“Sería un error pensar que la literatura va en busca de la verdad”: María Negroni abrió una nueva edición de Filba

“Sería un error pensar que la literatura va en busca de la verdad”: María Negroni abrió una nueva edición de Filba

Este miércoles comenzó el Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires. Hubo abrazos, una reflexión con los ojos cerrados, una performance ecologista y plantitas de regalo.

Abrazos, muchos, quizá como antídoto al viento de una esquiva primavera en Buenos Aires. Esa era la imagen que se vio al entrar al hall del Museo Malba para la inauguración de la 14° edición del Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (FILBA), tras dos años de virtualidad. Una efusividad sin barbijos, parecida a la que se vivió en la última Feria del Libro, reinaba. Continuaban con esas ganas de encuentro con los otros. También fueron parte del paisaje los pequeños grupos que charlan y que se reconfiguran a medida que llegan los invitados.

La cita era a las siete de la tarde para escuchar el discurso inaugural de la poeta, ensayista y una de las voces más inclasificables de la literatura argentina María Negroni. Todos sabíamos que el título de apertura era “Historia natural del deseo. Cinco fragmentos a favor de lo indócil” pero sorprendió con seis. Entre los que esperaban para pasar al auditorio y escucharla estaban Claudia Piñeiro, Betina González, Gonzalo Heredia, Claudia Aboaf, Sonia Budassi y Florencia Abbate, recientemente designada como Directora de Letras del Fondo Nacional de Las Artes (FNA).

Luego llegaron Adriana Fernández, directora editorial de Planeta, junto a Mercedes Güiraldes y Mariano Valerio que se encontraron a Nacho Iraola y Ana Wajszczuk, conversando con Fernando Pérez Morales, editor del sello Notanpuán. El editor Daniel Divinsky también participó del encuentro y contó que recién volvía de viaje. Otros editores como Paola Lucantis, de Tusquets, Damián Ríos, de Blatt y Ríos, y Maximiliano Papandrea, de Sigilo dijeron presente. Las figuras del mundo literario abundan: Edmundo Paz Soldán, Jazmina Barrera, Mercedes Halfon, Lorena Vega, Cecilia Fanti, Mercedes Araujo, Susana Villalba, y la lista sigue.

El festival literario también contó con la presencia de la editora Soledad Costantini, Paula Vázquez, la directora de Asuntos Culturales en Cancillería Argentina, junto a su bebé; María Victoria Alcaraz, ex Directora del Teatro Colón; Luciana Blasco, la subsecretaria de Políticas culturales y Nuevas audiencias del ministerio de Cultura de la Ciudad; Daniela Gutiérrez, gerenta general de Fundación Medifé; Luis Marina, consejero cultural de la embajada de España y Coca Morazo, directora del Centro Cultural de España en Buenos Aires (CCEBA), entre otros.

“Bienvenidos, bienvenidas, bienvenides a una nueva edición del Festival de Literatura Internacional”, dijo Eugenia Zicavo desde el escenario y los aplausos llenaron la sala. El tema del festival de este año, contó, es la Fuerza activa, la de los activismos, que permite pensar a la literatura como fuerza transformadora y motor de cambios. “El libro es un canal de comunicación que busca tensar los límites y poner en conflicto lo establecido”, reflexionó Zicavo y siguió “es el canal de lo insurrecto para creer en el poder performativo de las palabras”. Lo político se inmiscuye en estas palabras iniciales en las que señala que son tiempos de cancelaciones apuradas y corrección política propone pensar la literatura como un activismo frente a la tentación de la autocensura, porque “no está para complacer, sino para meter la lengua en la llaga”.

Antes de finalizar su exposición, Zicavo puso el foco en otra dimensión: las condiciones de trabajo de los escritores y llamó a pensar la literatura como movimiento y transformación. Luego fue el turno de las palabras de Pablo Braun, director de la Fundación Filba, que subió al escenario y pidió a los presentes que cerráramos los ojos para hacer un ejercicio de imaginación. Pensar el día de hoy pero en 2020 fue la consigna: imaginarnos en nuestra casa, frente a la computadora para ver la inauguración virtual del festival. Un flashback pandémico.

