Rechazo tres veces el cargo de Secretario General de los Trabajadores.

Anécdota: Vino un cura para darle la extremaunción en el hospital en San Rafael, cuando el cura de atuendo negro y cara caucásica le dijo que confiese sus pecados, él respondió: “Vea padre, yo pude ser ladrón, asesino, vago pero no lo fui, cometí errores si, pero Dios sabe que ya pague y me arrepiento. Pero yo siempre fui un hombre de suerte. Me casé con la mujer más linda y buena de la Boca, tengo a mis hijos que me quieren y me cuidan, conocí a Perón y a Maradona. ¡Que más puedo pedir! Ya le di mi confección padre, muchas gracias por su tiempo, vaya con Dios”

Sus amigos, entre otros: el boxeador José María Gatica, el gran jugador de fútbol Ricardo Bochini y su querido amigo Hugo del Carril, el argentino del que estamos muy orgullosos por su gran carrera artística, fue perseguido, exiliado y reconocido por el pueblo. Realizó numerosas películas con Evita, Tita Merello, Libertad Lamarque.

En los albores de este siglo la política es mala palabra- por culpa de malas gestiones, la corrupción, “divide y reinaras” absolutamente son responsables los funcionarios/as de varios años, ni hablar de las -dictaduras cívicas militares- que golpearon sin piedad. La frutilla del postre, la Guerra de Malvinas: 649 bajas, cientos de heridos y amputados, silenciados, más de 700 suicidados.

Además, en esta cadena de responsabilidades, hace mella el endeudamiento con él FMI, uno de los peores endeudamiento de la argentina.

Otros funcionales al abuso de poder son los medios masivos de comunicación que defienden intereses y construyen sentido con información falsa o distorsionada. Muchas veces, también, son generadores de odio en el que estamos inmersos los argentinos, -pobres contra pobres- “el hilo siempre se corta por lo más delgado”.

Pero los políticos tienen el futuro de su familia asegurado, para su vida yates, mediterráneo, impunidad, abuso de poder y abuso sexual. Grandes negocios, infidelidad, traiciones por doquier y el pueblo sumido cada vez en la desnutrición – mental y física- sin oportunidades.

La decadencia está generalizada en el lenguaje, la salud, y la educación. La inseguridad cada día es mayor. Obvio que esto abarca la patria grande que va más allá de las fronteras. No podemos dejar de lado una pandemia que sacó lo peor y lo mejor de las personas. Aún faltan muchos años para saber realmente el daño social- económico y psicológico causado y sus secuelas.

Desgraciadamente lo peor que nos puede pasar como ciudadanos civiles que somos, es no poder confiar en esa herramienta de transformación junto a la cultura que es la política. Hoy, vemos militancia rentada, meritocracia, y la gente cada vez más vulnerada en sus derechos, con menos oportunidades. La gente de bien y la otra.

Si bien está demostrado que la historia es cíclica, estamos con un gran mal de época, (no se cree en nada o se cree en cualquier cosa) esto es gravísimo para una sociedad acéfala.

Necesitamos padres, madres, trabajadores, más estudiantes, más profesionales, más técnicos y poetas. Se necesitan muchos Hugos del Carril, más trabajadores y militantes que se comprometan en su rol. Se necesitan más militantes como Martiniano Ceballos “Humano-Humano”

Ese registro fotográfico fue tomado en el Sindicato de Barracas de Lana, Cueros y Anexos, en Avellaneda, Calle Ameghino N° 57

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