Carta abierta de su padre a Ana Bertha Pérez

Carta abierta de su padre a Ana Bertha Pérez

Hidalgo del Parral, Chihuhua. Septiembre de 2022

Querida hija:
Mi querida y muy consentida hija, así te lo hice sentir siempre; tanto, que cuando me fui te
sentiste desamparada, sola, desvalida. Incluso enfermaste físicamente. No te dabas cuenta
lo que te pasaba, pero despertabas en una cama de hospital rodeada de doctores y
enfermeras. Tu mamá te llevó a Monterrey y te hicieron varios estudios, pero no
encontraron nada, no atinaban un diagnóstico, o mejor dicho sí lo hicieron: atribuyeron
todo a tu reciente orfandad y así era.
Afortunadamente, gracias al cariño y cuidado de tu madre al poco tiempo sanaste y
continuaste viviendo y saliendo adelante. Te hiciste fuerte y valiente; maduraste a marchas
forzadas. Pero en el fondo ¡como me añoraste!
Me lloraste año tras año, sobre todo en cada aniversario de mi partida, cuando tu mamá los
llevaba a misa ese día. Luego el dolor se fue transformando con el paso de los años, hasta
convertirse en un cálido recuerdo. Este mes de septiembre se cumplen 49 años de mi
partida.
Siempre te hice falta. En tu graduación de sexto y luego de secundaria y preparatoria y por
supuesto de profesional. No me sorprendió cuando escogiste tu carrera: Ciencias de la
Comunicación, aunque tal vez hubieras preferido la licenciatura en Periodismo.
Desde pequeña te gustó leer los periódicos; yo recibía cada día los locales y nacionales para
dar el noticiero cada mañana y tu me los pedías para jugar con ellos subrayándolos y
leyéndolos en voz alta.
Te encantaba ir conmigo a la XEAT y te la pasabas indagando de un departamento a otro
para conocer lo que se hacía en cada uno. Apenas tendrías entre ocho y diez años de edad.
Quien diría que en 1990 te convertirías en gerente de la primera estación de radio FM de
Parral con apenas 26 años de edad.
Sí, siempre les hice falta a todos, pero más falta les hubiera hecho su madre, tal como a mis
tres primeros hijos, a quien los tuvo que criar su abuela materna cuando mi primera esposa
falleció.
Su madre fue padre y madre a la vez hasta formarlos a todos con amor y firmeza,
convirtiendo a los siete, en hombres y mujeres de bien. ¡Qué mujer!, si le hubiera hecho

caso de atenderme a tiempo, seguramente no habría muerto a los 50 años de edad. Pero
como bien dices tu: “los hombres se mueren de necios”.
Perdóname por creerme eterno; por pensar que sobreviviría a mi madre, por no dejar
arregladas las cosas.
Y aún así su madre los animó a superarse y a no depender de una herencia, les dio a todos
la oportunidad de estudiar una carrera y el fruto de todo ese esfuerzo es una familia unida y
plena de amor. Nunca ha habido una diferencia entre ustedes como hermanos y tampoco
con sus dos hermanas mayores a quienes aman y respetan.
Yo me encuentro gozando de la vida eterna en compañía de tres de mis hijos que al igual
que yo, dejaron este mundo de manera anticipada, el primero quien me antecedió, por un
accidente y los otros dos por enfermedad. Se que un día nos volveremos a ver todos,
mientras tanto sigan amándose los unos a los otros como lo han hecho hasta ahora.
Con amor infinito.

TU PAPÁ

Desde Hidalgo del Parral, Chihuahua, México

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