Pepo, una vida de rock (Tony 70, La Renga, El Mono, Mollo y el fantasma del Indio). Por Juan Botana

Pepo, una vida de rock (Tony 70, La Renga, El Mono, Mollo y el fantasma del Indio). Por Juan Botana

Pepo se quería matar. Andy Chango no paraba de pedir whiskys y encima cantaba mal. Había ido poca gente y con el pañuelito y el faso se parecía más a Tony Bennett que a un músico de rock. O quería ser Boris Vian.

Además, se la pasaba todo el tiempo promocionando el partido de tenis que le iba a jugar a Eduardo Feinmann y que si le ganaba iba a ver porros de regalo para todos. Y eso era genial.

A Pepo no le parecía tanto. Tenía miedo que Alejandro se enojara porque trajo a este muchacho a cantar y El Living hoy iba para atrás. Así que prefirió juntar los vasos y lavarlos y hacerse el desentendido de lo que había hecho. Hasta que llegaron dos peluqueros fanáticos de Andy Chango y que pedían además que tocara Tony 70.

Y Tony 70 había venido con ellos y quería tocar funk. Así que tocaron juntos y la cosa se puso mejor. Además, los peluqueros se ofrecieron a cortar el pelo gratis a los que querían en 5 minutos al estilo Leo Paparella y lo pusieron en la pizarra en la puerta y El Living se llenó.

“Viste Pepo que no te tenés que amargar”, le dijo Alejandro al oído. “El rock and roll siempre nos va a salvar”. “Ya lo creo”, le constestó. Y se cortó el pelo él también. Y también Dany y Ringo que estaban con él. El Rey y “Jorgito” Porcel no quisieron porque ellos no traicionan a su peluquero Pablito y está bien. Algunos son muy fieles a sus peluqueros. Qué sé yo.

Después que terminaron los shows de los peluqueros, de Andy y de Tony 70, el bar cerró. Y Pepo se fue con Dany y Ringo a la casa de Dany a tomar mate con facturas. ¿Y a que no saben quiénes estaban ahí? Maxi con el percusionista de Marcela Morello y Chizzo y Manu de La Renga. Pepo explotaba de alegría y les pasaba mate y factura a los tres. Y si pedían una cerveza o un porro también.

Parece que Maxi vivía con Dany y en su pieza da clases de batería. Parece que le grabó la batería de un disco a Érica García, que por entonces era novia de Ricardo Mollo y ahí conoció a Chizzo y a Manu de La Renga y se enganchó para tocar la percusión en los shows de hoy y mañana en Atlanta. Y que el percusionista de Marcela Morello que daba clases al lado de la pieza de Maxi que vivía con Dany le estaba enseñando algunas cosas. Igual Maxi se creía que ya sabía todas. El tenía el power muy arriba y sabía siempre cuál era el point. Además había llegado hace poco de Nueva York y había escuchado a una banda inglesa que se llamaba Jamiroquai y quería hacer eso con El Mono.

El Mono era una banda nueva que él tenía con Manu de La Renga e iban a tocar el fin de semana que viene en el Catulo Castillo en Palermo. “Y ya que quieren tocar: ¿por qué no se vienen a El Living?”, les dijo Pepo. Maxi lo miró. Y si bien no le convencía mucho la idea porque el bar no era conocido en el mundo del rock, le dijo que sí. “No, Manu. Como ensayo nos sirve”. Háganlo como quieran les dijo Pepo, pero vengan. “Hecho”, Maxi contestó.

Entonces Pepo ya tenía cerrado otro show y con eso estaba contento. Igual no era obligatorio que él consiguiera a los músicos. Pero Alejandro siempre lo esperaba hasta el martes o miércoles y si Pepo no tenía nada, Alejandro buscaba algún músico para que fuera a tocar. Pero salvo los del primer viernes, Pepo hasta ahora conseguía alguno.

Consiguió a Javier Calamaro que fue con Los Guarros y a Andy Chango. Y ahora parece que a El Mono donde canta Manu, el mismo que toca la armónica en La balada del diablo y la muerte de La Renga. Y va a hacerlo justo el fin de semana siguiente a que toquen en Atlanta. Genial. Así que Pepo estaba contento. Y más contento se iba a poner cuando después de haber dormido unas horas en un colchón que le tiró Dany se fueron todos a Atlanta a probar sonido. Y ahí estaba Ricardo Mollo y todos sus producidos: Érica García y todos los integrantes de La Renga; más Maxi, Daniel y él. Y el recuerdo de cuando su papá lo traía de chico a la colonia del club.

Casi que pensó en llamarlo para contarle que estaba allí, pero para qué. Si a su padre no le importan sus avances como relacionista público del rock, si no que haga deportes y no estuviera tan gordo. Porque a este paso ya lo era. Y hasta pensó en llamar al productor de Mauro Viale y ofrecerse como panelista de rock. O a algún canal de cable o revista. Pepo se sentó en la batería y miró el escenario vacío desde allí. Y se imaginó tocando él con el estadio colmado de gente. Creyó que el show empezaba con la voz ronca de Chizzo diciendo “Soy el que nunca aprendió desde que nació cómo debe vivir el humano” . Y hasta vio antes de hoy a la noche las banderas flameando con las caras del “Che” y las remeras negras y rojas de La Renga y las bengalas. Y hasta bajo despacio de la bata y vio pasar a un tipo flaquito rapado y con anteojos de sol y creyó que era el “Indio” Solari y tan emocionado estaba que cuando le preguntó: ¿Indio sos vos?. Le respondió: “Ji, Ji, ji”. Y le creyó.

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