Diputada provincial de Catamarca por La Libertad Avanza.
Hoy quiero hablarles de un concepto que, aunque suene noble en la superficie, ha sido manipulado y distorsionado por el progresismo moderno: la igualdad. Durante siglos, la humanidad ha luchado por garantizar la igualdad de oportunidades, es decir, el derecho de cada individuo a forjar su propio destino sin barreras injustas impuestas por la sociedad. Sin embargo, el progresismo actual ha llevado esta noción a un extremo peligroso, promoviendo una idea de igualdad que no solo es irrealizable, sino profundamente injusta.
Nos dicen que la verdadera justicia solo se logra cuando todos obtenemos los mismos resultados, sin importar las diferencias en talento, esfuerzo o dedicación. Nos quieren convencer de que cualquier desigualdad de resultados es prueba de discriminación sistémica, ignorando factores como la elección personal, la responsabilidad individual y el mérito.
Esta visión distorsionada de la igualdad ha dado lugar a políticas que premian la mediocridad y castigan la excelencia, que buscan imponer cuotas en lugar de reconocer capacidades, y que reducen a los individuos a simples miembros de un grupo, negándoles su singularidad y su derecho a ser valorados por lo que son, no por lo que representan en una tabla de estadísticas.
En nombre de esta supuesta igualdad, se están desmantelando los valores que han impulsado el progreso de la humanidad: la meritocracia, la competencia sana y la cultura del esfuerzo. Nos enfrentamos a una sociedad donde el talento es reemplazado por la identidad, donde se celebra la victimización y donde la recompensa llega no por logros, sino por la pertenencia a una categoría considerada “oprimida”.
No se equivoquen, todos queremos una sociedad justa, pero la verdadera justicia no significa nivelar a la baja. Significa dar a cada persona la oportunidad de crecer, de equivocarse, de aprender y de prosperar según su propio esfuerzo y determinación. Igualdad no significa uniformidad; debemos reconocer que cada individuo es único, con habilidades, sueños y aspiraciones diferentes.
Este camino de igualdad forzada, corremos el riesgo de crear una sociedad conformista, dependiente y desmotivada. En cambio, debemos apostar por una visión donde cada persona pueda alcanzar su máximo potencial sin la imposición artificial de resultados.
Es hora de rechazar el igualitarismo extremo del progresismo y defender una sociedad basada en la libertad, la responsabilidad y el mérito. Porque solo así construiremos un futuro verdaderamente próspero y justo para todos.
Fin !
Verónica Vallejos
Dip Provincial por la LLA
Catamarca