“Hoy puedo decir que escribo lo que me gustaría leer”

“Hoy puedo decir que escribo lo que me gustaría leer”

Entrevista a Lorena De Simone, escritora e investigadora académica. Por Juan Botana.

¿Por qué escribís?

Escribo desde pequeña, aunque se intensificó en la adolescencia. Estimo que nació como una
necesidad de expresar emociones y pensamientos, pero también como una forma de
entretenimiento.
Era hija única de padres maduros, con muchas responsabilidades y poco tiempo
y menos paciencia para juegos.

Si bien tenía amigos, no era una constante pasar tiempo con ellos, entonces mi gran diversión fue
la lectura y posteriormente la escritura. Solía tener blocks de hojas recicladas que mi padre traía
de la oficina para que dibujara y yo además de dibujar escribía. No recuerdo nada relevante, pero
intentaba crear, hacía historietas, escribía frases o incluso a veces impresiones de mis lecturas.

En la adolescencia escribir se tornó algo más complejo y serio. Todo lo volcaba en mis escritos era a conciencia. Plasmaba mis estados de ánimo, mis temores, mis expectativas de futuro. Una vez escribí un testamento (risas). Creo que en esos tiempos comenzó mi etapa creativa. Mi deseo de escribir una buena historia. Ya más grande escribí dos novelas, aun inéditas, que me siguen
pareciendo buenas. Hoy puedo decir que escribo lo que me gustaría leer.

¿Qué te gusta de la obra de Gabriela Mistral?

Gabriela Mistral para mí es una figura controversial. Históricamente fue considerada una escritora ajustada a las normas, a las tradiciones, pero cuando me detuve a estudiar su obra me dije: “no están viendo la realidad”. Además de su estilo poético que -a mi modo de ver- es más romántico que moderno, su capacidad para cuestionar a la sociedad de su tiempo desde versos que a simple vista parecen inocentes, es algo que me resultó fascinante.

Su poesía tiene una mística pocas veces vista con esas imágenes propias del romanticismo que
son tan inquietantes, en las que se habla de fuego, sangre, pasiones prohibidas, laceraciones,
dolor, angustia, felicidad…
Y desde esas imágenes surge un mensaje de rebeldía.

Una mujer que allá por los 40’ abogó públicamente por la educación femenina, confrontó a sus
detractores, fue amiga de escritoras transgresoras como Alfonsina Storni y sobre todo fue capaz
de ganar un Premio Nobel de Literatura
en tiempos en que ser mujer no era bien visto para los cánones de la academia. Creo que allí radica mi admiración por su obra y su persona.

¿Todos tenemos las mismas capacidades?

Que gran pregunta… Lo más honorable sería decir que no lo sé. Pero tengo mis propias
convicciones al respecto.

Yo creo que un escritor existe siempre que exista el llamado. No deja de ser una vocación o una
pasión escribir. Considero que todos tenemos la capacidad, pero no sé si todos tenemos el
talento.

Hay personas muy formadas, que escriben en base a esfuerzo y disciplina, haciendo de sus
historias una construcción, sin tener tal vez la chispa de la inspiración. Y hay otras personas en las
que la imaginación y la pluma fluyen como una sola entidad sincronizada de forma continua, en
una creación constante. Y eso se nota.

He leído libros de autores reconocidos que me resultaron aburridos e interminables con un
leguaje complejo y rebuscado, y he leído historias de autores desconocidos que me resultaron
atrapantes de principio a fin.

Hablame de tu último cuento “La sala de terapia

La sala de terapia” es mi pequeño diamante. Comenzaré por decir que me encanta el terror. Partiendo de esa base y antes de ir de lleno a la pregunta, me gustaría aclarar que, desde mi lugar de lectora, siento que el terror es un género injustamente menospreciado, al que el cine en las últimas décadas le hizo bastante daño. Malas adaptaciones, películas de bajo presupuesto con malas interpretaciones, tramas ridículas, poco creíbles y exceso de gore fueron en detrimento de las grandes historias.

Recién los últimos años se puso el foco en reivindicar este género maravilloso y prolífico, en el
contamos con el legado de genios como Edgar Allan Poe, Lovecraft, Stoker, Shelley, Irving… Y en la actualidad con escritores como Stephen King. Es un género verdaderamente valioso en el que han incursionado incluso poetas como Gustavo Adolfo Becquer con su inquietante “Monte de las Ánimas”, por ejemplo.

Teniendo en cuenta esto, diré que llevaba tiempo intentando captar una historia que pudiera
generarme y generar cierta emoción y para ello busque testimonios, porque soy una convencida
de que -en esta clase de historias- la realidad efectivamente supera a la ficción.

Y así fue como un médico conocido mío, en una charla informal, me contó esta experiencia que
realmente me impresionó y me dije: “tengo que escribir esta historia”. Solo era cuestión de
recrear el clima en el que esta persona vivió esta experiencia con la mayor fidelidad posible, el
resto estaba sobre la mesa. Y así lo hice.

Habitualmente disfruto mucho la inventiva, si bien tenía la guía del testimonio, imaginarme la
situación, ponerme en el lugar del protagonista y pensar como me hubiera sentido, como lo
hubiera manejado e ir armando el rompecabezas para que mis lectores sentirse atrapados en la
historia como yo o como la persona real que vivió esta situación increíble, creo que es una de las cosas que mejor he logrado transmitir.

Creo que lo más terrorífico de “La sala de terapia” es que fue un hecho real y esa es la verdadera magia.

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