Presentación del libro Sin ojos que los miren: video, charlas abierta, lecturas de fragmentos del libro, entrevista abierta y micrófono abierto.
Hola a todos, todas. Lo que acaban de escuchar es Loco Corazón. Un relato que salió por primera vez en un libro que se llamó Lanús cuenta con vos, hace algunos años. Después apareció en el Diario La Unión con otras crónicas mías sobre la zona sur y hoy está en este libro que se llama Sin ojos que los miren, que hoy vamos a presentar.
Crónica
Sin ojos que los miren es un libro de crónicas. Y entendemos la crónica como un cuento que fue verdad. O al menos una parte o gran parte de él fue verdad. La crónica es una sucesión de hechos que parten de un recuerdo, una imagen, una anécdota o un hecho periodístico. Y casi siempre hay una muerte ya sea física o simbólica.
El libro tiene dos grandes partes que se dividen en: crónicas privadas y crónicas públicas. En las privadas están los textos más personales y en las públicas hechos y personajes que rescato de mi observación. Las privadas se dividen a su vez en: barrio, familia, amor y calle. Y las públicas: derechos, social, lucha y viajes.
Sin ojos que los miren contiene veinticuatro crónicas que hablan de una chica de la calle (La loca del chango); de un vecino de Banfield al que se le muere la mujer y el hijo (Banfield); de una señora grande a la que la mudan de casa (Leones de Escalada); de la relación de un chico con su padre y los perros en plena dictadura militar (Boca de lobos); de ese mismo chico u otro jugando al ajedrez (Tablas); de dos chicos que querían descubrir los secretos de la familia en la valija verde de su abuelo (Cartas amarillas); de un loco que hablaba solo en el tren (Loco corazón); de un linyera que gritaba en la calle (La esquina es mi corazón); y de una nena que cantaba y pedía en el tren (Nubes grises).
También de un amor no correspondido (Los amores de Laura); de otro amor que empieza sin saber cuándo (Desencuentro); del miedo a perder a la mujer que amas (Tengo miedo del final); de un vendedor ambulante, migrante y senegalés (Senegal); de un chico abusado por un cura al que condenan luego (Curas sanadores); de los problemas que tienen los wichis para ir a un hospital en Salta (El hospital de los Wichis); de un festival de poesía en la SADE Nacional (La Social Cultural); de una rebelión en Santiago de Chile y el debate si la revolución deben hacerla los viejos o los y las jóvenes (La rebelión de los viejos); de una perra abusada (Pampa); de un militante peronista en Fiorito (Cubo); de una sobreviviente desaparecida (Mary Mosquera); de un inmigrante peruano, escritor y librero en el Barrio 31 (Nadie); del comienzo de la pandemia y los problemas que trajo (“Saqueos”); de la espera en la cuarentena (Las sillas de la cuarentena) y del Día de todos los muertos en las salinas de Córdoba (El pueblo se llamaba Mansilla).
Y en la mayoría de estas crónicas hay una muerte. La crónica husmea o busca lo raro, lo distinto, lo que está lejos. Pero lo que está lejos para uno. Como una forma de ampliar nuestro universo o correr los límites.
Para alguien que vive en Palermo: Camino Negro o Villa Obrera, es otro mundo. Es lo raro o lo que queda lejos. Pero para un heterosexual un gay o dos chicas que se besan también puede ser algo lejano o raro, aunque vivan a dos cuadras o en el mismo edificio. La crónica y en especial estás crónicas del libro se paran en los márgenes. Y eso me da el puntapié para hablar de límites.
Límites
Yo viví 20 años en capital y hace más veinte que vivo en la zona sur. Al primer lugar que vine a vivir fue a Remedios de Escalada, pero en Escalada viví menos de 2 años y hoy vivo en Banfield en Aráoz y Azara a una cuadra de Uriarte. Pero mi hija de 8 va a la plaza de Rauch, ahora Alajarín. Al corso que fuimos es al de Beltrán. A la mañana yo tomo el tren en la estación de Escalada. El mecánico que voy está en Melo, la gomería que voy está en Del Valle Iberlucea, el Coto es el de Escalda y el chino el de Melo. A la biblioteca que voy es a la Biblioteca Alberdi y mi hija va a la Biblo Soñar Volando que está en la plaza de Villa Obrera, y así puedo seguir enumerando cosas. Entonces quien puede decirme que no tengo que ver con Escalada y por ende con Lanús. Sin ir más lejos este libro contiene cuatro crónicas que transcurren en la zona sur y tres son en Lanús: La loca del chango en Valentín Alsina y Leones de Escalada y Loco corazón en Remedio de Escalada. Con esto lo que quiero decir es que el lugar donde uno vive no nos hace lo que somos. Lo que somos nos hace lo que hacemos o los usos que le damos a las cosas. Gran parte de mi actual vida transcurre por acá.
Y la dirección de mi documento hoy puede decir Banfield y eso no marca mi pertenencia. Lo mismo pasa con el género. El documento no marca la pertenencia. En algunos casos, sí. Pero no siempre, sí. Presten atención a los usos, a los márgenes, a los límites y fíjense si es el real o no. Y la crónica es ideal para eso, porque es un género baldío que no tiene límites propios y usa los de otros. Y en un caso su límite puede ser el ensayo de investigación, en otro el cuento, un texto poético o una noticia periodística.
Género
La noción de género que usamos no es la de propiedad de un texto, sino de algo que pasa por el texto. Y así un texto no es una crónica, se vuelve crónica y alguien no es heterosexual, se vuelve heterosexual de acuerdo a sus usos. Hay una estructura que determina en cada caso, pero eso ya es más complicado. Cada estructura puede tener que ver con los mandatos paternos y maternos, con aspectos físicos o geográficos, con creencias, con lo que estudiaron, con los autores que leyeron, con las aspiraciones o miedos, con la experiencia personal e incluso con sus deseos. Cada uno o una, tendrá que descubrir la suya.
De hecho a este libro las paredes que lo sostienen son las crónicas de Pedro Lemebel, los finales de los cuentos de Abelardo Castillo, cierta sonoridad al estilo Néstor Perlongher, mucha experiencia personal, lo barrial y la cotidianidad de Mario Benedetti, recuerdos, alguna capacidad de observación, cierta teoría social, etc. Y cuando digo teoría me refiero a Marx, Althusser, De Certeau, Deleuze, Foucault, Barbero, Gramsci, que son autores que formaron mi pensamiento y de un modo u otro aparecen en los textos. Yo me pasé 20 años queriendo ser Foucault y quería hacer investigación social y recién pude escribir cosas mías cuando murió mi padre, nació mi hija y leí a Lemebel y entendí que se podía mezclar los personal con lo que me rodea con cierta teoría social y política desde un lugar de reclamo con alguna nostalgia por lo que podría haber sido de otra manera.
Cómo me hice escritor
Yo por ejemplo me hice escritor por una necesidad personal de contar estas cosas. No pretendo cambiar nada y ni siquiera estoy seguro de aportar algo, pero me gusta. Y probablemente nuestra lucha sea por el reconocimiento. Por el reconocimiento propio y por el reconocimiento de los personajes y las situaciones sobre las que escribimos.
Lo que vamos a hacer ahora es leer algunos fragmentos del libro para que lo vayan conociendo. Yo voy a ir llamando a algunos y a algunas de ustedes para leer o actuar. Después vamos a hacer una entrevista con Daniel Alonso y con la participación de ustedes si quieren preguntar o hablar sobre algo. Y después vamos a hacer el micrófono abierto junto a la Sade Lanús.