Entender la decisión política de Axel como un movimiento contra Cristina es un error.
Y argumentarlo con algunos apoyos críticos de Cristina que cosechó su decisión, un infantilismo.
¿No sería, acaso, una “victimización de Cristina” entenderlo así?
¿No sería, en ese caso, un movimiento recíproco al de hacerlo con Axel, que tanto quisieron evitar que se diga quienes disintieron con él durante estas semanas?
Otro desatino es avisar que se va a resistir el decreto del gobernador a través de la insistencia en sancionar una la ley que fije elecciones concurrentes en la provincia, tal como lo dio a entender hace minutos Teresa García en una entrevista.
¿Cómo explicar que la elección debe nacionalizarse; que los candidatos provinciales, de los 8 distritos, deben tener referencias de los grandes temas nacionales, y arrancar lo que debería ser ya el inicio de la campaña cuestionando el decreto del gobernador y situando el primer conflicto, no en la desgracia que provoca Milei sino en el calendario electoral desdoblado?
¿Dónde hace juego esa disputa chiquita con la pelea contra el nuevo endeudamiento con el FMI?
Axel dio ayer definiciones claras: se vota en dos fechas diferentes, el enemigo es Milei, y la búsqueda de unidad para enfrentarlo es central, porque el objetivo es que la motosierra no entre a la provincia por vía de los municipios y tampoco al Congreso, para lo cual el gobernador convocó a militar con igual intensidad las dos elecciones simultáneamente, para que LLA y sus colectoras pierdan dos veces.
Bien por Axel, que conjugó nuevamente, sin ingenuidades, delimitando con claridad cuál es la contradicción mayor, el concepto “unidad”, que a algunos empezó, más que a dolerles, a incomodarlos.
¿Qué tal si empezamos?
