Poema para Virginia Woolf
Las piedras son como tormentas
de papel
que se acurrucan en tu cabeza
solo un sonido mudo
del mismo color que tiene
el ave al despertar
y formar sus suaves ondas.
Las piedras son las farolas
que se prenden
y miran con esos ojos
el agotamiento del mundo.
No todos tienen nombre propio
donde dejar descansar las ideas
no todos los cuartos se cierran
de igual manera
algunas llaves rellenan huecos
en los ríos
que aun sin nombrarte
conocen todos tus rostros.
Tus piedras se cansaron
de jugar a las escondidas
la mano fue más pesada
escribió más rápido.
Todo un tumulto de voces
que se lee de corrido
y no necesita del sueño
para dar comienzo un nuevo día.
Virginia, déjame aligerar la carga
pon algunas piedras en mis cabellos
dejemos que el sol tempranero
las limpie,
que la palabra recorra su río
hasta tu cuarto propio.
Prendamos la leña
encerramos lo impronunciable
que se llene de aire puro.
Virginia, dejemos el tintero preparado,
y que arda lo que tenga que arder.