Así lo conocían en Fiorito, esa localidad del Gran Buenos Aires, que en el imaginario de muchos pertenece a Lanús y a Lomas de Zamora, o a ninguna de las dos, como el mismo decía. Un militante de base peronista típico, o no tanto, es decir, alguien que nació en Fiorito y se aquerenció a tal punto que solo podrían sacarlo con las botas para adelante puestas, cuando llueve. Con un pilotín de plástico con la foto estampada de Perón y Evita. O en un bote de goma, cuando se la pasa rescatando vecinos y vecinas cuando el conurbano se inunda. ¡Y se inunda!
Mi homenaje a don Cubo me obliga a no hablar de literatura, aunque le gusta. Si hasta escribió más de un poema social y participa de talleres de escritura en el Museo Americanista. Como le gusta la electricidad a la que hizo su oficio, tomar mate con amigos y estar con la familia. Si no de algo concreto y real: la política. Y en los barrios como Fiorito, lo que sobra es política. ¡Porque hay tanto por hacer!
Pero Cubo fue más lo que dio, de lo que le dio la política.
Si hasta le sacaron la estación de tren. Porque Villa Fiorito la tiene, pero el tren no pasa hace tiempo. Y así pasa también con los hospitales, las salitas de emergencias, las escuelas, los comercios y las fábricas. Y hoy lo que sobran son comedores comunitarios con más bocas que plata. Y padres y madres de familia escondiendo su llanto en la almohada, para que no los vean por las noches, llorar sus hijos. Ni les pregunten hasta cuándo. Y Cubo repite por las calles: “Ya llega, ya llega”. Sin saberlo a ciencia cierta.
Ahí es cuando Cubo trae al recuerdo una frase de Perón y levanta la vista: “Los charlatanes que capitanean bandas políticas dicen que el gobierno peronista ha arruinado el país. Nosotros sabemos que el esfuerzo más grande ha sido para pagar las deudas que ellos contrajeron y para recuperar los bienes que ellos entregaron, por moneditas de coima. La diferencia entre ellos y nosotros está en los hechos mismos”. Y se lo vamos a demostrar, ahora, que volvimos al gobierno.
Y sigue: “Las personas se fijan en los errores que cometes, y se olvidan lo bueno que hiciste por ellas. Por eso le pegan a Cristina, antes a Néstor, a Perón, a Evita o a quién sea peronista”. “Estamos hechos de sufrimiento, persecuciones. Somos raíz del tronco talado por la barbarie. Somos junco que se quiebra, que resiste la peor de las tormentas. Somos Patria. Somos fuego de la historia. Somos la raza militante. Somos los resilientes. Herederos del futuro, negado por los opresores. Nos persiguen, nos matan, nos insepultan, para hacernos desaparecer. En la negra noche de dictaduras varias, pero somos semilla de libertad. Volvemos a nacer y a levantar banderas de justicia social, de independencia económica, de soberanía política. Volvimos porque nuestra patria grande nos convoca. Volvimos a reparar injusticias. Volvimos para la alegría de los más humildes. Y somos conscientes que si es necesario. Volveremos cien veces”.
Lo decía mientras me alcanzaba otro mate y festejaba con su gente. Porque como le escuché decir una vez alguien: “Hasta el peor gobierno peronista mira para abajo. Mas no sea porque le duele la cintura”.
Cubo es un militante de base sin mayúsculas y sabe perfectamente que incluso con el peronismo puede que Fiorito no vea nunca los beneficios reales de una política que los iguale con otras localidades del municipio como Banfield, Lomas, Témperley, Llavallol o Turdera. Y que el proyecto de ley para la creación del Partido de La Ribera, que unificaría Fiorito con Budge nunca se concretaría, pero igual pelea.
Dice haber estudiado en la Universidad Montonera cuando recuerda que el peronismo tuvo a los mejores y a los peores hombres, el problema es que a los mejores los mataron a todos. “Pero algunos quedamos y ahora hay pibes y pibas que levantan de nuevo nuestras banderas”.
Con Cubo nos conocimos en la presentación de mi libro “Amores truncos” que organicé en el Museo Americanista de Lomas de Zamora, y en vez de llevarse el libro de poemas, se llevó “Toda la voz de América en mi piel”, un ensayo sobre la crónica, porque quería aprender, aunque su escritura se aproxima más a la proclama o a la poesía.
Lo curioso es que él me llama compañero, porque mi escritura toma partido por los más débiles y eso me haría peronista.
En eso de empezar por los últimos para llegar a los primeros.
En esa frase de Perón que aún hoy circula como chiste, pero que el General decía en serio.
Año 1972, ante la pregunta de un periodista español para que diseccionara el espectro político argentino, Perón respondió: “Miré, en Argentina hay un 30% de radicales, lo que ustedes entienden por liberales; un 30% de conservadores y otro tanto de socialistas”. “Y entonces, ¿dónde están los peronistas?”, inquirió el periodista. “Ah, no, peronistas somos todos”. Y más en épocas como éstas, donde unos pocos tienen mucho y los demás miramos las vidrieras. Y en Fiorito ni tren nos queda.