La loca del 165. Por Patricia Marina Pérez Novo

La loca del 165. Por Patricia Marina Pérez Novo

Sube al colectivo apurada.

Con cara de susto. Casi agitada llega corriendo, como escapando, mirando hacia los lados. Le pide al colectivero si la lleva a la estación del tren porque no tiene dinero.

Tiene puesto un pulóver gris agujereado y un pantalón palazzo viejo y dejado, con unas zapatillas rojas. Su pelo es mitad negro mitad canoso, tiene la boca grande y los ojos con expresion siempre de sorpresa.

Busca un asiento. Su aspecto es amigable, para nada agresivo.

Al subir pide permiso y al primero que la mira busca sacarle conversación. La gente ya la conoce, algunos la esquivan, más de uno tuerce la boca, se sonríen, cuchichean cosas. 

Es la loca del 165.

Con cualquier pretexto busca complicidad con el compañero de asiento que le toque y siempre  hay gente que aún no la conoce  y escucha su historia del famoso hombre que la persigue.

¿No que había un hombre?

-Le dice a una señora que está sentada al lado suyo y continua- venía atrás mio ¿no? suerte que el chófer me paró y subí.

 La señora que está al lado la mira  y parece seguirle la corriente. 

-Sigue hablando-

Yo lo ví ayer a la noche, dicen que te roba  ¿o no?.

Su conversación oscila entre la afirmación y la pregunta.

¿Será que no es malo ese hombre? Pero me corrió eh…

Se hace un pequeño silencio.

¿Lo vió usted?

-Pregunta otra vez a la señora y sigue hablando-  ¿Estaba corriendo atrás mío, no?

 ¿Y justo pasaba la policía, no?

-Casi sin esperar respuesta lanza más preguntas. –

Capaz lo agarraron…

Suerte que el chófer me paró rápido. ¿Si no, capaz me robaba, no?

¿O no? ¿Qué dice usted?

Sus ojos ahora se abren expresivamente, esperando una respuesta que no tiene.

 Sigue buscando complicidad en su compañera de asiento. La señora le dice que no con la cabeza, intentando cortar la conversación.

¿Usted lo vió?  Dicen que ayer estaba ¿Pero no es malo, no? Vuelve a preguntar sin obtener respuesta.

 Rosaura, así se llama, pero le dicen la loca del 165.

 Ahora la señora ya no responde. 

Es que la locura de los otros a veces nos da miedo.  Rosaura hace unos años que vino al barrio, no se sabe qué le ocurrió, sólo cuando sube al colectivo siempre dice que la  persigue un hombre. Muchas veces hasta se la  ha visto dialogar con las mujeres policías que patrullan las cuadras caminando, seguramente contándoles eso que la perturba.

El viaje continúa y ahora la mujer que estaba sentada se levanta y casi ignorando cualquier pregunta, sonriendo en complicidad con el resto, pide permiso y  baja del colectivo. Rosaura mira para el pasillo y busca algún otro pasajero que la quiera escuchar, casi nadie está dispuesto, la locura aunque no sea agresiva, espanta. 

Por lo bajo dos chicas de uniforme de colegio se tapan la boca y al oído cuchichean que está loca, ríen, mientras siguen hablando bajito.

 Rosaura escucha, las mira y les dice, no estoy loca eh… venía un hombre chicas, no lo vieron? Tengan cuidado,  anda por la noche por ahí.  Las chicas se ríen entre ellas y se van para la parte de  atrás del colectivo.

Rosaura sigue hablando sola. Yo lo vi, ¿pero no creo que haga nada, no?  ¿O no?  Se habla y se contesta.

Al lado de Rosaura ahora se sienta un hombre de unos setenta años, aproximadamente. La venía observando y aprovechó a sentarse ahora que está sola. ¿Usted qué piensa? le pregunta Rosaura, vió al hombre que me perseguía?

El hombre sentado al lado le contesta que sí.

Rosaura le dice: ¿usted lo vió? ¿Venía corriendo atrás mío, lo vió?   Yo sí, le vuelve a decir este hombre muy seguro. ¿Siempre está a la noche vió? Y la policía que no hace nada. ¿Andaba hoy también la policía, dicen, no?

Si, si lo ví,  le dice otra vez el hombre, yo te puedo ayudar a que no te persiga. Si venis a casa, te ayudo y te digo que hacer.

 Rosaura se levanta del asiento y se va para la parte de atrás del colectivo, toca el timbre .

 El hombre que estaba a su lado sentado le dice: esperá, me bajo con vos  te puedo  decir qué hacer para que ese hombre no te persiga más, vivo cerca de aquí a cinco cuadras, bajate conmigo y vení a casa y te ayudo a que no te persiga más.

 Rosaura lo mira seria, su mirada cambia ya no es como antes.

 Su actitud no es la misma que con las chicas o la señora, si no distinta.

Como si conociera algo del hombre que le habla . Como si en ese momento un cachetazo de las miserias humanas la volvieran a la realidad de repente.

 Rosaura camina hacia la puerta trasera del colectivo toca el

timbre y  baja, el hombre  insiste con que lo acompañe, ella se da vuelta le dice que se va sola, el hombre vuelve a decirle que él vió también a quien la perseguía.

 Rosaura le contesta que él no vió  nada y le dice que se tome el raje, se la nota enojada, mientras se baja.

El hombre queda sorprendido mirándola y vuelve a sentarse.

Quizá Rosaura lo único que quería era un momento para charlar con alguien y apagar su soledad.  Quizá su dolor no lo conozca cualquiera .

Tal vez algunos locos no lo estén tanto y eso sea una suerte entre tanta desgracia.

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