Hay besos. Por Esther Jiménez Coia

Hay besos. Por Esther Jiménez Coia

Hay besos celestes
que despiden luz,
polvo de estrellas,
fósforos y bengalas,
lumbrera en la ribera
de los labios.

Hay besos ovillados
que entrelazan las bocas
en una noche de verano,
hiedra trepadora
con tallos florecientes
y brotes esbeltos.

Hay besos novelescos
que hacen viajar
al final del planisferio,
escapada en la bahía
con vientos alisios
acariciando las olas.

Hay besos embriagadores
que hacen perder el sentido,
racimo de uvas,
baya jugosa de otoño
y cosecha fecunda
en comisura sabrosa.

Hay besos angustiosos
que inquietan
como llegada de fin del mundo,
invierno gélido
con hielo y tinieblas
en paladar glaseado.

Hay besos libertinos
que no son exclusivos,
escritos en la piel
con letra escarlata,
confinando a destierro
y vida solitaria.

Hay besos de Judas
que delatan y traicionan,
ruptura de promesa
que cambia el rumbo
del destino
y llevan a la tumba.

Hay besos exploradores
que sondean
el fondo marino,
con anémonas y corales,
en profundidades
de garganta escarpada.

Hay besos insaciables
que desmayan
y causan vértigo,
barco en altamar
flotando en el aire
entre brumas oceánicas.

Hay besos preliminares
que despiertan los sentidos,
cena a la luz de las velas,
roces y susurros,
mapa del tesoro en el que se marca
el camino con besos tímidos.

Hay besos carnales y fogosos
que estallan estrepitosos,
con lengua ardiente,
volcanes espumosos,
lluvia de cristales
y río de lava fundida.

Hay besos guardados
que duermen
en estuche dorado,
loto soñador
en jardín secreto
con perfume prohibido.

Y hay besos inolvidables,
vuelo de garzas blancas
en el crepúsculo,
que penetran en el alma
y acarician el infinito,
besos eternos que jamás mueren.

“Hay besos de Esther Jiménez Coia”

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *