Estamos abstraídos en cierto detenimiento del tiempo y sus circunstancias; cayendo en el ostracismo pletórico donde se encuentran la mayoría de los seres en este momento.
El culpable de estar allí, es sin dudas, el mundial de fútbol.
Esta muy bien, descansar un poco de la antipatía, de la economía, política y todo lo que concierne a nuestro mundo pequeño, diminuto, que sólo nos concierne a nosotros, para levantarnos en una empatía general. Se escuchan gritar goles , o decepcionarse , a través de las ventanas y balcones, todos juntos al unísono. No importa la ideología, la camiseta del club local, sólo interesa que la gente por única vez, se abraza y se emociona toda junta, como un ensayo de obra teatral, dónde cada actor cumple su función. Cosas de la vida: una simple pelota, con esa que juega tu pie, el mío. Con la que jugabas vos cuando eras chico, o quizás ahora asado por medio; esa pelota une a todo un país. Qué lástima que sea lo único que nos hace empalizar con el otro. Después que termine Qatar volverá la rutina, lo mismo de siempre.
Y para unirnos de nuevo como país habrá que esperar cuatro años más.
Desde Ciudad de Buenos Aires, Argentina