A lo largo del año hemos estudiado profundamente las manifestaciones del mal en la época actual. Me resulta interesante explorar la hipótesis de que un líder perverso actualiza, en muchos casos, aspectos igualmente perversos en sujetos neuróticos, perversos o psicóticos. Estos se identifican con un rasgo particular del líder, lo que los lleva a una fascinación o fanatismo que activa su goce perverso. Este goce, aunque singular, es convocado por ese Otro de la época, que, como sabemos, sí existe.
Muchos seguidores de un líder perverso actúan impulsados por este goce hacia lo peor, sin mediación alguna. Las formas de la violencia en nuestros días pueden ser, a menudo, sutiles y cobardes. La campaña política del actual presidente, por ejemplo, se desarrolló casi exclusivamente a través de redes sociales, empleando estrategias similares a las de Goebbels, pero adaptadas a las nuevas tecnologías digitales.
En este escenario, millones de personas exhiben su manera de gozar sin límites ni vergüenza, amparados en identidades falsas. No hay pudor. Este fenómeno puede ser analizado desde distintas perspectivas: psicoanálisis, sociología, política, entre otras. Sin embargo, nuestro interés radica en el psicoanálisis. Aunque podríamos adentrarnos en reflexiones sobre neoliberalismo, extrema derecha o discursos políticos, nuestro enfoque parte de cómo el discurso social, aunque no sea nuestro objeto directo de estudio, atraviesa y configura la subjetividad de nuestra época.
Las nuevas tecnologías digitales, en este sentido, actúan como mediaciones instrumentales que pueden ser utilizadas tanto para el bien como para el mal, dependiendo siempre del poder imperante: el Discurso Amo de la actualidad. Es desde este discurso que se decide cómo emplearlas.
Esto plantea interrogantes fundamentales. Por un lado, hablamos de la caída del Nombre del Padre; por otro, en el ámbito de los discursos, o del lazo social, pareciera que estamos frente a un Amo Perverso. Este Amo no solo encuentra goce en el sufrimiento de los demás, sino que despierta lo peor en muchos sujetos —neuróticos, perversos o psicóticos—, particularmente en aquellos donde hubo una falla en la intervención del Nombre del Padre en la constitución de su estructura subjetiva.
Mi hipótesis es que, con la caída del Nombre del Padre, el sujeto queda más expuesto al goce del Otro. A pesar de ello, el análisis debe hacerse caso por caso, uno por uno. No obstante, resulta fundamental seguir explorando casos clínicos donde estas dinámicas se presenten, especialmente cuando el fenómeno alcanza dimensiones multitudinarias, como ocurrió con el nazismo o en otras manifestaciones contemporáneas de extrema derecha.
Este es un camino que invita a seguir pensando.
Resumen de la investigación en curso de Patricia Gorocito en el Departamento de Estudios Lacanianos de EOL.