Volvió a ubicarnos en el presente e invitó a tocarnos, a mirarnos —una mujer en el auditorio acaricia el hombro del hombre que se sienta a su lado— para valorar el momento “porque todos sabemos por dónde pasamos”. Y siguió: “así de agradecido me siento de poder reencontrarnos después de dos años virtuales que fueron horribles y que celebremos volver a ver a los escritores que queremos y entre nosotros, darnos besos, abrazos y disfrutar”.

También agradeció a los 1825 escritores, poetas y artistas que pasaron por Filba desde 2008 “porque parece mentira que un festival de literatura se sostenga por más de catorce años pero es un ejemplo de trabajo colectivo porque sostenemos que el mundo es mejor gracias a la literatura”. El contacto a través de la literatura volvió a ser parte del encuentro, como los abrazos en el hall.

Antes de cerrar, Braun mostró una pequeña planta —que los presentes descubrimos que estaba sobre una mesita en el escenario cuando se cayó—. ¿Por qué serán un obsequio a nuestra salida? Según cuenta, regalar un planta es un gesto, algo simbólico para poner el foco en el deterioro del medio ambiente y “es parte de nuestra responsabilidad actuar sosteniblemente y es el principio que todo lo que hagamos tenga que ver con la literatura pero que hay un mundo que hay que cuidar para seguir leyendo toda la vida”, concluyó Braun.

Fragmentos de un discurso indócil

El tan esperado discurso inaugural de María Negroni empezó a las ocho. Ella, con un traje negro, zapatillas blancas y una narración calma. Nosotros, en absoluto silencio. En el primer fragmento, Cultivar un jardín, hace referencia a cómo, cuando sabe que está enfermo , el cineasta inglés Derek Jarman se lanzó a dos tareas: escribir un diario y cultivar un jardín. Y que a través de Blue, la película que consiste en una única imagen fija, un sólido azul intenso, y con la que consiguió lo que siempre quiso: hacer cine. “Estoy harto del cine”, citó Negroni, “de las obras amables pero espantosas, de los que hacen posgrados de autopromoción, de la codicia de los funcionarios del arte.” Y hubo algunas risas por lo bajo a modo de adhesión a las palabras que trajo la escritora.

En el siguiente fragmento, Negroni puso el foco en la inadecuación entre lenguaje y mundo: “Quien escribe entiende, como nadie, que las palabras son insuficientes, a menudo tramposas, incluso nocivas. Por eso, se para ante ellas con recelo. Desconfía del pacto utilitario, comunicativo u ornamental que proponen. Lucha contra ellas, a pesar de tener plena consciencia de que no existe, como advirtió el poeta vietnamita Ocean Vuong, una lengua para salirse de la lengua”, dijo. Y una frase contundente: “Como el deseo, la poesía es díscola por naturaleza”.

Otro de los puntos fuertes del discurso fue el de los activismos. Negroni señaló que ya había hecho referencia a eso en su libro El corazón del daño y volvió sobre el tema cuando dijo que “la poesía pertenece a la política de un modo singular”. Así, la escritora trajo la noción de “la poesía como inutensilio”, de uno de los poetas más influyentes en la poesía de Brasil, Paulo Filho Leminski. “La poesía, tiene razón Leminski, se niega a servir para algo. No conozco mejor antídoto contra el autoritarismo”, dijo. “Sería un error pensar que la literatura va en busca de la verdad (la verdad es la más peligrosa de las mentiras)”, siguió.

Negroni señaló que tener conciencia sobre eso es crucial para quien escribe, no solo frente al Estado sino también “frente al asedio de las agendas sociales que, aun siendo justas, acaban perdiendo su fuerza transgresora apenas el mercado (y otras instituciones culturales) las recogen, transformando la desavenencia en moda, la discrepancia en ocasiones de financiamiento”. “El arte, en definitiva, no es de orden ideológico sino pulsional”, continuó, “Ninguna reglamentación le sirve. Ninguna militancia. Salvo, tal vez, la que busca restituir al mundo como materia opaca”.

