Jorge Lanata, el periodismo persona. Por Juan Botana

Jorge Lanata, el periodismo persona. Por Juan Botana

Jorge Lanata tiene 63 años y todavía es joven para morir. Pero una insuficiencia urinaria lo tiene internado en el Hospital Italiano y no sale.

Está gordito, entubado y con cáncer. Hace tiempo que fue trasplantado. Dicen que fuma en terapia intensiva. Lo hacía en el Hospital Favaloro y ahora en el Hospital Italiano. Y aunque su mujer Elba lo cuida, a lo mejor se quiere matar.

Nació en Mar del Plata en 1960. Alguna vez escuché -o dijo- que era uruguayo cuando se peleaba con Fernando Peña.

Es periodista y escritor. Incursionó en diversos géneros como el periodismo de investigación, la literatura, el documental, la televisión, el cine y el teatro de revista.

Fundó diarios como Página 12 y fue dueño de Crítica, revistas como Página 30, programas de televisión como Día D y portales de noticias.

Actualmente conduce Lanata sin filtro por Radio Mitre, el ciclo televisivo Periodismo para Todos en Canal 13 y escribe una columna los domingos en el diario Clarín.

No es lindo, así que para verse coqueto le gusta usar sacos de colores o a cuadros cuando sale en la tele.

Se casó o vivió en pareja cuatro veces, la primera con Patricia Orlando, la segunda con Silvina Chediek, la tercera con Sara Stewart Brown y la cuarta y actual esposa, Elba Morcavecchi. Tiene dos hijas: Bárbara y Lola.

Raramente no se pasó al streaming como Alejandro Fantino, Flavio Azzaro, Pedro Rosemblat o “Migue” Granados; porque supongo que no lo necesita y todavía lo banca Clarín.

El día que se le acabe el negocio, verá.

Pasó de la izquierda de joven a la derecha reaccionaria de grande. Aunque se auto-percibe un periodista independiente o un liberal de izquierda.

Nunca trabajó para entidades de gobierno o el Estado, y dice no haber recibido sobres ni coimas de nadie.

Cuando era joven hizo periodismo desde El Porteño, Página 12 o América.

Y cuando se quedó sin la pantalla en los grandes canales se atrincheró en Canal 26 y desde el cable disparó contra los medios hegemónicos, Menem y Clarín.

Pero se mudó de Sarandí a Recoleta y eso le cambió la cabeza. Apoyó a Macri contra el kirchenismo y Scioli, atacó a los Kirchner denunciando la corrupción, y le hizo una cama con Elisa Carrió a Aníbal Fernández para que él ni Scioli ganaran la elección. Hoy está en contra de Milei.

Siempre fue más cercano a Carrió que de la izquierda o el peronismo. Su anti-peronismo le jugó siempre en contra. Más ahora que Página 12 se volvió compañera, desde que la centro-izquierda al estilo Frepaso o el ARI fracasaron.

No inventó el periodismo, pero lo reinventó con Página con una foto fuerte en la tapa que hablaba por sí sola y un título literario al estilo francés.

Lo de doce páginas y noticias de África o Latinoamérica era por falta de plata y porque las grandes agencias no les daban bola. Además, la guita que consiguieron de Montoneros para hacerlo -junto a Ernesto Tiffenberg- no era tanta y tuvieron que usar la imaginación.

Hoy es casi una vedette y encarna el periodismo-persona. Después de reeditar Crítica de Natalio Botana y fundirse no te quedó otra que transar con Clarín, el periodismo de espectáculos, vender su vida personal como noticia y generar contenidos para portales y redes sociales las 24 horas. Y cuando no había una denuncia o un caso de corrupción, apareció su vida privada, alguna pavada que dijo de Cristina, Lali Espósito o Flor de la V, alguna pelea con Jorge Rial, Luis Majul o Marcelo Longobardi o su estado de salud.

Pero a pesar de eso los que estudian periodismo quieren ser como él. Hoy representa el periodismo-persona, donde importa más que lo dijo él que la noticia en sí.

Se reinventó varias veces y fuma más de la cuenta. Quiso ser Jacobo Timerman de La Opinión cuando hizo gráfica. Quiso ser Bernardo Neustadt de Tiempo Nuevo cuando hizo o hace televisión. Quiso ser Michael Moore cuando realizó documentales sobre Malvinas o figuras como Ernesto “Che” Guevara. Y quiso o quiere denunciar e investigar al estilo Rodolfo Walsh.

Les enseñó a hacer periodismo a Wiñazki, Geuna, Duffard, Cavanagh, Bossi, Otero, Alegre, Patrick, Boufflet y Barco. Y mejoró a Paenza, Zlotogwiazda, Sietecase, Tenembaum, Manguel, Olivan, etc; por citar solo algunos.

Ganó más premios en el periodismo que nadie. Tiene claro que el periodismo se planta contra el poder de turno y casi siempre es oposición.

Un día una periodista le preguntará como a Jacobo Timerman si a él lo llevaron los milicos por subversivo o por tener un diario donde escribían periodistas de izquierda y diga: “A mí me llevaron por comunista, sino por judío”. Y si algún día a Jorge lo lleva Milei o alguna vez lo apretó Critina contestará como Timerman: “Si estoy libre es porque transé”.

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