O la función de atrapar gérmenes que luego son expulsados.
En un rincón olvidado de la tierra que llamamos nuestra, algunos parecen haber perdido el lazo con su territorio. Ignoran la historia que forjó sus raíces y se olvidan por completo de los héroes de las Malvinas. Niegan la última dictadura cívico militar.
Por momentos, lo traen al presente cambiándolo todo. Sin embargo; el eco de la indiferencia resuena.
La codicia de muchas personas se entrelaza con la perversa alegría de ver al vecino sufrir más. En la danza de la política actual bailó mucha gente, votando por propuestas que no resisten la prueba de la coherencia.
Se autodenominan “argentinos de bien”, aquellos que desprecian su propia cultura, como si la esencia de su origen fuera una carga.
Ya vendrán nuevos tiempos y nos tocará reconocer que la grandeza de una nación reside en la aceptación de su diversidad. Aceptarnos. No aplastarnos. Sin señalar a nadie…
Lo vamos a hacer porque somos muchos más que argentinos de bien…
Somos luchadores de los derechos humanos. De todos y para todos.
Está tristeza que hoy se vive, en donde el odio y la violencia son palabras que potencian a muchos, les da un poquito de poder sobre el otro.
Asimismo, todo es cíclico…
La democracia se respeta pero los valores no cambian.