Buscando la ruta sentimos el murmullo que rodea el planeta, navegando llanto de niños, viejos, mujeres y hombres que por más de 70 años buscan su descanso en ambas fronteras…
Entre ruinas, con los dedos escarban para encontrar un indicio que conecte con su sangre… ¡Con la Historia!
Mientras los bandos se atribuyen números, las autoridades cuentan decesos y los Estados asumen el triunfo en estadísticas, los pueblos -en zozobra- esperan las alarmas anunciando al demonio que divide la santidad de la tierra; tierra donde moran dos pueblos, bajo un mismo cielo.
Y en grandes estrados proponen, condenan y determinan el destierro de un proceso bajo amenaza de sanciones. Discursos bien pensados, estudiados, con títulos imponentes de estados poderosos, vinculados a la Historia más sagrada; detrás de la cortina están los presupuestos, estrategias y planos de costo.
¿Quién aprueba una guerra? ¿Con ese presupuesto no se calmaría la angustia de tantos hermanos?
Murmullo de llanto rodea el planeta y todos, con impotencia observamos -sufriendo- la “Ruta para la Paz”
