Fernando Molinari: “Estamos acostumbrados a la pirotecnia visual”.

Fernando Molinari: “Estamos acostumbrados a la pirotecnia visual”.

Es ilustrador, artista plástico y educador aunque no le gustan los rótulos. Se define como “rebelde” porque afirma que el mundo de la ilustración tiene demasiadas reglas. En una conversación amena nos cuenta sobre sus inicios, su consagración en el mundo del Fantasy Art, su trabajo con Alan Lee -ilustrador de los libros de Tolkien- al tiempo que anticipa su nuevo libro “Mascotas”.

Por Cecilia Inés Villarreal

-Fernando, el próximo sábado 10 de septiembre vas a presentar tu libro “Mascotas” en el Centro Cultural Marcó del Pont .Contame cómo surgió la idea y la posibilidad de hacerlo.

-Es un proyecto que surgió por el 2010. Lo fui concretando, dándole forma en el 2011. Es una trilogía de libros, una vuelta al retrato de época, esta vez con seres mágicos. El primero se llama de forma homónima Retratos (hadas y duendes), el segundo es Sirenas, -sobre el mundo de los seres marinos- y el tercero es Mascotas, del mundo animal. Hay otra óptica, otro concepto. No responden a las nociones previas que hubo a través de la poesía, la literatura, sino que tiene una visión más personal. Se despega de los libros que estuve haciendo a nivel local e internacional a lo largo de estos años.

-¿En qué va a consistir la presentación?

El evento es para toda la familia, con entrada libre y gratuita, de 16 a 20 hs. Va a tener varias charlas. Una la va a dar Adriana de Miguel (encargada de la curaduría, del grupo Hadas de Avalon). Habrá actividades como la venta de libros y de láminas. Además expondré originales míos que podrán adquirir con la firma de ejemplares. Como broche de oro, dibujaré con música en vivo. Lo llamo Fantasía en Escena y se trata de la creación desde la hoja en blanco.
Te cuento que Adriana es integrante de nuestro querido grupo de La Comunidad de los Bosques en el que también estaba Carlos Fernández, ya fallecido, ahora está en otro plano, charlando con los seres mágicos. Tuve la fortuna de compartir muchas cosas con él. Es un amigo de siempre, un compañero espiritual. Ha abierto muchas cabezas, dando lo mejor de sí. -¿Cómo fue la recepción de estos libros en el exterior?

Tuvo muchas idas y vueltas. No fue muy aceptado y no tenia mucho texto. Decían que eran algo personal. Logré editar una serie Portraits y unifiqué los dos volúmenes. En Canadá, no tuvo el resultado como buscaba. La edición fue más o menos, sin solapas. No era el espíritu que quería volcar pero era la única alternativa por haber sido una autoedición.

-¿Cuánto tiempo te llevó hacerlo?

Dos o tres años aproximadamente. Tras el libro que hice en Canadá por el 2013, de un tiraje corto, saqué Retratos en el 2016, Sirenas al año siguiente y después Mascotas en el 2022, en Argentina. Puedo decir, con satisfacción, que esta trilogía que empezó en el 2011, debe concluir de esta forma, con esta vuelta de tuerca.

-¿En qué se diferencia Mascotas de los dos libros anteriores?

En Mascotas estoy poniendo más texto y es más interactivo con la gente. Las personas me encargaron que dibuje a sus mascotas y éstas van acompañadas por su ser elemental. Fueron representadas con su aura y su energía. Además, rescato más el espíritu de los retratos de época en la Modernidad porque tiene un acercamiento a la pintura barroca.

-¿Costó que tus seguidores cedan las fotos e historias de sus mascotas?

La verdad que no. Hubo una muy buena respuesta, con mucha aceptación y emoción. Me ha llegado al alma. Eso es muy lindo. Lo reflejo en el libro y lo agradezco enormemente. He recibido historias conmovedoras. Mucha gente quedó afuera por factores personales. Para aquéllas que quisieron integrar el libro, incluir a sus mascotas, les doy la chance de hacerlo en otras ediciones. Obviamente se habla conmigo por privado, con la oportunidad de tener la imagen inmortalizada de su mascota.

