Escribí una carta, artículo o poema a un escritor conocido. Podés tomar como ejemplo la primera carta del libro “Un barroco de trinchera” que le escribió Néstor Perlongher a Osvaldo Baigorria.
Escribila y enviala a: juanbotanaborradores@gmail.com
“Un barroco sin trinchera”: Cartas (1977-1986)
Tablada, 21 de agosto de 1978
Queridos Osvaldo / Milu
Me alegra que mis nefastas presunciones no se hayan cumplido y que continúen morando en esas altas latitudes.
Mucho he tardado empero en contestar; tal mora parecería desmentir mi alegría. Más no es así, que envuelto en la mañana -trabajo en la mañana en una escuela como Asistente Social y a la tarde hago encuestas, hasta de tres empresas a la vez, y poco tiempo me queda para vivir.
La mayor parte del día se desarrolla en colectivos, puesto que mi vivienda queda excesivamente apartada -circunstancia que les hará sonreír, si recuerdan mi inextinguible amor por el centro- y la serenidad no es una virtud que tenga a los vehículos como mejor contexto para desarrollarse. Así que estoy padeciendo los horrores de la civilización, sin haber tomado aún vuestro sabio camino.
No son inúmeras las dificultades, sino una, y sé que la conocen, la que me ata a este país. No es un problema de voluntad, ni tampoco un problema de dinero. Lo más probable es que me vaya al Brasil, donde los requisitos para entrar no son tan complicados y la posibilidad de conseguir laburar en investigación de mercado, si bien no son abundantes, por lo menos existen, por lo menos existen, condición que no se da en ninguno de los países limítrofes.
Una de las pocas cosas divertidas que me han ocurrido es que me ha sido premiado un poema en la SADE, en un concurso de poemas inéditos. Concurrí en consecuencia a una penosa ceremonia, en la que los concurrentes fuimos bombardeados con discursos interminables y latosos y la lectura de poemas mediocres al termino de la cual fui depositario de un diploma que atestigua mi ingreso al Olimpo. Después uno de los jurados se deshizo en frases admonitorias. Confieso que me divertí, fui con cuatro amigos de dudoso aspecto, cuya presencia contrastaba con la solemnidad del lugar. También mi poema creo que contrastaba. En fin, suelo ser escenario de confusos contrastes o desastres.
Mi estado de ánimo es más bien pésimo. Padezco de soledad, melancolía y paranoia. Mis relaciones con la señora de ojos vendados y balanza de almacenero no son nada buenas, si bien ninguna catástrofe ha sucedido aún. Todo está como hace un año.
También yo estoy como hace un año. He vivido un año en blanco, horrible. Hay un poema de Neruda que dice: “1948, mal año, año de pestes”, o algo así. Me parece que ya lo cité.
Vuestras revelaciones sobre la poda y siembra de árboles me resultan francamente tranquilizadoras. De todos modos existe la posibilidad de que algún desprevenido se coloque del lado que va a caer la conífera, lo cual se podría ilustrar con un gráfico que no viene al caso adjuntar. En realidad, la paranoia es un fantasma que se lleva con uno y puede constituirse en cualquier lugar. Estoy haciendo una proyección.
Realmente no recibí vuestra carta anterior a la de las coníferas y ello me preocupa. Con mi correspondencia suceden cosas extrañas: cartas que llegan abiertas, otras que llegan sin matasellos y otras que no llegan. En fin, no es para preocuparse demasiado, si uno no tiene demasiado que decir.
A veces me pregunto: ¿volveremos a vernos alguna vez?
Yo espero fervientemente que sí, más, si ello no ocurre, tratemos de compensar con la puntualidad de nuestras cartas: lo azaroso de las distancias.
Pregunta para O: ¿sigues escribiendo? Y en caso afirmativo, ¿en qué idioma lo haces?
Yo he abandonado mis estudios de inglés, en razón de que la amiga que me enseñaba no tiene ahora tiempo para hacerlo. Veo además que mis posibilidades de viajar a un país de habla inglesa son escasas. Estoy tendiendo muchas redes a España; de todos modos, hasta que no resuelva mi situación, mis planes son vanos.
Espero que me contesten pronto. Os mando mis más amables besos.
n.
