En la penumbra del recuerdo,
ausencia fría,
se desvanecen las huellas del padre ido,
como sombra errante,
lejana melodía,
abandono que dejó mi corazón herido.
Entre sus brazos,
un eco de promesas,
se desvanecieron como hojas al viento,
un lazo roto,
tristeza en las piezas, del puzzle familiar,
un eterno lamento.
Palabras no dichas,
silencio que pesa,
se despidió el padre,
dejando un hueco,
en el álbum de mi vida,
una triste pieza, el abandono,
cual amargo trecho.
En la orilla de la memoria,
el adiós persiste,
un nudo en la garganta,
eterna pregunta,
¿por qué, padre, te alejaste y partiste?
mi corazón herido,
la respuesta busca.
Pero en la penumbra,
resurge la fortaleza,
cicatriz en el alma, lección aprendida,
aunque el padre se aleje,
la vida avanza,
y en las cicatrices,
la esperanza florece