Veredaprosa
No existe nada más realidad nuestra que la que en este momento tenemos en las manos. Puede ser un anillo, unas uñas recién mordidas hasta donde no hay más, nuestra cama y la mesita de luz con un vaso de agua. Es noche y la noche me conmueve porque desde estas ganas de dormir que tengo, más exige el corazón. Me alejo de lo otro que se llama -proyectos -mañana-futuro-después- porque sería hilar muy fino y voy a lo grueso.
Cuando vas a recibir un dinero no es aconsejable que hagas inversiones in mente hasta que lo toques con tus yemas y cuentes o veas tu tarjeta y sepas que de verdad que la cuenta se ha incrementado. Aún así, esperar hasta que hayas ocupado con ello, para lo que tenías destinado. Ha sido una realidad.
No hay más verdad que de lo estamos conscientes en el aquí-ahora. Lo demás puede ser fantasioso, hermoso y tener ganas de aplaudir el mundo que nos protege, pero ojalá, amigos, amigas, no poner las manos al fuego por ello, por lo que no tenemos aún, por decirlo más concreto: físicamente. No resulta, a veces.
Mis abuelas. Mi madre. Mis grandes súper stars vintages, decían esta frase tan de pueblo pequeño, casi rural entonces: “En la puerta del horno se quema el pan” y si se quema, no tendremos pan, quedaremos con hambre hasta que amasemos más si de suerte contamos con más harina.
Correr a veces no sirve de mucho, ni desesperarse, ni dejar las horas de sueño por soñar con un posible acontecimiento venturoso porque lo que ha de suceder, ocurre sin prisas, ni ansiedades ni desesperos. Además, se puede perder toda aquella energía que se ocupó, que cansó, que desnutrió, que los pies quedaron como haber corrido una maratón sin estar bien entrenado para ello.
Nadie tiene la culpa si algo no se realiza porque hay miles de motivos y prioridades que dejan todo el empeño y los compromisos convertidos en castillos de arena, derrumbados por el paso alegre de algún niño que buscaba a su madre que estaba al otro lado y la prisa de un niño es una prisa sagrada. No se debe interrumpir su carrera de pies chiquitos.
Hoy tengo mi castillo a medio caer porque estoy haciendo lo que no debo, es decir, apuntalándolo con más arena mojada y viene la ola juguetona y de nuevo ese lado queda derribado, ya no tiene los soportes alegres que había cuando se construyó. Estoy siendo imprudente y ansiosa, pensando porque me duele no pensar que pueda quedar de pie, aunque sea destartalado. Igual no sirve.
Cuando algo no se puede hacer, por más ganas que se le haya puesto, no será, pero soy un ser humano consciente de mi error y no deseo quedarme en la playa esta vez. Es más, lo piso yo misma.
Si aquello es para mí, será sin que ya vuelva a quedar sin fuerzas por lograrlo. Ya no corro. Ya no discuto. Ya me entrego, pero vuelvo a aprender lo que se me había olvidado.
Sin urgencias me quedo, pero nunca sin esperanzas, por más que duela hoy, me aferro a la idea que tal vez, forcé y no era lo mío o no era mi tiempo. Que aún, siento latir mi corazón diferente a cómo lo sentí por la mañana de hoy, a cielos abiertos.
¿Qué se vuelve a abrir? ¿Qué se me vuelve a escapar por la boca de emoción?
Claro que sí, cuando sea momento. Hoy sólo quiero dormir y no pensar más.
Como decía Scarlet O´hara en la película “Lo que el viento se llevó”
-Mañana pensaré-