Las arcas de la inocencia.
El mago sacando de la galera el conejo. Juego en las alturas de casa, ahí en la terraza, casi tocando el cielo.
Las marcas del polvo en el piso, el perro corrió a los gatos a la madrugada, esas son sus huellas.
Él se declara inocente mirándome desde una esquina de la terraza al lado de las azaleas, un ojo negro, el resto de ( Boby) es blanco.
La ropa sigue colgada del día anterior. Camisetas, calzones, mis vestidos, la alfombra del vestíbulo.
Hay sol que refleja la claridad del día.
Mi madre que grita desde abajo mirando a arriba: ” El desayuno!!!” Yo que prefiero jugar con Boby, y otra vez sus gritos.
Pero esta vez es distinto.
No le doy importancia. Me doy cuenta que mi estómago refunfuña. Corro hasta abajo.
Los pisos mojados, la canilla abierta. Mi madre en el medio del charco mirando el techo. La llamé pero no contestó.
Había pan con manteca sobre la mesa junto a un vaso de leche.
No contestó. Yo tampoco, seguí en las arcas de mi inocencia.