Carta abierta de Adrián Darío Arévalo a la sociedad

Carta abierta de Adrián Darío Arévalo a la sociedad

“INEXPLICABLE”.

 Se dice que una persona es inexplicable cuando podemos darnos cuenta que por sus diferentes actitudes solo piensan en ellas.

 Nos encontramos con un montón de gente así en estos días. Se multiplican.

 Los valores no importan, solo ellos.

De pequeño me enseñaron que hay que ser amable, solidario, respetuoso, a no hacer daño, a ayudar al prójimo. Todo eso son valores, que uno tiene o no tiene. Hoy en día la gente carece de todas esa cualidades, que tendrían que venir incorporadas en el gen de cada uno desde el nacimiento. ¡Pero no!

Genética dicen. Se dice que uno tiene genética por ejemplo cuando uno es esbelto y atlético, pero también se dice genética cuando uno nace con alguna carencia. Esa carencia es la que noto hoy en día, que no se trata de una carencia física sino espiritual.

Para ellos no importa el logro colectivo, en equipo, sino el logro individual. Somos seres individualistas, por genética, pero sumándole valores a nuestra cotidianidad, el individualismo puede quedar oculto, dando paso a otra clase de individuo.

 Siendo así estaríamos frente a lo que se llama persona.

¿Por qué se preguntarán?, si todos somos personas.

 Hay personas, personajes y caricaturas de las personas.

 Las hay de distintos tipos: agradable y simpáticas, generosas y bondadosas, etc. Pero también existen las que son todo lo contrario: egoístas y desagradable e irónicas  y déspotas.

  Hoy por hoy, solo veo caricaturas y no personas.

 ¡Veo gente muerta! Decían en una película.

 Yo creo que una parte de su ser ¡sí! está muerto, pero ¿se puede resucitar esa parte faltante?

 En ciertos casos sí, pero es muy difícil obtener hábitos que uno nunca aprendió.  Se puede recuperar solo si uno se da cuenta de esa falta; solo si uno quiere recuperarlo. Ahí empezaría a tener sentido, pero cuando uno no quiere, no cambia.

 Dicen que hay gente que no cambia más, que ya es grande para cambiar y queda instalada en su comodidad; o sea  eligen lo más fácil.

 Puede ser que lo más difícil sea cambiar. Pero como el no ya lo tenemos, porque no ir por el sí.

El ¡sí, puedo cambiar!

Sí puedo no ser tan individualista.

Sí puedo ser solidario.

Sí puedo levantarme hoy y no solo ser feliz yo, sino que  puedo hacer feliz a alguien.

 Suena simple, claro y sencillo al decirlo. Y lo sería si solo fuesen personas, no solo seres que se visten de personas, que solo llevan el envase, pero su contenido está vacío.

 Pero hasta los envases hoy en día se reciclan, entonces:

 ¿Por qué no reciclar nuestras vidas, y tener un nuevo envase, pero con contenido?

 Para eso se necesita sabiduría, y no todos la tienen; pero uno puede cultivarse y crecer. Y  comenzar a creer, que hay gente que es inexplicable, pero que en vez de multiplicarse, puede reducirse hasta que queden pocos, tan pocos que solo haya que sumar para no restar nunca más.

La carta de Adrián Darío Arévalo fue premiada en el Museo de la palabra de España en el cual lo nombraron Embajador argentino de la paz y por el que participó luego en dos libros por la paz para la Fundación César Egido Serrano.

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