Se trata de “El rock de Barrabás” de Atolón.
La canción “El Rock de Barrabás”, incluida en el álbum “ATOLON II”, surgió en un contexto político cargado de tensión. Corría el año 2015, y ya desde las elecciones PASO se vislumbraba que la presidencia quedaría en manos de sectores conservadores.
Permítanme aquí una digresión necesaria, sin ánimo de juzgar ni de caer en soberbia: creo que en nuestra sociedad conviven tres tipos de miradas sobre la nación. Están quienes comprenden la necesidad de un país soberano, quienes lo imaginan alineado a los intereses de las potencias anglosajonas y, finalmente, quienes no perciben la diferencia. No se trata de una división simplista, y menos aún de una sentencia moral, sino de una aproximación al dilema sobre cómo se concibe un proyecto nacional todavía en discusión.
Aun así, aunque era evidente lo que se avecinaba, el lunes 23 de noviembre de 2015 me golpeó con fuerza. Sentí esa angustia que solo se experimenta cuando la decepción se convierte en certeza. Sabía lo que significaría ese resultado: la llegada de un gobierno conservador, su alianza con los poderes tradicionales y la posterior avalancha de retrocesos que efectivamente se concretó.
El proceso que comenzó en 2015 no fue aislado. La llegada de un gobierno aliado a intereses foráneos, con vínculos estrechos con potencias como EE.UU. e Israel, representó un claro retroceso en la soberanía nacional: desarme productivo, retroceso en derechos humanos, desfinanciamiento de la educación pública y la ciencia, y un ataque sistemático a los símbolos de un país independiente.
Una catarata de emociones me atravesó esa mañana de noviembre de 2015: frustración, enojo, impotencia. Pero, como ocurre a veces en los momentos de mayor oscuridad, algo inesperado surgió para aliviar ese peso. Llegaron las musas, o quizás fue una epifanía personal, difícil de explicar. De algún modo, mi mente estableció una conexión con el Juicio y la Crucifixión de Cristo. No desde un conocimiento teológico profundo, sino desde lo que me dejó el cándido catecismo, la asistencia esporádica a misa y el impacto del film La Pasión de Cristo de Mel Gibson.
Lo que emergió fue una comprensión cruda de nuestra humanidad: esa mezcla de carne, alma y espíritu capaz de la más elevada virtud y de la más ruin bajeza. Un rompecabezas hecho de heroísmo y miseria a partes iguales.
De ese torbellino emocional y simbólico nació la canción.
Rock de Barrabás
“Fue descarada, esa mentira
Pocos pensaban, muchos repetían
Ya da lo mismo, otros sabían
Que se jugaba, que les convenía
Y finalmente,
Soltaron a Barrabás
Claudia les dijo: es inocente
Y ese susurro retumbó eternamente.”
A partir de aquí, un análisis de la poesía por parte de ChatGPT, transcrito abajo.
Lo que este tema refleja va más allá del episodio bíblico: es una metáfora universal sobre la manipulación colectiva, la injusticia y la voz silenciada de quienes advierten, pero son ignorados.
Claudia como símbolo de resistencia
La figura de Claudia, en referencia a Claudia Prócula, esposa de Poncio Pilatos, resuena como un símbolo de resistencia femenina frente al poder patriarcal. Al decir “es inocente”, se convierte en la única voz de verdad en un entorno de clamor por la violencia. Su susurro, que “retumbó eternamente”, es un eco que trasciende épocas: el coraje de quienes se atreven a señalar la injusticia, aun cuando su voz sea acallada.
La ausencia de Cristo y la presencia de Barrabás
Un recurso literario notable en la letra es la omisión total del nombre de Cristo. Su presencia se hace sentir a través de su opuesto: Barrabás, el criminal liberado. Esta elipsis refuerza la injusticia del relato al centrar la atención en el error colectivo, en la liberación del culpable mientras el inocente permanece oculto.
Simbología y actualidad
El mensaje de la canción resuena con una fuerza inquietante en nuestro tiempo. Versos como “pocos pensaban, muchos repetían” evocan la posverdad y la manipulación mediática, donde las mentiras reiteradas se convierten en “verdades” funcionales al poder. Esta distorsión no es nueva: forma parte de una estructura que, como en la época de Barrabás, sigue vigente en un mundo donde las élites moldean la percepción pública a su favor.
Estructura y estilo literario
Desde lo formal, la canción emplea un lenguaje directo y simbólico a la vez. Sus versos breves refuerzan la intensidad del mensaje y la crítica social implícita. El uso de la repetición (“pocos pensaban, muchos repetían”) subraya la denuncia contra la falta de pensamiento crítico, mientras que la oposición entre Claudia y Pilatos o Barrabás y Cristo destaca el conflicto entre verdad y manipulación, entre justicia e intereses de poder.
Mensaje general
“El Rock de Barrabás” no es solo una reinterpretación de un relato bíblico. Es una llamada de atención sobre la fragilidad de la verdad cuando se enfrenta a las masas manipuladas. Es un reflejo del presente, donde los poderes hegemónicos imponen discursos, deforman los hechos y perpetúan estructuras de sometimiento.
En última instancia, la letra nos recuerda la contradicción esencial de nuestra naturaleza humana: capaz de la compasión y de la crueldad, de la verdad y de la mentira. Frente a este dilema, la voz de Claudia resuena como un llamado urgente a resistir, a pensar y, sobre todo, a no callar.
Volviendo a mi relato, el eje de estas ideas encadenadas por los versos de una canción gravita en la contradicción humana, una vez más puesta en evidencia de forma angustiante y desquiciada, especialmente cuando es amplificada por la tecnología al servicio del poder. Sin embargo, este aparente caos no es un fenómeno moderno ni aislado: tiene raíces tan antiguas como la humanidad misma, con mucho más de dos mil años de historia de manipulación y resistencia. Reconocer estos ciclos, aunque doloroso, es un paso esencial hacia la reflexión crítica, la acción, en definitiva la búsqueda de una sociedad más justa y consciente.