-¿Cuál es la esencia de este libro?

-No es la búsqueda de lo pochoclero. Estamos acostumbrados a la pirotecnia visual con las películas. Lo fantástico, la guerra entre el bien y el mal, disparos, láser, guerra. Esto es paz, amor, armonía. Tenemos muchas imágenes que nos hablan por si mismas y te están mirando. Cuando ves esas pinturas antiguas, te están diciendo cosas. Ese es el espíritu que tiene: contagiar la paz, la armonía y el amor incondicional. Siempre mis libros fueron para toda la familia. Es un producto argentino que brilla aún más que las ediciones extranjeras. Tienen en sus manos un diseño con el que siempre soñé y diagramé.

¿Cuál es tu relación con las mascotas?

-Hay una cuestión muy personal ligada a estos seres mágicos que nos acompañan. Esto nació a partir de una serie de caricaturas que hice en mi infancia, de los paseadores con sus mascotas, de las semejanzas que hay entre ellos. No pude encontrar esos dibujos. Ya los encontraré. No me imaginé que iba a hacer algo así profesionalmente. Fue algo casi premonitorio.

-¿Por qué ilustrador y artista plástico?

-Soy un mix de las dos cosas. No me gustan los rótulos. Me defino como rebelde en el buen sentido porque, a mi forma de ver, el mundo de la ilustración tiene demasiadas reglas y cuestiones herméticas. Parece que los autores por un lado fueran los escritores y los ilustradores no. En ocasiones, los artistas visuales no tienen el crédito en la tapa. La imagen acompaña el libro y es su espíritu. Brego mucho que se considere a ambos como autores.

-¿Ilustrador y dibujante es lo mismo?

Sí. La palabra ilustración no existía antes. Eso define la profesión. De alguna forma, tenés que clasificarte. Puede llamarse dibujante, también es artista visual y viceversa. Es todo un poco paradójico y parte de lo mismo. ¡Mirá todo lo que despierta la pregunta…!

Hablando de despertar… ¿Cuándo surgió esta chispa artística, esta vocación?

Siempre dibujé y estuve con el lápiz en la mano. Fue la vía más directa. Los primeros trabajos fueron en Editorial Planeta en el 94 de forma profesional. Era el dibujante oficial: hacía fascículos de pesca, libros de Esperando el bebé feliz de una escritora new age. Ahí había parejas unidas, bebitos volando, flores que se abrían. Me decían “Olvidate de lo dark, de la fantasía”. Además hice la tapa de Huésped de un verano, una novela de Magdalena Ruiz Guiñazú. En la década del 90 tuve muchas apariciones televisivas. Magdalena me compró el original porque estaba fascinada con el dibujo. Conocí escritores y autores, para interactuar e intercambiar ideas. Tuve la habilidad de dar con el gusto de lo que me pedían. Cuando uno encuentra lo que más le gusta, es versátil. Trabajo para chicos, jóvenes y adultos. Hay cosas muy infantiles que parecen hechas por distintas personas.

Experimenté con el aerógrafo por el 93 y el hiperrealismo: esa fue mi puerta de entrada a la mayoría de las editoriales nacionales como Alfaguara , Atlántida, revista Billiken, Conozca Más, Emecé Editores hasta Continente en el 99. Hice unos trabajos para ellos. En el 99 nació el primer libro Hadas, Duendes y otros seres mágicos celtas y después vino la colección Mágicos Mundos, con los mitos, cuentos y leyendas.

-¿Cómo fueron tus inicios, tu formación? ¿Con quién o quiénes estudiaste?

