El cuerpo femenino, la serpiente de luz y acontecimientos. Por Cata Amaire

El cuerpo femenino, la serpiente de luz y acontecimientos. Por Cata Amaire

Sucesos sociopoéticos

No es difícil de acordar que los tiempos que corren no están muy estables y de ninguna manera nos encontramos completamente desalineados con la violencia. “Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos por el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, sólo es aceptable la comparación en grado superlativo” (Párrafo que abre al libro Historia de dos ciudades de Charles Dickens). Para quienes no saben, la comparación en grado superlativo habla de la amplitud del adjetivo comparador, por ejemplo, si tomamos el adjetivo “bueno”, su grado superlativos es “buenísimo”. Sí tengo una distancia x entre malo y bueno, la amplitud entre lo malo y lo buenísimo es mayor.

            De esta manera, el neoliberalismo ha generado lo que ya podemos acordar todos que solo les está funcionando a unos pocos y, ni siquiera, algunos solo están tan individualizados como para que les dé vergüenza, temor, y cuantos otros sentimientos que los llevan a no querer aceptar que no son perfectos seres humanos. Un claro traspaso de la racionalidad masculina a los conceptos actuales que manejamos como sociedad. Sin pretender juicio alguno, dado que estamos donde estamos. Considero su inicio en el proceso entre el 100 a.C hasta el 400 d.C. Cuando se estabiliza, pasamos a una “Alta Edad Media” que luego verá su fulgor para la conquista de América y la caída del último sesgo imperial romano. Su apogeo lo observamos dentro de la revolución científica, la revolución del pensamiento, la revolución industrial y la revolución tecnológica. Y, ahora, luego de que la mayoría de los países han estado de alguna manera “en manos de” otra nación, el imperialismo se hace hacia adentro y las naciones tienen enemigos internos y ningún lugar más hacía donde explotar la violencia y las armas más que consigo mismos. No quiero juzgarnos como humanidad, ni a ningún pasado, meramente recopilar hechos de este sistema que ya está podrido.

            En fin: La racionalidad nos dictó que no son buenas las plagas, entonces, debemos cuidarnos de las enfermedades, que nos matan, que nos envenenan y destruyen. El rey Edipo se autocastigó sacándose los ojos porque él era culpable de que su pueblo sufriese. Su hija Antígona, luego de que su tío tomase el reinado, lucha contra un gobierno de racionalidad absoluta. Ella sufrirá en todas las obras el deterioro del instinto femenino. Pero la racionalidad también se ha ganado cualquier instinto, el sexo es tabú, el cuerpo está mal visto, la sangre no debe verse, las cosas no deben decirse. La imposición del silencio por parte del Estado a todos los que no son él ha sido sistematizada como algo propio de quien tiene culpa. Avalando continuamente una ética del cristianismo institucionalizada. Las instituciones funcionan como las empresas del Estado finalmente.

            Con todo esto dicho, nos encontramos frente a un Estado donde, por concebirse a partir de ciertos conceptos extraídos de los imperialismos, los cuerpos son sometidos. No solo los femeninos, también los masculinos. Pero lo que ahora se necesita, en este cambio de era, es la revolución hacia el lado instintivo de lo femenino. Sacarnos la culpa de Eva al ser tentada por la serpiente para que coma la manzana del bien y el mal. Culpada por Adán. Pero Eva es quien la comió, ella es quien ahora diferencia el bien y el mal. Adán por su parte se quejó y se avergonzó cubriendo su cuerpo. En el reino de Dios, existe otro árbol, el de la vida Eterna. Cuando Dios echa a Adán y Eva del paraíso es para que no lleguen al otro árbol. Dios no supo qué consecuencias tendría que aquí en la tierra las mujeres puedan comer su manzana, mientras que ellos la tienen atragantada en la garganta.