La autora de Pequeño mundo ilustrado, Archivo Dickinson y Objeto Satie transportó a los presentes en el auditorio de Malba a una falsa entrevista con Paul Valéry, en la que indagó en el significado de la escritura y cómo funciona un poema: “Tarea paradójica”, le contestó un Valéry ficticio, “decir lo que se dice sin decirlo y no decir, diciéndolo”. Y siguió, contundente: “Las palabras, como las imágenes, son sepulcros animados. Uno ejercita, en ellas, ritos de resurrección”. En este diálogo imaginario, el escritor, poeta, ensayista y filósofo francés le dice que el único discurso legítimo es la pérdida. La única intransigencia: la infancia. La única certeza: la perfección de las palabras rotas.

En los últimos fragmentos Negroni reflexionó sobre el anacronismo, opuesto a lo actual, considerado como un “territorio de la oferta y la demanda, tiene que ver con los trayectos comerciales del marketing, no con los proyectos de escritura”. También citó a Clarice Lispector y Louise Glück cuando dijo que sus versos son “piedras lanzadas contra la estupidez, lo políticamente correcto y la calamidad didáctica”.

“Escribir es como abrazar un cuerpo que no se ve”, propuso Bernard Noël. A esta fiel persistencia en el deseo, a este riesgo de apostar una y otra vez a “lo que no se parece a nada”, le debe la literatura su privilegio mayor, su más alta felicidad.

Tras la disertación de Negroni y los aplausos prolongados, las luces se apagaron. Algunos encontraron ese como el momento perfecto para irse. Otros, se quedaron en la sala para ver la performance del grupo Ruge el bosque, quienes abordaron la crisis climática desde la poesía. Entre imágenes de nubes que se forman y deforman, relámpagos, tierra mojada, que se abre, cardúmenes desde la profundidad del océano, la naturaleza en detalle, las lecturas tuvieron su lugar. Afuera el verde obsequio los esperaba. “Yo me quiero llevar dos plantas”, dijo una mujer a otra a la salida y abrazaron las macetas mientras hablaban de libros.

Agenda jueves 29 de septiembre

♦ 11 hs. Charla / Taller: Biodrama. Las Personas. A cargo de Vivi Tellas. (Virtual por Zoom con inscripción previa)

♦ 18 hs. Panel. Un lenguaje propio, una lengua común. Participan: Javier Serena, Laura Fernández, Nona Fernández. Modera: Ivana Romero (Presencial en Centro Cultural Recoleta – Cine)

♦ 18 hs. David Abram en Primera Persona. Entrevista: Soledad Barruti (Virtual por YouTube de Filba)

♦ 18.30 hs. Panel. Fuerza natural. Participan: Claudia Aboaf, Edmundo Paz Soldán, Cynthia Rimsky. Modera: Hinde Pomeraniec (Presencial Centro Cultural Recoleta – Capilla)

♦ 19 a 23 hs. Lectura y fiesta. La noche Hacker. Participan: Tim Maughan, McKenzie Wark, Irissa, Dj XOID, Soldán (Presencial en Galería Ruth Benzacar)

♦ 19:30 hs. Diana Bellessi en primera persona. Entrevista: Gabriela Borrelli Azara (Presencial Centro Cultural Recoleta – Cine)

♦ 20.30 hs. Lectura performática. Imprenteros. Participan: Lorena Vega, Sergio Vega, Federico Vega. Música original en vivo: Andrés Buchbinder (Presencial Centro Cultural Recoleta – Capilla)

♦ 19.30 – 20.30 hs. Conversatorio Soldan + El partido pirata. Hacking todos los días.

Información general Filba

Sedes: Museo Malba: Av. Pres. Figueroa Alcorta 3415 / Centro Cultural Recoleta: Junín 1930 / Galería Ruth Benzacar: Juan Ramírez de Velasco 1287 / Eterna Cadencia: Honduras 5574 / Librería Aristipo: Raúl Scalabrini Ortiz 605.

Cuándo: Del miércoles 28 de septiembre al domingo 2 de octubre

Todas las actividades presenciales y virtuales son gratuitas.

Programación completa en: filba.org.ar

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