Ernesto Sábato, esa incómoda pregunta por la existencia. Por Gabriel Palleres

Ernesto Sábato, esa incómoda pregunta por la existencia. Por Gabriel Palleres

El Escritor argentino Ernesto Sábato nació en Rojas en 1911 y falleció en Santos Lugares en el 2011. Estudió Física y Matemática en la Universidad de La Plata; pero, su vida dará una serie de vuelcos dramáticos: milito en el anarquismo, para abandonarlo; fue científico, para luego cuestionar a la ciencia y declararse un amarte de las pasiones oscuras y los continentes selváticos donde reina lo irracional.

En en 1945 se fugó para siempre de los tubos de ensayo y la tranquilidad del orden; mudó su energía a la literatura: ese mismo año publico Uno y el Universo, donde irradia despecho por la ciencia. Va más lejos: en 1948 publica El túnel, una novela psicológica que nos encierra en los laberintos mentales del pintor Juan Pablo Castel; en esos oleos crípticos se encierran los motivos por los cuales sacia su cuchillo en la carne ingenua de María Iribarne; luego, nos regala una frase lacerante: “los muros de este infierno serán, así, cada vez más herméticos” y se termina el libro, pero no su obra: le siguen una serie de ensayos: Heterodoxia, Hombres y Engranajes, etcétera.

Pero los ensayos se apagan sin mucha resistencia; en 1961, publica su obra maestra: Sobre Héroes y Tumbas; esta novela se va a convertir en un éxito editorial y el boleto a la inmortalidad de Sábato: la historia de Martín y Alejandra, esos náufragos existenciales, enmarcados en la caída del peronismo, fue devorada edición tras edición, nadie fusionó el drama de la historia argentina con el existencialismo, como lo hizo Sábato.

Después de Sobre Héroes y tumbas su máquina de escribir siguió ardiendo: El escritor y sus fantasmas, La otra cara del Peronismo, Apologías y rechazos, etcétera. Pero vayamos a lo importante: en 1974 volvió a publicar una novela: Abaddón, el exterminador, páginas oníricas pueblan este libro: lo salvaje, la barbarie, las revelaciones tomar forma de relatos y se aglomeran en este libro. Es su novela más difícil, muestra toda su madurez como escritor y, a su vez, nos advierte: pide la mayoría de edad de sus lectores. Cierra, en estas páginas, su Universo apocalíptico. Todo lo que siguió fue un sigiloso retiro: Entre La letra y la sangre, La resistencia, Antes del Fin, España en los diarios de mi vejez; en conclusión, literatura para diabéticos. De toda su obra sobresalen sus tres novelas. Este es el Sábato inmortal, acá se justifica su Partenón en la literatura. Por esas páginas endemoniadas ganó el Premio Cervantes, por esos personajes en busca de redención se convirtió en un clásico, por esos pliegues dramáticos se justifica la tinta derramada por este humilde artículo.

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