Cuántas letras que se quedaron ahogadas, con los pies cubiertos de plomo y de miedo, que nunca las dejaron avanzar, aunque gritaban muy fuerte… nunca fueron oídas.
No fueron dirigidas a nadie. Aunque eran varios los remitentes que pudieron haberlas leído, aunque también es cierto, que nunca estuvieron ni estarán interesados.
Serían grandes letras, llenas de tanto dolor, de tanta duda, de tanta angustia, de tantas preguntas que se han quedado sin respuestas; de reclamos que nunca se hicieron, a pesar de que se sabía que se tenía toda la razón.
Absolutamente la traición y la desidia llenan toda una vida de llanto y resignación y ya no sirve de nada, lamentablemente las cosas continuarán igual.
Y ahora me pregunto, ¿si hubiese mandado esas cartas, hubiera podido evitar tantas cosas o nunca hubiese pasado nada..?
Libertad e independencia que a veces, lamentablemente se quedan esperando que algo suceda, para poder cambiar tantas cosas que, no deben ser o que nunca debieron ser.
Esa carta que no escribo, pero quizás un día, al fin la escriba para romper los barrotes de la jaula y las letras puedan volar, sin que nadie detenga ni corte sus alas y puedan llegar como un dardo aquellos que lo merecen; que la verdad deje de ser una historia de ficción y terminar definitivamente con esos falsos dioses con pies de barro y así se podría abrazar la verdad y hundir ese gran iceberg de mentiras, que poco a poco asfixia mientras se finge que todo está bien.
Esa carta que no escribo, quizá, ¿será para ti o será para mí?
Desde D.R de A, Colombia
ME ALEGRA MUCHO QUE HAYAN COMPARTIDO MI ESCRITO.
Es un placer. Saludos.