Candidaturas políticas 6. Por Juan Botana

Candidaturas políticas 6. Por Juan Botana

En la política actual todo lo que se puede comprar se compra y todo lo que se puede guionar o couchear, se couchea. Una vez lo dijo José Pablo Feinmann cuando blanqueó que en una reunión con Néstor Kirchner, una vez que asumió como presidente, hablando sobre los intendentes de la provincia de Buenos Aires y viendo que la mayoría no le eran afines dijo: “Estos son nuestros y todos estos no lo son. De los que no son: ¿cuáles se pueden comprar?” Y comprar no es plata en efectivo. Son cargos, candidaturas, carpetazos, asuntos personales, mejor lugar en las listas, intereses comunes, dinero para obras, etc. Y así fue armando una base política sólida en la provincia que hoy responde al Frente de todos con su esposa, su hijo y La Cámpora a la cabeza. Lo del guión o el coucheo le va más a Juntos por el cambio. No hay más que escucharlos a Macri o a Larreta y te das cuenta que hablan de memoria y cuando van a la televisión o una radio pagan tres preguntas y una la dejan libre para que el periodista por lo general afín a ellos se luzca. Pero también con Wado de Pedro o cualquier político moderno sin habilidad en la oratoria. Dicho esto, me quiero centrar en el poder. Y el poder se concentra negando accesos. Por eso Patricia Bullrich se niega a que Schiaretti entre a Juntos por el cambio y acepta a Espert que lo considera un rival menor o no peronista o quizás lo proyecte en la provincia para quitarle votos a Santilli. O simplemente porque quiere hacer un frente de centro derecha o derecha antiperonista. En donde solo Milei podría entrar, pero a Milei no le conviene porque su bandera es la libertad, aunque una libertad adolescente y de soltería. Así que la jugada de Bullrich es parecida a la de Macri cuando aconsejado por Durán Barba y Marcos Peña no se alió con Massa sabiendo que si ganaba por un punto se colocaba como principal candidato de la oposición y después si se equivocaba Scioli o seguían apareciendo bolsos o carpetazos al kirchenismo ganaba. Y en 2015 ganó. Pero ahora no es Mauricio es Patricia. Y que sea mujer tiene un plus. En una época en que los derechos de las mujeres ponen en jaque a una sociedad machista. Y debería haber más candidatas a presidentes mujeres. Sin Cristina, sólo quedan Bregman y Castañeira por la izquierda. Y es muy poco para un movimiento feminista en alerta. Pero Patricia es mujer y pelea. Fue montonera, peronista, siendo ministra de trabajo de la alianza con mayoría radical se enfrentó a los gordos de la CGT y ministra de seguridad con Macri y hasta hizo de la seguridad su bandera. Si hasta se cargó la muerte de Santiago Maldonado y justificó el accionar de una gendarmería experta en ocultar personas y salió ilesa. Y ahora quiere ser presidenta y no quiere negociar su candidatura con Larreta ni con el peronismo federal ni Carrió, etc. Otro que parece no querer negociar es Massa que también como Bullrich se la pasó de partido en partido buscando posicionarse en el poder. Fue de la Ucedé, se volvió peronista cuando ingresó a la familia Galmarini, jefe de gabinete de Cristina, se abrió, armó el Frente Renovador, se lo llevó a Alberto, le paró la re-relección a Cristina, casi se alía con Macri contra Cristina y Scioli, se juntó con la ex radical Margarita Stolbitzer y otra vez hizo frente con Alberto y Cristina y hoy es superministro de economía. Y ahora amigo de La Cámpora y de Máximo quiere ser candidato único por el Frente de todos, que Wado, Scioli, Grabois y Rossi se bajen y que Alberto y Cristina lo bendigan. Pero para eso antes tiene que bajar la inflación, negociar con el FMI amenazando con los yuanes de China, reunirse en plenario con el Frente Renovador, armar las listas y acordar ir en frente con el Frente de todos y tomar licencia como ministro de economía para poder hacer campaña como quisiera. Más fácil la tiene Patricia y no digo que la pelea esté entre Bullrich y Massa porque hay otros. Pero si son dos que fueron cambiando de frente y de partidos para llegar a ser candidatos a presidentes. Y cambiarían de nuevo si la necesidad lo amerita. Una, con la promesa de poner orden en una economía y un país a la deriva. Y el otro, siendo piloto de tormentas de una economía y un país caótico. Del que Alberto se desentendió y Cristina se opuso cuando las papas quemaban y negó el acuerdo de su gobierno con el fondo y se atrincheró en su proscripción todavía sin condena firme. De la carrera presidencial ya se bajaron: Macri, Cristina, Alberto y ahora Urtubey. Gracias a la maniobra de Pato de no dejar entrar a Juan Schiaretti y que pierda Larreta.

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