A un mes del triunfo en Qatar, el escritor recrea segundo a segundo la jugada del gol de la selección argentina ante Francia, con todos los detalles. ¿Cómo quedó afuera del ránking de los mejores tantos de la Copa del Mundo?
35:11 A los once años, Nahuel Molina dejó de ser el crack de su pueblo, Empalme de Calamuchita, Córdoba, y se unió al programa de formación del Barcelona. Molina llegó a viajar dos veces a La Masía, donde los cracks de todos los Empalmes de Calamuchitas del mundo competían por unos pocos lugares. El filtro se fue haciendo cada vez más angosto, hasta que en un momento, como a la inmensa mayoría, lo dejaron ir. En ese momento Molina jugaba de volante o de delantero. Luego hizo inferiores en Boca, pasó a jugar de lateral derecho, debutó en primera a los dieciséis años pero no pudo afirmarse. Lo dieron a préstamo a Defensa y Justicia y luego a Rosario Central. En el invierno de 2020, cuando se quedó sin club y el fútbol estaba parado por la pandemia, Molina entrenaba por su cuenta en canchitas que conseguía de prestado por la zona de Avellaneda. Alguien lo tiene que haber visto; abrigado, tenaz, haciendo pasadas de toda la cancha a una velocidad sobrenatural.
Dos años y medio más tarde, exactamente a los 35 minutos y 10 segundos de la final del Mundial, Molina se da cuenta de que un mal rechazo de un defensor francés va caer en sus pies. Tiene menos de un segundo para tomar una decisión. Ya vio el pase en diagonal hacia Mac Allister. Pero está en una zona comprometida y su equipo va ganando. No sería ilógico reventarla, alejar el peligro. Sin embargo, decide asumir el riesgo, no solo el riesgo como equipo, sino el riesgo personal, el riesgo de dar un mal pase y provocar el empate francés, y aparecer instantáneamente en cientos de memes y programas de televisión como el culpable de haberle robado la ilusión a Messi y a cuarenta y cinco millones de argentinos en crisis. ¿Por qué, entonces, decide jugar? Quizá por un resabio de la escuela de La Masía. Quizá porque no tuvo tiempo para pensarlo. Quizá porque en ese momento, Molina, como todo el equipo, se sentía en estado de gracia; Argentina había borrado de la cancha a su rival con una mezcla asombrosa de concentración y encanto, dos atributos que suelen excluirse entre sí, pero que en este caso se combinaron durante todo el primer tiempo y gran parte del segundo.
Sea por las razones que fuere, a los 35:11 Molina impacta de aire la pelota con la cara interna de su pie derecho en dirección a Mac Allister y da inicio a una sucesión de movimientos y pases que diez segundos más tarde terminará en el que fue, sin dudas, el mejor gol del Mundial, y que sin embargo ustedes, personas de la FIFA encargadas de elegir los mejores goles del Mundial, no incluyeron entre los mejores diez.
35:01 Pero para ser justos hay que ir diez segundos más atrás. Francia tiene un lateral en ataque por su punta izquierda. Theo Hernandez (supongo que es él pero le puedo errar porque escribo esto mientras repaso la transmisión de la cámara táctica en la que los jugadores aparecen muy chiquitos y no tiene relato, y que fue misteriosamente subida a YouTube por un usuario llamado Gardelito2003 que tiene como avatar un escudo de Olimpo de Bahía Blanca) hace el lateral para Mbappé, que se la toca por un costado a Cuti Romero y la busca por el otro. Pero Molina, atento a la marca escalonada de la que deben haber hablado sin parar durante los últimos días, vuelve y la toca atrás hacia Dibu Martínez. Si bien lo de Martinez no es un pase, pareciera controlar la fuerza, parábola y dirección de su despeje. La pelota va a viajar un poco menos de tres segundos hasta aterrizar en la mitad de cancha, sobre el costado derecho argentino, en los pies de Upamecano. Mientras la pelota está en el aire, hay tiempo suficiente como para que Scaloni, apenas contenido por la línea punteada de su corralito, se acerque repiqueteando hasta Upamecano y lo apunte con ambas manos hasta casi tocarlo. Es probable que también haya gritado “presión” o algo parecido pero eso no lo puedo asegurar porque no se escucha en la transmisión de la cámara táctica.
