Querido Toni:
Es posible temer lo que se aprueba. Lo sé porque cuando vi que Ancelotti te dejaba fuera de la alineación frente al Athletic pensé que era un movimiento adecuado, pero a la vez sentí miedo. Miedo a que la decisión del técnico te sirva como argumento para que tú, a tu vez, tomes la decisión que no queremos que tomes.
Como no podía ser de otro modo, abogo por las rotaciones en medio de este calendario que, a punta de exhaustivo y extenuante, trata de compensar el efecto del parón del mundial de la vergüenza, y comprendo que Toni Kroos tiene que rotar, sobre todo cuando la competencia en el centro del campo se acrecienta con el buen momento de candidatos como Camavinga y Ceballos. Tiene que ser así, y a la vez me inquieta que el que así sea te empuje al abismo de la decisión sobre la que yo mismo, ahora, no hago más que dar vueltas con miedo a mentar la opción, la posibilidad de lo que habrá de pasar pero, sencillamente, aún no debe pasar.
Por eso sentí también alivio cuando aprovechaste tus pocos minutos para meter un gol tan marca de la casa que era como el sello compulsado de la esperanza. Quizá ahí pensaste en arrinconar la perspectiva tajante que un minuto antes, sentado en el banquillo, iba cobrando peso. Yo solo vengo a decirte que lo que te vino a la cabeza al anotar frente a Unai Simón, y no lo anterior, es lo indicado. Solo vengo a decirte que hagas lo que quieras, Toni, pero que no. Que todavía no, coño.
Se hace raro implorar a un futbolista en estos términos. Normalmente, hay que rogarle que mire con frialdad su propia decadencia y obre en consecuencia, o hay que morderse la boca para no decírselo. Por lo general, el grupo de aduladores que rodea a las estrellas, en combinación con su propio ego, les impide tener tu lucidez. Pero tú te estás pasando de lúcido, Toni, estás dejando que el miedo a dejar de ser tú se te adelante en la carrera. Sucede que tú eres aún tú, más tú que nunca diría, y que te puedes permitir hollar el inicio del descenso (solo el inicio, Toni) sin que se resienta un ápice la memoria, sin que el recuerdo se agriete. En el equilibrio entre futuro y prestigio estás ponderando lo segundo por encima de tus posibilidades, o quizá (lo admito) tan solo por encima de las nuestras. Dependemos de ti como de todas las cosas buenas de la vida, así que decide lo que quieras, pero procura por todos los medios que aquello que decidas sea lo que nos conviene.
SOLO VENGO A DECIRTE QUE HAGAS LO QUE QUIERAS, TONI, PERO QUE NO. QUE TODAVÍA NO, COÑO
Qué descaro, ¿no? Pues sí, claro, el descaro egoísta del hincha, del admirador capaz de enamorarse de un pase largo como quien suspira por unas piernas inacabables, de unas estadísticas frías (noventa y tantos por ciento en pases a lo largo de nueve años) como si tuvieran la calidez de una espalda desnuda bajo un edredón. Toni, no nos jodas.
Lo tuyo es admirable, pero en la vida es posible ser demasiado admirable. Tú estás ahí. Es verdad que los maestros del show-business recomiendan dejar siempre al público con ganas de más, pero en tu caso sería dejarlo apenas con la miel en los labios. El mal timing puede también ser el otro, Toni. Me descubro ante tu brutal honestidad, pero de sobra sabes que si hay algo temible en este mundo es precisamente la honestidad. Eres ejemplar pero en esto no queremos que lo seas tanto, a ver si metes esto en tu cabezota alemana. Déjate de remilgos, repara los reparos y firma aquí de una vez, cabrón.
Fuente: La Galerna