Bajamos caminando
por el cajón del Maipo
de la cordillera andina.
Nos levanta un señor mayor,
nos pregunta si estábamos hace mucho rato.
Se alegra que le digamos que no.
Los tiempos no son los de antes,
ahora que el subte se ha esparcido,
la gente no es la de antes.
Pienso en la alienación.
Él es un trabajador,
nos cuenta que a donde vive
todavía sigue siendo igual,
la gente es campesina
porque el Metro no los comió.
Pienso en el concurso
BiblioMetro,
Pienso en las pantallas gigantes
que muestran una cultura hegemónica
repitiéndose
con los mismos mensajes
en las paredes
de ese transporte
tres pisos
más de 15m por
debajo de la tierra,
que me hace sentir una presión craneal
que ni buceando he sentido.
La línea seis,
la violeta,
metro nuevo
con puertas antisuicidios.
Con eso en mente,
creo que han despertado
a algún demonio como a
un balgor en las minas de Tirith,
criaturas que consumen poder
a cambio de tener el control del fuego.
Deberíamos estar todos gritando
como Bomba Estéreo
Mantenlo prendido fuego
y no lo dejes apagar
para que alguien puedaresponder:
¿Qué aire quiere
ser consumida por el fuego?
¿Qué agua quiere
ser hervida por el fuego?
¿Qué aire o qué agua
genera
las tormentas
y las olas?