Bucaramanga, 5 de julio de 2022
Mi querida niña interior:
Hacía mucho tiempo que no te dedicaba algunos minutos; por eso ahora te escribo esta carta, para que juntas viajemos al pasado y allí nos encontremos y nos abracemos nuevamente.
¡Cuántos recuerdos gratos vienen a mi memoria de aquella época dorada, inocente y feliz!
Cuando no importaban la ropa y los zapatos que usabas; cuando las tareas aprisa se hacían para salir a jugar con los amigos.
Cuando una hermosa muñeca era nuestra hija; la llenábamos de mimos y alegres canciones le cantabas.
Cuando pensabas que el tiempo era eterno y tus padres a tu lado siempre estarían.
Cuando los alimentos bendecías antes de ser tomados y a tu madre agradecías el haberlos preparado.
Cuando los domingos asistías a la liturgia con tus hermanos, para luego disfrutar un delicioso helado.
Cuando solo existía el presente y el pasado se quedaba guardado en una arruga del tiempo y el futuro era algo tan lejano.
Cuando eras feliz con poco, porque todo en tu corazón lo tenías.
Eras feliz aun andando descalza o con unos zapatos de charol; cuando no importaba si tu vestido era igual al de tu prima; cuando tus joyas eran un simple escapulario o una pulsera que tus padres te habían regalado.
Bella y dorada infancia que quedó grabada con letras de oro en cada una de nuestras almas; esas almas que aún conservan la inocencia y la alegría de aquellos preciosos e inolvidables años…
Cuando querías ser profesora y jugabas con tus hermanos y primos para hacer realidad aquel sueño; el tiempo pasó y aquella labor se quedó solamente en un sueño.
Recuerdas que te gustaba escribir cuentos y ayudar hacer las tareas a tus hermanos y primos; pues te digo que ahora sigo ayudando a las tareas mis sobrinos y sigo con mi sueño de escribir; hago poemas, cuentos, reflexiones, mini relatos. Por eso siempre estás conmigo, porque sigo viviendo en un mundo de ilusiones, en un mundo raro donde todo es posible; donde todo es felicidad, donde todo es un dorado sueño.
Por ahora me despido me abrazo etéreamente a ti y te digo que no te olvidado, siempre vives en mí.
Con el cariño de siempre, Isabelia.
Desde Bucamaranga, Colombia