Hay un camino
donde todo se aquieta y se silencia,
no es el camino,
es la flor del viento que persigue Antígona.
¿Qué sueño
te hizo soñar por tanto tiempo?
Tu alma ruge como el océano
entre el cielo y el infierno.
Antígona sueña con su hermana
y se hace sombra con su madre,
el ángel ciego de la calle se aproxima.
Atada y desatada a la tierra desolada,
no hay otro lugar para caer.
Oh, dioses, no me miren tan alto ni tan lejos.
Por segunda vez recojo cal entre mis manos,
los ojos de mi padre me encandilan,
tengo las palmas de las manos
ungidas con aceite.
En el silencio
hay más dolor que en el sollozo.
Tiresias, viejo y ciego mundo,
trae luz a la tumba de tu Antígona,
para que el mundo no devore al mundo,
regrésanos a casa.
El amado aún no llega,
es la hora de cerrar los ojos
y tenderse dulcemente
sobre la sábana blanca de la muerte.