Jorge Cayetano Asís, alias el Turco, nació en 1946 en el partido de Avellaneda y, todavía, se lo puede ver deambular por los canales de televisión: desplegando su cinismo, su labia irreverente, narrando en clave literaria el circo político nacional.
Mucho antes de ser un charlatán agremiado fue un escritor pujante y de un estilo único: el mundillo literario comenzó a observarlo a partir de la publicación de su primera novela: Don Abdel Zalim (1972), un retrato desopilante de su padre, de Villa Dominico y, sobre todo, del oficio de madrugar a la gente y no morir en el intento. Luego, Asís contraataca: Los Reventados (1974), novela ambientada en las postrimerías del asesinato de Rucci y la vuelta de Perón, su argumento gira en torno a cuatro rufianes que tratan de salvase el pellejo vendiendo posters y artículos sobre el general. La novela termina como termina la vuelta de Perón: en charcos masivos de sangre, en una juventud reventada contra el pavimento, en una desilusión que se lleva puesto la esperanza generacional.
El turco Asís, luego de coquetear con el comunismo y posar como escritor comprometido (al punto de estar en las listas de escritores subversivos), deja el periodismo romántico y se vuelca al oneroso: su color local, su picardía, su desaliento lo empieza a volcar en las páginas del Diario Clarín. Más Todavía: se vuelve famoso, gracias a las crónicas de Oberdán Rocamora amasa miles y
miles de lectores. Su desenfado y cinismo ya tienen el camino allanado.
Desde la maquinaria de Clarín publica su obra fundamental: Flores robadas de los Jardines de Quilmes (1980), su novela más famosa y pieza clave de la literatura contemporánea.
Este libro narra las primeras escaramuzas amorosas y líricas de Rodolfo y Samantha y, entre párrafo y párrafo, la tragedia de los 70″, la juventud y su peregrinaje a la picadora de carne, la dictadura, el exilio. Se puede decir más también: es una novela río, donde el drama nacional fluye con humor y desesperación, es también la historia de amor más entrañable de la literatura contemporánea, es un orificio que respira sexualidad y desenfado. Esta novela fue un éxito aplanador: luego siguió Carne Picada(1981), la gran novela negra de la dictadura, otro despliegue de la prosa de Asís. El éxito continúa: La calle de los caballos muertos(1982), Canguros, etcétera. Su estilo crudo y a veces soez, le trae la crítica de los claustros académicos; también, lo acusan, soslayadamente, de colaboracionista, de no tener un mensaje claro contra el régimen.
Para consuelo del enjambre que compone el claustro académico: escritores sin lectores, panelistas del intelecto, críticos seriales y boludos varios, su gloria literaria viaja en el Titanic: después de convertirse en Best-Seller, vuelve la democracia y su estilo e historia, ya no encaja en los nuevos aires. Clarín lo barre debajo de la alfombra y, en un acto de barbarie, Asis publica la reveladora novela Diario de la Argentina, en ella narra la intimidad del gran diario argentino, como se compran las notas y hasta el ascenso meteórico de Magnetto. Fue demasiado.
Luego de meter el dedo en el poder sagrado, el exilio literario: el fenómeno Asís se diseca y su nombre desaparece del vocabulario literario y periodístico de los años ochenta.
Este vía crucis lo narra en la novela Cuaderno del acostado (1988); pero, su amargura y resentimiento, llega a su fin: Carlos Menen lo rescata del olvido y lo sube al ring nuevamente: fanfarrón, soberbio, condenadamente lúcido, se pasea por todos los canales de televisión defendiendo un modelo económico de hambre. Se convierte en el Asis actual: un sofista, un operador, un mercenario de la palabra.
Con el tiempo, sus intenciones y especulaciones, se hicieron más sutiles. Llegó a un público nuevo y de otra forma. Quizás a ese público va dirigido este artículo: lean y rescaten al turco de Fantino, Feinmann y Majul; consuman sus novelas y apaguen el televisor, callen esa voz zumbona, no lo dejen que arruine su obra con ese hueco palabrerío mediático.