¿Cuántas bromas más creías que iba a soportarte?
Todas me hirieron como cuentagotas. Al principio me reía, hasta que se hicieron costumbre.
Poco a poco fueron cobrando más peso y exploté.
¿Me quisiste? ¿De verdad me quisiste?
Tuvimos momentos hermosos, pero me quedan resonando tus bromas, envueltas de sarcasmo, burlas e ironías.
No pienso volver con vos, a pesar de que te extraño, de que me acostumbré a tu cuerpo, a tus mimos, a tu voz.
No quería despedirme, pero ahora me animo. Va a hacerme bien cerrar una etapa.
Agradezco por estos años juntos, por haber sido mi mejor amigo, mi apoyo, mi compañero. Por elegirte cada día pude abrir más mi corazón aunque no fue suficiente. Vos esperabas más de mí y yo de vos.
Mis críticas me las guardo. No pienso herirte. Dejaré que el tiempo hable por los dos.
Ahora me planto mejor ante lo violento. Digo basta, hasta acá está el límite. No lo pases.
Cultivo mi amor propio mucho más desde tu ausencia. El respeto es esencial en una relación. Nosotros lo perdimos ese día.
No fuiste capaz de disculparte. Ni siquiera me preguntaste cómo me había quedado la muñeca después de aquel jueguito de manos. Te frené porque me dolió bastante y supuse que no iba a volver a tocar el piano por un tiempo. Resultado: dos semanas con antinflamatorios y puteadas.
Ya estoy mejor. Recién estuve practicando “Kissing a fool”. Y sí, besé a un tonto que echó todo a perder, por no poder callarse a tiempo.
Dijiste que era una exagerada, demasiado susceptible, que no era para tanto. Y lloré. No podía parar.
Después te acercaste pero no podía corresponder a tu abrazo,aunque amara tu perfume. Y te fuiste. Ofendido por algo que dije. Ja! Vos la víctima, claro.
¿Creías que iba a pedirte que vuelvas como lo hice otras veces? ¿Creías que tu silencio pesaría tanto y serviría de castigo?
No lo es. Es sanador. Porque pudo sobresalir mi verdadera voz, la que dice NO, la que dice ésto no quiero volver a pasar. Merezco más, un amor sano.
¿Si es tóxico es amor? Ni siquiera tuviste el valor de disculparte. Tu ego, maldito ego.
No voy a mandarte esta carta porque aún no termino de preguntarme qué hice mal. Ese día hasta te había preparado una sorpresa, y había comprado unos postres carísimos para festejar nuestro aniversario. Lamento tanto lo que nos pasó.Tal vez hablemos más adelante, tal vez no. Pero escribir me hace bien.
¡Cuánto tiempo besé a un tonto! Tantas veces me creí el cuento, creyendo que eras lo máximo.
Lo único cierto es que estar enamorado enceguece. Hasta que un día, después de tanto gris invernal, empieza a calentar el sol y es otro el paisaje.
Desde CABA, Argentina