Entonces, hay un despeje intencionalmente flotado, hay gritos y ademanes del técnico, y encima de eso el que está en la zona es Julián Álvarez, que probablemente no hubiera precisado nada de eso para arrinconar a Upamecano contra la línea. Si se detiene el cuadro en el momento en que Upamecano impacta con la zurda el rechazo que va a terminar en los pies de Molina, se puede ver que el presionado, el presionador físico, y el presionador intelectual quedan apretados en un espacio de un metro cuadrado. ¿Qué le pasa por el cuerpo y por la cabeza a un ex jugador tan reciente e intenso cuando hay una pelota en disputa a un metro suyo (en esa franja de la cancha que él solía trillar como un caballo) y no puede hacer más que gritar y sacudir las manos? Scaloni debe extrañar la descarga física, pero en ese momento al menos consiguió captar un plano muy cerrado de la acción, casi desde el punto de vista de su jugador, y ese es el tipo de satisfacción indirecta a la que todavía se debe estar acostumbrando; emociones contenidas que va acumulando a la altura del pecho, y que cada tanto libera, en agudas sesiones de llanto, junto con ese buda espiritual y futbolístico en el que parece haberse convertido Pablo Aimar.
35:12 Cuenta la leyenda que el primer Mac Allister en emigrar de Irlanda a Argentina fue Joseph Mac Allister en 1865. Cuenta otro tipo de leyenda que cuando el Colorado Mac Allister, padre de Alexis, llegó a Boca Jrs en 1992, tuvo que sonarse los mocos sobre la comida de uno de los líderes del plantel para ganarse el respeto del grupo. Cuenta, ya no la leyenda sino el propio Alexis (nacido en Santa Rosa, La Pampa, en 1998), que cuando se sumó al grupo de la Selección que venía de ganar la Copa América, todos le decían Colo, cosa que a él no le gustaba, hasta que un día Messi dijo que no lo llamaran más Colo, y todos dejaron de hacerlo. Cuenta también Alexis, que la primera vez que jugó con Messi le temblaban las piernas porque tenía miedo de pasarle la pelota de una forma que a él no le gustara.
A los 35:12, el pase de Molina le llega a Mac Allister con la fuerza suficiente como para que su marcador (creo que es Tchouméni) no lo pueda anticipar. Mac Allister recibe perfilado y toca de primera con la cara interna del pie derecho para Messi, a quien ya tenía localizado, tanto en esta jugada como en casi cualquier jugada del campeonato. Pero en ese medio segundo que dura el pase de Molina, Mac Allister no solo decide tocar de primera para Messi, sino también, casi en el mismo acto, picar al espacio por el centro y aprovechar la inercia contraria de su marcador para dejarlo en el camino.
35:13 Cinco jugadores argentinos tocan la pelota en este gol que ustedes no incluyeron entre los mejores diez del Mundial. El único en tocarla dos veces seguidas es Messi. Controla el pase de Mac Allister con la cara interna del pie izquierdo y sin que pique la toca con el revés del mismo pie para la subida de Julián Álvarez. ¿Por qué hizo dos toques y no uno como el resto? Seguramente intuyó que eso le pedía la jugada, que hacía falta ese cuarto de segundo adicional para atraer no solo la marca que tenía a su espalda sino también la de Upamecano, que instintivamente va hacia Messi como haría cualquier defensor, y deja libre el espacio para la subida de Alvaréz. En el momento en que Messi hace el segundo toque, a la misma altura de la cancha pero sobre el costado izquierdo, Ángel Di María empieza su carrera hacia el gol.
35:14 Julián Alvarez nació en Calchín, Córdoba, en el año 2000. Se probó en las inferiores de Real Madrid y Argentinos Juniors antes de recalar en River. Cuando volvió a su pueblo como campeón del mundo, en medio de los festejos, pidió perdón a los presentes por no haber podido responder todos los mensajes que le llegaban a sus redes sociales. Luego de la presión que fuerza el mal pase de Upamecano, Alvarez da un rodeo al trote por el corralito de Scaloni y recién vuelve a entrar a la cancha cuando Mac Allister está por tocar la pelota. Un segundo más tarde, cuando Messi controla, Alvarez ya le está marcando el pase con su carrera recta por la banda derecha. De todos los pases, el de Messi seguramente es el más genial, pero también es el único que obliga a su receptor a ajustar los pasos y frenar un poco su marcha. La participación de Álvarez en este gol sirve como resumen de su participación en el Mundial. Tiene la determinación y resistencia como para presionar y, cinco segundos más tarde, tiene la lucidez como para tocar de primera con el ángulo y la velocidad exactos como para que Mac Allister, que viene cortando por dentro, no tenga que frenar su carrera. Mientras tanto, en el sector izquierdo de la cancha, el defensor francés que estaba con Di María (supongo que es Koundé) se ve obligado a abandonar su marca y cruza la cancha en diagonal hacia Mac Allister.