            El instinto no es voluntario, es un momento donde se escucha lo más interno de una, no tiene que ver con pensar en pasado o en futuro. Sino es presente, sentir el cuerpo y lo que este necesita. Es mi cuerpo el que no puede hablar, solo se habla con el pensamiento. En este cambio de era, el veneno es solo una experiencia más, solo esperamos que no nos mate en el camino. Así, un grupo de mujeres, en el contexto de noviembre en Santiago, Chile, 2019, gritaron con sus cuerpos un silencio impuesto por este Estado patriarcal, donde los padres ya no son patriarcas ante un sistema de sustento neoliberalista que ya no provee con empleos dignos, horarios sanos y muchas veces ni siquiera lo mínimo y necesario para vivir. Si alguien no quiere trabajar, no es menos útil para la sociedad, pero si el sistema no tiene un lugar para elle, no es culpa del individuo que no encuentra trabajo, sino del sistema que no lo está pudiendo acoplar, porque, como ya dije antes, es el sistema que está corrupto.

            Pongamos contexto: @Colectivogataengrifa hizo una performance donde individuas bailaron en la fuente de Plaza Almagro hasta teñir dicha fuente de rojo y negro. Este texto claramente no pretende ser una crónica de lo que sucedió, solo voy a decir: fue intenso, cada una fue ganando además confianza de lo que estaban haciendo poco a poco, desde estar debajo de una tela hasta estar completamente desnudas con los ojos llorando sangre. La música clásica de una orquesta en vivo las puso en movimiento. Una colectividad de mujeres que demostraron que el cuerpo está gritando, que la preocupación de cada una al tener que sacarse la vergüenza, la culpa de tener un cuerpo de mujer que excita a los hombres. El tema ahí es que a esos varones nadie les ha enseñado que deben retener sus instintos. Ellos, seres de razón, no tienen porqué retener sus deseos porque tienen el poder de someter al otro bajo sus deseos explícitos o no, guste o no. Aunque no todos los varones sean así, claramente. A nadie le sorprendió que ninguno de los varones que se encontraba en el público gritó como mono y saltó a estar con ninguna de ellas. Y eso es un espacio más que ganado.

            El instinto femenino también debe ganarse nuevamente. Volver a lo sagrado de nuestra madre tierra, comprendernos parte de este proceso del que no tenemos ninguna idea más allá de los nuestros que nos han dejado historias, escrituras y objetos. Vivir en este presente continuo en donde nos enfrentamos con un sistema que lanza las últimas garras, mientras debemos recuperar las ruinas, las fortalezas y comenzar a construir lo que se viene. Sin culpar, tomar las cosas que venimos haciendo mal y reformularlas para que la racionalidad no tenga más poder que lo instintivo. El instinto sano sabe improvisar y poder saltar todos los obstáculos que queden de esta gran caída. Se vienen tiempos oscuros hasta que esto nuevo se estabilice de cierta manera. Pero el instinto dicta colectividad, sororidad, desapego, amándonos. Para lograr ir en contra de los conceptos de racionalidad impuestos y avalados por el sistema estatal:

            – la institucionalización jerárquica (educación, salud, seguridad, justicia, gobierno)

            – el imperialismo económico

            – justicia pública (versus la justicia privada)

            – propiedad privada (versus propiedad pública)

            – la representación democrática meritocrática a partir de los mismo estándares estatales.

            – y muchos etcéteras que todes los que quieran pueden nombrar.

            Creo que lo único que se logra sosteniendo estos conceptos es que la brecha entre lo cultural y lo natural continúe agrandándose de manera superlativa. El tiempo y la medida que le damos a él, los valores con los que lo componemos deben cambiar. La mirada se posa en la serpiente como guía que nos lleva en un presente continuo a preguntarnos y ¿por qué la serpiente no me está picando? ¿Hacia qué cueva oscura húmeda nos lleva? Después de todo, la serpiente ha sido durante todas las edades un símbolo sexualmente ambivalente, fálico por su forma, cavernoso por su lado femenino. Entonces, es momento que los varones se decidan y prueben la manzana con las mujeres, dejar la culpa, dejar el patriarcado, dejar el control de nuestras vidas, para finalmente ser todos parte de una misma humanidad.

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