Fui a la escuela secundaria Fernando Fader. Hemos sido compañeros con Ciruelo allá por el 82 y con otros artistas. De la escuela me recibí como técnico y empecé a trabajar como diagramador y otras cosas. Después en el 93 me puse las pilas: me armé el book y compré el aerógrafo. Siempre tuve la facilidad para dibujar, me lo transmitió el mismísimo Carlos Cruz-primo de mi abuela- cuando mi mamá estaba embarazada. Mantuve la línea de lo macabro siniestro al estilo de Los Locos Adams. Hice otra familia parecida símil Monsters. Me seducían las mujeres tipo vampiresas, como Morticia. Estaba enamoradísimo de una maestra en 4to grado. Vivía dibujando infinidad de cosas. La formación a nivel técnico a muchos les podía servir, a otros no. En mis clases las apliqué con mis alumnos. No hay nada tan académico. Mis viejos por suerte siempre me apoyaron y avalaron todo. Hay padres que son antiguos. “¿qué es eso? Estas perdiendo tiempo!“. La idea arcaica de los artistas que vivían como bohemios, cortarse una oreja, matarse. Eso fue una parte de la historia. Nunca tuve maestros. Hay mucho autodidactismo. Siempre tuve mis láminas aprobadas y muchas técnicas son personales

-¿Recordás cuál fue tu primer dibujo publicado y cuáles fueron las circunstancias?

-El primer dibujo publicado fueron unas tiras cómicas, allá por los 80. Estaba trabajando como diagramador y realicé unas intervenciones en un periódico. Hice tarjetas de baile para boliches, diseños para remeras, estampados y cosas así. Fue una etapa por la que pasamos todos. Pero a nivel profesional, la primera tapa era una silueta difusa hecha con aerógrafo para el libro Los curanderos mis colegas, de Víctor Sueiro, de Editorial Planeta.

-¿Tenés algún dibujo que atesores, que tenga algún significado emotivo?

Me viene uno a la mente de hace unos años: es un dragón enroscado en un menir. Lo dibujé en vivo, al aire libre, con un viento impresionante, en un evento celta medieval, a orillas del río Grande, en Trevelin, en Patagonia céltica. Estamos hablando de cuando ya estaba establecido profesionalmente. Tiene un significado muy grande. Estos dibujos los he transformado en póster. Es más, estoy parado al lado de unos menires. Ese dibujo me gustó. Tiene un sentido muy especial, un atesoramiento. Me piden el original y hay una reticencia para venderlo. Si empiezo a recordar otros dibujos, puede que no termine nunca. Lo tengo en el corazón por el momento vivido en que nació esta representación.

-¿Considerás a la ilustración un oficio o una profesión?

No hay una profesión u oficio, YO SOY ESTO. Te dejo una especie de silencio. No es que trabajo de esto sino que yo soy esto. Mis seres se parecen mucho a mi, no sólo en el plano físico, como mis manos. Yo no las miro, puedo hacer un duende, un hada, un troll, un dragón, tienen algo de vos, me dicen. Es parte la esencia de uno, uno vibra con lo que hace, lo que hace con el alma, el corazón, no con la mente. Si bien hay una técnica, representamos el haber, con las técnicas que vamos incorporando, conectando…

-¿Cuál fue el (o los) momentos bisagra de tu carrera?

Hubo altibajos…El 2001 fue muy difícil. Casi pierdo el departamento. Empecé a hacer tatuajes ya que no había trabajo. Fue una experiencia breve porque soy más amigo del papel que dibujar sobre la piel con tinta. Si bien hice diseños para tatuadores, luego me fui a Estados Unidos. Ya tenía en mi haber tres libros de seres mágicos, más la experiencia de haber trabajado en varias editoriales… En Editorial Continente había dejado mi sello personal ya que había trabajado en las Cartas Mágicas, de Hania Czajkowski que era una colección de fantasía espiritual. Con el tiempo hicieron algo más condensado y comercial. No están mis créditos y estoy tomando acciones al respecto. Han sacado del medio esa serie tan bonita. Pasar por arriba a los colegas en materia de derechos de autor es un trago bastante feo. Esta gente que vio mis cartas me dijo: Fer, es tu estilo, vos hiciste esto. Cuando estas publicaciones estaban vigentes, aparecían mis créditos. Hicieron libros sin las imágenes, por ende, ella sigue teniendo la exclusividad. Esto es para que los seguidores sepan que lo mágico de algunos escritores se ve eclipsado por la necesidad comercial… de espiritual no tiene nada de eso. En otras editoriales acá y afuera han hecho estas trapisondas.

