Carta abierta de Darío Melo a los vientos de cambio

Carta abierta de Darío Melo a los vientos de cambio

Debo decirte que nunca me interesó la política, pero ese día vez iba a demorar un poco
mi reparto de mercadería y me iba a sentar a almorzar en alguna estación de servicio
mientras veía tu asunción por televisión.
Aquel 11 de diciembre se respiraba un aire de esperanza para muchos de nosotros. No
se veía el humo de los choripanes invadiendo la plaza, que estaba llena de gente
normal sin banderas partidarias, sólo flameaban banderas argentinas entre los globos
amarillos, todos juntos unidos deseando una Argentina mejor, esperando que salgas a
saludar al pueblo. Después de más de 10 años de kirchnerismo por fin íbamos a tener
un gobierno decente, que iba a meter preso a los corruptos, que nos iba a mantener
seguros, que nos iba a brindar todo lo necesario para tener una mejor calidad de vida.
Todo juntos tirando para el mismo lado, trabajando duro para sacar a este país
adelante. Sellando las grietas y abriéndonos al dialogo. Todas nuestras voces elevadas
al grito del “Sí se puede”. ¿Cómo no se va a poder? Si la fe mueve montañas, y a
nosotros lo que nos sobraba era fe y esperanza. Hacia poco más de un año que
habíamos sufrido la dura derrota contra Alemania en la final del mundo en Brasil y ya
estábamos pensando en traernos la copa desde Rusia en el próximo mundial bajo el
mando de nuestro querido capitán Lio. Qué nos van a hablar a nosotros de fe y
esperanza…
Soplaban vientos de cambio… y esta vez sería diferente, o al menos eso creí, hasta que
te vi inmerso en ese baile eufórico en el balcón de la casa rosada al ritmo de Gilda,
junto a una vicepresidenta con el micrófono jugando al karaoke. Tirabas pasos de baile
a lo Michael Jackson con Moonwalking incluido, y hasta te animaste a un solo de
guitarra imaginario; digo imaginario porque simulabas estar tocando una guitarra y
también porque en la canción no sonaba ningún solo. Creo que no te rescataste hasta
que Juliana te dijo algo al oído.
Ahí ya empecé a sospechar que la cosa no iba a ser como pintaban. Y no me
equivocaba. Otra vez caí en la trampa, que boludo. Era obvio que me ibas a endulzar el
oído para que te acompañe con mi voto. Después me ibas a contar historias fantásticas
sobre turbulencias cambiarias, relatos de un barco atravesando una tormenta,
aventuras cruzando el rio que dividía el pasado del futuro que nos merecíamos.
Ya en el verano que asumiste nos dijiste que los aires acondicionados habían sido parte
de ese cóctel explosivo y siniestro que había inventado el Gobierno anterior. No
pensabas mejorar la energía, simplemente recortar subsidios. Después en invierno
desde la calidez de tu hogar nos ibas a aconsejar estar abrigados aun estando en
nuestras casas para así consumir la mínima energía necesaria. Algunos de mis amigos
peronistas que en ese entonces vestían con doble pullover porque no llegaban a pagar
la boleta del gas iban a empezar a recordarme ese cambio que yo había votado. Y es
que cada vez había mas pobres, aunque nos hablaste de “pobreza cero”, y a mitad de
tu mandato cuando ya era evidente que la cosa no iba a mejorar vos decías “Cuando

hablamos de pobreza cero no hablamos de un día para otro”. Y no, seguro que no.
Anteriormente habías dicho “La primera cosa por la que quiero que se me evalúe es
por si pude bajar o no la pobreza”. Si tuviese que evaluarlo está claro que no pudiste.
Quizás primero había que llegar al límite máximo de pobres que pueda haber y luego
masacrarlos a todos y listo. Ya no sé qué pensar al respecto.
Me acuerdo que había gente que decía “Es un empresario millonario, no le interesa
robar, va a ordenar el país”, no pudimos ser tan ingenuos…
Mis futuros nietos van a seguir pagando la deuda que nos dejaste, esos millones que
en su gran mayoría se repartieron con tus amigos buitres. Queríamos escuelas para
educar a nuestros hijos, hospitales para curar a nuestros enfermos. En cambio nos
llenaste de pavimento, y eso no era relato, eso era real; lo tocabas y nos decías que era
real. Yo creo que a vos en vez de Botox te inyectaban cemento en la cara, hasta dejarla
bien dura. Espero que tus futuros nietos sientan vergüenza ajena al ver tu video
bailando en el mismo balcón donde Evita lloró.
“Pusieron metas demasiado optimistas”, claro está. Tendré que quedarme con una
confesión a medias repleta de excusas y frases que pasarán a la historia. Fue una
lástima que venían bien pero de golpe pasaron cosas… algún día me gustaría saber que
cosas pasaron y en qué momento venían bien porque se me pasó de largo ese detalle…
Cuestión que ahora seguís hablando de política desde tu país favorito Uruguay o desde
tu refugio en Villa La Angostura y a mí sólo me queda la fe y la esperanza de que algún
día vamos a vivir mejor.

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