Dura carta abierta de Alejandro Lerner sobre la pobreza y la inflación en la Argentina

Dura carta abierta de Alejandro Lerner sobre la pobreza y la inflación en la Argentina

El artista compartió una profunda reflexión en sus redes sociales. “España es lo que Argentina podría ser”, dijo.

Alejandro Lerner compartió una profunda y extensa carta abierta en su cuenta de Facebook, en la que reflexionó sobre la situación económica y social de la Argentina. En el texto realizó un repaso por temas sensibles para el país como la pobreza, inseguridad e inflación.

Tras su viaje a Israel y Españael músico comparó ambas naciones con la Argentina y los diferentes problemas que afectan a los habitantes de cada lugar. “Transitar por un país que vive en guerra, esperando los misiles, tiene un costo y eso se siente”, describió sobre el país de Medio Oriente.

Por otro lado, sobre el estado europeo escribió: “España es lo que Argentina podria ser, un país hermoso con un idioma cercano”. “No hay olor a miedo en las calles, la gente trabaja y el progreso es un destino cierto”, describió.

“Escribo porque no puedo dejar de hacerlo”, explicó sobre la decisión que lo llevó a redactar y publicar este extenso texto en sus redes sociales, con duras definiciones sobre la realidad de su país natal.

Luego, sobre los gobernantes argentinos precisó: “‘Progreso’ es una palabra ya extinguida en los discursos de los que tienen y desaprovechan el poder“.

“¿Cómo alguien puede entender la pobreza, si tiene autos, choferes, sueldos insultantes y un nivel de comodidad y de protección?”, se preguntó el artista, que el año pasado debió cerrar El Pie, su estudio de grabación, después de treinta años de actividad.

“Lo peor que nos pasa es que nos convenzan de que no nos merecemos más que esto -analizó sobre la sociedad argentina- No es normal que mueran colectiveros, que ataquen mujeres mayores o embarazadas, no es normal”.

Sobre sus deseos para el futuro de la Argentina, Lerner expresó: “Yo quiero que mi país cambie, yo quiero que mi país crezca, yo quiero no pensar en inseguridad, muertes, miedo como algo normal“.

Y respecto a las elecciones presidenciales de este año, precisó: “No sigamos desaprovechando nuestra democracia con la excusa de que no podemos hacer que las cosas cambien”.

“Mañana es una oportunidad y no la quiero dejar pasar”, cerró su texto el famoso intérprete.

La carta completa de Alejandro Lerner

Sábado 15 de abril.

Mañana.

Hace rato que algo en mí me viene haciendo ruido, sobre todo después del viaje por España y por Israel.

Transitar por un país que vive en guerra, esperando los misiles, tiene un costo y eso se siente.

El enemigo es real, es un país chiquito con un alma enorme y conviven con un estado de alerta y de supervivencia, que los obliga a tener sus prioridades en orden y al acecho.

España, es lo que Argentina podría ser: un país hermoso con un idioma cercano, lo cual es un alivio siempre.

La comida, las calles, la arquitectura, todo es familiar, pero la gran diferencia que yo he sentido es que se puede vivir en un clima de tranquila normalidad y convivencia.

No hay olor a miedo en las calles.

Un comentario que me llamó la atención: “Aquí te pueden hurtar, pero no te van a matar o agredir físicamente para robarte”.

Y esa es una sensación que se respira y se comparte.

Viajé en el tren bala, una promesa con la que nos han venido chicaneando por décadas, allí es una realidad constante e incorporada.

La gente trabaja y el progreso es un destino cierto.

Escribo porque no puedo dejar de hacerlo.

“Progreso”, una palabra ya extinguida en los discursos de los que tienen y desaprovechan el poder y la responsabilidad.

De los que quieren llegar y tienen el colmillo hambriento por seguir pegándole otra mordida a la torta que a todos nos pertenece.

La diferencia entre un país del llamado Tercer Mundo y los de el Primero es la conciencia.

Conciencia de que trabajando se llega y se crece, de que hacer las cosas bien es mucho mejor que hacerlas mal y de que mentir robar y hacer daño se paga.

Que la Justicia no son sólo las personas, son las leyes y entre todos hemos acordado cumplirlas y defenderlas. Conciencia del respeto al otro.

¿Cuándo fue la última vez que alguien dijo ‘progreso’? ¿Cómo llegamos a esto?

¿Cuándo fue que nos acostumbramos a que todos roban, todos mienten y todos salen ilesos?

¿Cuándo fue que el porcentaje de pobreza nos duele menos que el porcentaje de humedad?

Lo grave es saber que nuestro querido país no es pobre, es un país empobrecido.

Y nuestra pobreza es moral, no es económica. Nuestra riqueza es incalculable como nuestra ignorancia.

¿Cuándo fue que aceptamos que elegir lo menos peor es lo que nos merecemos?

Soy ateo de la política porque creo fervientemente en Dios y no veo a ningún político hablando de Dios, ni siquiera mostrando algún tipo de vergüenza por sus acciones ante la mirada de algo mayor a nosotros mismos.

Lo peor que nos pasa es que nos convenzan de que no nos merecemos más que esto.

Y es triste darse cuenta de que esta realidad a la que nos hemos sometido a vivir podía ser muchísimo mejor que la que hemos aceptado mansamente acatar.

Hay muchos de nosotros que prefieren mirar hacia otro lado, mientras tengamos comida abrigo y algunas comodidades.

Los niveles de inseguridad, crimen, desorden y desidia son más que alarmantes, son patológicos porque no creemos que se puedan cambiar.

La inflación no es como la fiebre que un día tomaste frío y te enfermaste. La inflación es una decisión.

Y todos los días y desde siempre, hay gente que toma la decisión de que vivamos en esta incertidumbre.

Eso no es normal y no está bien. Está mal, muy mal.

Las razones son simples. Egoísmo, ambición, miedo, ausencia de amor y de sensibilidad, y la enfermedad que el poder genera.

¿Cómo alguien puede entender la pobreza, si tiene autos, choferes, sueldos insultantes y un nivel de comodidad y de protección, que sólo la opinión pública y luego la Justicia podrían desnudar?

Yo quiero que mi país cambie, yo quiero que mi país crezca, yo quiero no pensar en inseguridad, muertes, miedo como algo normal. No, mis queridos, no es normal.

No es normal que mueran colectiveros, que ataquen mujeres mayores o embarazadas, no es normal.

Y nosotros lo estamos normalizando.

Yo tengo hijos, no quiero huir.

Sí, voy a viajar, aprender y seguir empujando por extender mis horizontes personales y profesionales, pero no quiero huir.

No sigamos desaprovechando nuestra democracia con la excusa de que no podemos hacer que las cosas cambien.

Hay demasiado dolor y frustración acumulada. Y no es justo.

Nuestros abuelos habiendo venido del horror más profundo construyeron un pais maravilloso .

Que no nos quiten lo que nos queda de sueños, para nosotros, para los nuestros y para todos en general .

Lo peor que nos puede pasar es que nos convenzan de que ya no está en nuestras manos .

Hombres decentes, con capacidad y con sacrificio, eso quiero. La grandeza se convirtió en vanidad y en soberbia, y eso no es más que otro símbolo de degradación.

Mañana es una oportunidad y no la quiero dejar pasar.

Besos y abrazos.

Fuente: Clarín

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