Carta abierta de Maigualida Pérez a Nirgua… Tierra de Magia

Carta abierta de Maigualida Pérez a Nirgua… Tierra de Magia

En  el  medio de  la selva  se escuchan los rumores que llaman  a la lluvia y en un lento  giro musical, los ejecutantes hacen el ritual maravilloso  de rondas consecutivas inclinando hacia  adelante  y  hacia  atrás, los cuerpos  sudorosos que en el frenesí del ruego  manan  con  energías  el líquido  contenido en la materia.  Materia que agotada por el  acto mismo, comienza  a traspasar el plano real para conectarse con el espíritu de  la  Madre Universal  entonando  los  cantos que  alaban  a  la  tierra, al agua, a la lluvia,  al  sol,  a la luna,  al río,  al vientre  protector  y  generador  de  la  vida…  a la Naturaleza.

   Con  las  manos  pintan  y  tallan  en  la  piedra las formas de los dioses benefactores, develando así – para las futuras generaciones- las caras y los cuerpos de los elementos primigenios  que  conducen   su  pueblo.  Con  plumas  y  caracoles;  madera,  semillas, capachos  y conchas,  danzan  ante el gran hallazgo del hombre que es el fuego; ante el río,  fecundador de la tierra;  ante el Sol, el gran dador de la vida;  la Luna compañera permanente  de  las  noches  tibias  de  deseo  y  comunión  para engendrar  la herencia donde confluirán lo ancestral y el futuro, lo viejo y lo nuevo; ante la lluvia  -que creían- salía  de  la  chicha  que  vertía  la  pareja  creadora,  cuando  se  emborrachaban…  Y cantando   en   lengua   Chibcha  del   tronco   Arawak,   piden   a   esos  dioses   por  la preservación  de  su mundo  elemental  y  primigenio; por la  preservación  en el tiempo de  la  casta  Jirahara-Ayamán,   durante   el  eclipse   sangrante  para  que  la luna  no muriera,  porque  si ésta moría, moría el hombre.

    En  la  intimidad de la  montaña, circundada por quebradas y planicies,  sus cuerpos danzan ataviados  de la jerarquía  que  les  otorgan sus  hermanos y en la piedra dejan la huella indeleble de su histórico  paso  por  esta  tierra  llena  de  bondades  y belleza que es Nirgua: Nirva del Callao;  ¡Nirua la del Prado!

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