El desorden de lo justo, se convierte en injusticia.
Hay tanta pobreza a nuestro alrededor, que necesitamos agarrarnos de algo, que nos convierta por arte de magia en exitosos, super héroes.
La realidad duele, asusta, daña. Y se encalla en el cuerpo, devorando de apoco sus órganos, sus partes hasta los huesos y sólo nos queda el alma que resiste, pero que, paradójicamente, también será hábilmente devorada.
El desorden de lo justo, termina por comernos en pedazos, cómo lobo hambriento.
La sociedad se come así misma, todos los días, pero esto pasa porque nosotros mismos nos comemos, no sólo a nosotros sino a los que tenemos cerca.
Siempre al límite de todo, cualquier desavenencia enciende una chispa que todo lo quema, llegando hacer una gran fogata dónde en antaño, se quemaban a las brujas, brujo,o todo aquél que estuviera fuera del mandato social de la época .
Así llegamos hasta acá, arrastrando con ese asesinato de humanos, que trajo otros asesinatos y persecuciones.
Ahora estamos con la alegría del mundial a cuestas, con el cuál no supimos como comportarnos ni respetarnos. Nos unimos sí, eso es así, como nunca antes, estaría muy bueno hacerlo para construir un país de bases sólidas. Sin hambre,con educación, justicia,libertad, salud.
Pero no la salud que nos brindan ahora los hospitales ( muy digna, por cierto) sino las que brindan los servicios privados de salud. De esta manera , no habría ciudadanos de primera ni de segunda, todos seríamos iguales, de la misma manera en la educación.
Después del festejo llega la realidad.
El desorden de lo justo, se convierte en injusticia.
Desde Ciudad de Buenos Aires, Argentina
