Estoy pensando en este momento, sentada cómodamente en mi sofá; pienso para luego plasmar en el papel, en este caso -computadora-, alguna idea de porqué el humano, busca destruirse así mismo.
Pienso en aquellos de nuestra especie que pisaron suelo terrestre hace millones de años. Fueron depredadores, necesitaban cazar para vivir. Luego se estabilizaron, cuando tomaron la decisión de dejar de ser nómadas, para asentarse y así comenzar a cosechar.
El verdadero problema, surgió con el exedente de cosecha, porque necesitaron alguien que los organizará políticamente y socialmente. Sin inmiscuirme en ramas que no me competen, y así faltar a la verdad confinando el respeto de quiénes se dedicaron su vida a estudiar el comportamiento humano; me pregunto si allí ¿ comenzó el poder? El quererlo todo para uno, sin importar el resto. Comenzaron batallas, guerras de todo tipo. Pero quién estuvo a la cabeza de todo,es decir, para explicarme mejor: el fin más profundo siempre fue poder. Político, económico, eclesíástico. Manipulando a la población, para enriquecer a sólo unas pocas familias.
El tiempo ha pasado, pero el problema es el mismo. Nos encontramos, con pobreza, hambre, guerras. Y cómo si fuera poco, la contaminación ambiental.
Los humedales están en peligro, es decir que todos lo estamos, nuestra generación y las venideras. El planeta clama por un poco de cordura, de humanidad. Nos vamos muriendo en cuotas, y nadie hace nada.
Hay un compromiso para con nosotros, con los pueblo originarios, que cuidaron esta tierra, comprendiendo su ritmo, su alma.
La civilización avanza, pero retrocede cuando se deja de lado miles de años de culturas que enseñaron a cuidar y resguardar el planeta, por nosotros y por todos los seres vivos que lo habitan.
Desde Ciudad de Buenos Aires, Argentina