Como dijimos, la transmisión de la cámara táctica no tiene relato, pero sí se escuchan las exclamaciones del público. Cuando Messi controla y toca la pelota en el aire, se escucha un oh de admiración. Cuando Álvarez pone a correr a Mac Allister, se escucha un barullo expectante, el público se pone de pie, los músculos se tensan, el griterío va en aumento como en el final reñido de una carrera de caballos.
35:19 La participación de Alexis Mac Allister en este gol también sirve como resumen de su participación en el Mundial. Jugar simple, correr al espacio, ser vertical. Estas son premisas que Mac Allister dice haber aprendido del Gringo Heinze cuando lo tuvo de técnico en Argentinos Juniors. En esta jugada, es el único que interviene dos veces, y en ambos casos toca de primera. Cuando Álvarez larga su pase profundo, Mac Allister está cruzando la mitad de la cancha. Va a demorar tres segundos y medio en llegar a la pelota. En ese transcurso, Lloris amaga salir y se queda, y Di María, ya libre de marca, sube por la izquierda, siempre medio metro más atrás que Mac Allister para evitar el fuera de juego. También en ese transcurso, Mac Allister va proyectando el final de la jugada, y cuando llega a la pelota, casi al borde del área, ya sabe que tiene que cruzarla de primera, con la fuerza y angulación justa como para que pase entre Lloris y los defensores y encuentre a de Di María sin que este tenga que alterar su carrera.
35:21 El alemán Mesut Özil tiene un truco de billar para engañar a arqueros y defensores. En un video hace una demostración: impacta la pelota con un golpe seco y oblicuo contra el piso para que dé un saltito y se levante. No es algo para que las personas comunes intenten en sus casas, de solo verlo uno puede sentir una distensión en el ligamento lateral interno de la rodilla. Pero Ángel Di María no es una persona común, y cuanto más veo su definición más me convenzo de que usó el truco de Özil para superar a Lloris. Algunos argumentos: Di María y Özil fueron compañeros en el Real Madrid durante varios años. Di María jugó la final contra Francia de una manera que hasta un ateo describiría como “tocado por Dios”. Di María es un experto en definir por encima del arquero, y más aún, es un experto en hacerlo en finales: en los Juegos Olímpicos contra Nigeria (picándola), en la Copa América contra Brasil (con el empeine), en la Finalísima contra Italia (picándola), y entonces ya no parece una locura que ahora contra Francia, en la final del Mundial, apriete la pelota contra el piso y la levante apenas lo suficiente como para que pase por encima del cuerpo estirado de Lloris.
Medio segundo después de que la pelota entre al arco, también lo hará Tchouméni, el jugador que Mac Allister había eliminado en el inicio de la jugada con su toque de primera, y que desde entonces venía siguiendo la acción sin poder recuperar la ventaja que le habían sacado.
35:11 a 35:21 Como dijimos, este gol transcurre en diez segundos. Más o menos lo mismo que le llevó a Maradona hacer el segundo gol contra los ingleses. Y el trayecto también es parecido, solo que acá no es individual sino colectivo. Intervienen cinco jugadores, seis toques, cada pase tiene la velocidad y el ángulo perfectos como para favorecer al receptor, para no perder ese medio segundo de ventaja que hace la diferencia entre que Tchouméni llegue a rechazar o termine enroscado en la red mientras los jugadores argentinos festejan.
Pensé que lo iba a gastar pero no hay caso. Luego de un mes y decenas de revisiones, este gol me sigue emocionando. Intento trazar las líneas de los pases en un papel. El dibujo no es lo mío pero creo que tiene algo. Podría ser una línea de Nazca, un tatuaje, o uno de esos mapas que solo se pueden distinguir desde el aire. Personas de la FIFA encargados de elegir los mejores goles del Mundial, ¿pueden apreciar la belleza geométrica de esta figura?
Fuente: Infobae