Pensando ayer en mundos distópicos, que representan muy bien en las series y películas que nos trae Hollywood.
Me sumerjo en ello, pensando que no estamos muy lejos de lo que la pantalla nos grita en colores, sensaciones, palabras, música, que tratan de alertar a una sociedad dormida.
Sumergidos en teléfonos, plataformas de streaming, perdiendo paulatinamente la percepción de la naturaleza.
Creemos que el bien y el mal están al alcance con resignación, sin reflexionar sobre ello.
Pensar el mundo trae acarreada una gran responsabilidad, que dada la vida que hoy se nos impone, no podemos tomar.
Somos animales adiestrados, a cumplir con el objetivo de ser lo que se espera de nosotros.
Sí somos felices en ese proceso, mejor. Y sino a conformarse. Será en otra vida.
El peor rasgo de la especie es “sálvese quién pueda”.
Cada día la privacidad de las personas quedan expuesta ante una gran cantidad de espectadores, atónitos o no, de lo que ven . No existe: mi vida es mía.
Eso fue reemplazado casi sin darnos cuenta por: mi vida es de todos los que quieran verla.
Así estamos.
Desde Ciudad de Buenos Aires, Argentina