Empezaron las campañas y los candidatos se esfuerzan porque los llamen de un modo u otro y los vean fuertes, seguros, valientes, democráticos, amables, predispuestos. Y seguramente en ese “Horacio Presidente” del afiche de Juntos por el Cambio estará su fortaleza y crea que poner grande el “Horacio” le da más cercanía con la gente y esconder el “Rodríguez Larreta” en letra chica lo favorezca. Y al lado de ese el de “Santilli Gobernador” a la inversa. El “Santilli” en grande y el “Diego” en minúscula. Porque a éste no lo conoce nadie en la provincia. Se cambió el domicilio hace un par de años para ser precandidato y esto lo demuestra. Y tal vez el “Santilli” grande tenga más que ver con la gloria que obtuvo su padre Hugo como presidente de River cuando River fue campeón del mundo en los ´90. Pero comparten el eslogan del afiche que dice algo así como “Hagamos el cambio de nuestras vidas”. Otra propaganda cercana es la de “Fede” Otermín intendente y “Martín” Insaurralde concejal en Lomas de Zamora. Y como es un pago chico ahí somos todos amigos, vecinos, compañeros y nos llamamos por el nombre, así que bien está la apuesta. Y si Martín Insaurralde, actual jefe de gabinete de la provincia de Buenos Aires, no va en la boleta es posible que a Federico Otermín lo conozcan poco y Martín así le pasa votos y además rima. Milei quiere parecer menos autoritario y bajó al candidato al Parlasur, Lucas Luna, por discriminar al primer candidato a legislador de Juntos por el Cambio en la ciudad de Buenos Aires, Franco Rinaldi, y está bien. Excepto que estas cosas las hacen en los meses que duran las elecciones y después se olvidan. Siempre digo que ahora los candidatos te abrazan y hasta parecen que quieren darte besos en la boca en las publicidades y después te tiran el auto encima. Qué manía la de los argentinos de favorecer a los que tienen más privilegios y abandonar a los que no los tienen. La misma de hacer distribución de la clase media hacia la clase baja. Y a la clase alta ni la tocan. Salvo el impuesto a las grandes fortunas por única vez. O la propuesta de Guillermo Moreno de pedirles una ayuda patriótica a las grandes fortunas de la pampa húmeda y con eso pagar la deuda externa. Y después quedarán endeudados con los oligarcas a los que tanto critica. Pero es eso o el Club de París o un nuevo acuerdo con el Fondo o la plata de los árabes o los chinos o entregar el litio o vaca muerta. Y algo de eso debe estar pensando Milei para conseguir los dólares que dolarizarán la Argentina. Como si no estuviera dolarizada, excepto en la moneda. Por ahora Massa es candidato y los sueños del kirchenismo de un candidato propio (Cristina o Wado) por Unión por la Patria se esfuman. Y no sé porque soñaba la militancia con eso cuando el kirchenismo siempre eligió un liberal, radical o de centroderecha como acompañante de fórmula. Recuerden: Kirchner-Scioli, Cristina-Cobos, Cristina-Boudou (se hace el zurdo después), Scioli- Zannini, Alberto-Cristina y ahora Massa-Rossi. Y Rossi tiene que salir a decir que es kirchenista para que lo recuerden y por qué defendió al presidente Fernández este último año cuando lo ninguneaba Cristina. Y Cristina se le coló a Sergio Massa en la primera aparición pública después de anunciar la fórmula de unidad. Y Máximo dice que fue él quien propuso a Rossi como vice. Y Cristina dice que su candidato era “Wado” en la cara de Massa. Y Rossi dijo que fue el presidente quien le propuso ser precandidato a vicepresidente por Unión por la Patria. Y Scioli se abrazó ahora con Massa. Y la militancia kirchnista cree que vota al peronismo. Y hay tantos peronismos como gobernadores peronistas en las provincias hay. Y el proyecto político de Manzur aunque sea aliado no es el mismo. Y el proyecto político del peronismo cordobés nunca fue el mismo. Primero con De la Sota -que en paz descanse- y ahora con Juan Schiaretti. Pero aunque su candidato Martín Llaryora ganó en la provincia contra Luis Juez de Juntos por el Cambio, le cuesta imponer su proyecto a nivel nacional. Como le va a costar a los principales candidatos: Massa o Sergio, Bullrich o Patricia, Horacio o Rodríguez Larreta, Milei o Javier, Myriam o Bregman, imponer sus nombres u apellidos. Excepto a Gildo Insfrán que le importa poco como lo llamen y ganó la gobernación de Formosa por octava vez consecutiva por más del 70 por ciento de los votos. Y mejor que le pregunten a él qué hay que hacer para mantenerse en el poder tanto tiempo. Si con poner 64 boletas colectoras apoyando su candidatura a gobernador basta. O si hay que generar en el electorado una dependencia tal a su persona que termine pensando que el Estado es él. O a la inversa.