La historia la supe entonces hace pocos días. Y fue Susy Rebequi quien la escribió y la vivió. El 90% de las mujeres sufrió acoso callejero entre los 7 y los 15 años. Y quizás porque le dio vergüenza, jamás lo contó.
Toda la vida existieron personas abusivas. Pedófilos que atacaban a niños.
Años 70, recuerdo estar a la hora de la siesta, jugando en la puerta de casa. Era verano. Era la época en donde no se vivía entre rejas; casas de puertas abiertas y pasillos despojados de trabas.
Era normal ver a los niños de la cuadra jugando en la vereda; hacer casitas entre árboles y armar gomeras con ruleros y globos y las balas, con las pelotitas del paraíso de la esquina.
Con las florcitas las niñas hacíamos coronas o guirnaldas, y con la tierra mojada, tortitas o comiditas de barro.
Pero esa tarde parecía que no había niños.
En la puerta de casa había una camioneta que mi hermano había comprado y la estaba arreglando para vender. Me gustaba jugar en la caja de la camioneta; era como tener una casa de juguetes con piso y paredes de chapa. El lugar de las ruedas, se podía transformar en asientos.
Esa tarde no había nadie. La camioneta tenía un tachito sobre la carrocería que era indicador que estaba a la venta.
Recuerdo estar jugando,
Barría el piso y juntaba la tierra y las hojas de los árboles que se caían.
Un auto se detuvo; un Fiat 1500 color verde oscuro. Un señor conduciendo pregunto si la camioneta se vendía y si estaba el dueño. Le respondí que era de mi hermano y que él no estaba.
Me dijo que me acercara para darle la dirección de casa así pasaba mas tarde, o mañana por la mañana, a hablar con él.
Me acerqué hacia el auto, sin bajar de la caja de la camioneta y, cuando le estaba diciendo que el cartel decía: Cnel. Aguirre pero la calle tenía nuevo nombre y se llamaba Manuel, lo miré; justo en ese momento, el tipo tomaba sus genitales en sus manos y comenzaba a masturbarse.
Por supuesto, a mi edad, no sabía que significaba esa palabra ni que era, pero al verlo así, solo atiné a largar la escoba que tenía en mis manos y salir corriendo para casa.
Sólo recuerdo que corrí por el pasillo hacia la cocina, cerré la puerta con llave y sin decir más nada, me recosté al lado de mamá que se había quedado dormida haciendo la siesta.
Temblé un rato, mordía las sábanas para que mamá no se diera cuenta que estaba espantada, hasta que me quedé dormida.
Nunca conté esto que me pasó a nadie de la familia. Lo oculté en el olvido en los recuerdos. Lo olvidé hasta hace un tiempo atrás, nomás. Y hoy pude escribirlo.
“La palabra sana”, pensé. Con el oído puesto en el dolor del otro.
Desconozco por que extraña razón me contó esta historia a mí hace unos días, y con el estricto permiso de ella, la publiqué. Susy era chica, y tuvieron que pasar muchos años para que pueda decirlo. .Podría haber sido una niña de tantas -continuó diciendo- pero corrí y olvidé.
SUSY REBEQUI
19.10.2019