-¡Qué feo momento!

Igual no todo fueron pálidas. Entré a Planeta en 1994 por la puerta grande. Iba con las cosas incorrectas a publicidad y llevaba comics o dibujos sin terminar. Tenía una Galería de Horrores en el 98: lo hice para hacer catarsis y sacar miedos. Fue un momento bisagra porque premonitoriamente vinieron los seres mágicos. Esa galería de horrores la llevé a Estados Unidos y participé en la Convención Leprechaun en Phoenix, Arizona, en la Digital Gallery de Las Vegas y conocí California. Anduve por diversos lugares de la costa oeste de Estados Unidos. En la Henderson Art Association estaba la Jazz Art Gallery.

A esta altura no quiero mezclar nada con la oscuridad. Ahora estoy en una etapa elevada, a nivel del amor, de lo bueno. La Galería de Horrores estaba centrada en lo subcutáneo, que es lo que ven los doctores cuando operan. Era lo macabro, enfrentar ciertos miedos, la muerte, el más allá. Fue muy catártico. Hacía deformaciones de fotos de artistas conocidos a los que envejecía con cirugías tétricas, tal como las llamo. Ya se usaba Photoshop pero no en mi caso, porque lo hacía todo a pulmón. Eso se los mostré a las agencias de publicidad que les parecía monstruoso, horroroso. No lo niego, no duraba un solo día.

-¿Trabajaste con Alan Lee, uno de los ilustradores de los libros de Tolkien?

Sí, tuve la fortuna de trabajar con el hacedor de la estética de El Señor de los Anillos. Trabajé con artistas londinenses como Gary Chalk, Alan y Virginia Lee, además del canadiense Larry Mac Dougall, con Hobgoblins. El único artista latino fue Molinari. Tuve la satisfacción de trabajar con ellos, no de forma personal pero sí en la forma de concebir el libro. Se ha vendido muy bien en Inglaterra y Estados Unidos, un libro fabuloso, de edición excelente, tapa dura, cada página es una sorpresa. Es muy semejante a lo que yo hago. Buscaba una afinidad, un espíritu. Es una credencial muy linda haber trabajado con Alan Lee. Tengo mi personalidad más incorporada en los mágicos mundos, más concentrados en los mitos y leyendas a partir del 99.

-¿A quiénes admirás de tu campo artístico? ¿Tuviste la posibilidad de encontrarte con él o ella?

El encuentro con artistas que admiro… (piensa) .Yo ya tenía un par de libros hechos sobre seres mágicos en ese momento. Hay artistas que me marcaron profesionalmente como Alan Lee, Brian Froud …Carlos Nine con sus acuarelas y pasteles. Lo admiré. Me pareció una técnica líndisima para aplicar en estos libros, además de los lápices, la soltura de línea, quebrada…

-¿Tenés un referente que te haya marcado en tu infancia y/o adolescencia?

Sí, claro. Carlos Cruz fue una influencia. Boris Vallejos, Carlos Villagrán con su revista Columbia, El Tony, D´Artagnan… Hay un Hijitus modelado en plastilina. Tenía 6 años cuando lo hice.Me interesaba mucho la prehistoria, vivía haciendo dinosaurios. En el 79 me había mudado con mi familia a un departamento más chico tras haber vivido en una casa chorizo. Era enorme, tenía tanta magia… Tenía cierta crisis por la mudanza, andaba con las historietas, las hacia por hobby en casa. Tenia una hecha en birome. Me gustaba mezclar lo espacial con lo prehistórico, fantasía histórica y ciencia ficción, no era steampunk. Era una mezcla de historia y cibérnetica, siempre me fascinaron estas temáticas. Hubo algo de influencia con El octavo pasajero, abrió muchas cabezas. Con un colega del colegio, Marcelo Otero hacíamos trabajos publicitarios sensacionales. Luego como nació Alíen, la primera película icónica de terror espacial, lo llevamos al dibujo. En la adolescencia me gustaba mucho Frank Frazetta, Carlos Villagrán, hay un sinfin de artistas… Carlos Nine ha sido un gran inspirador con sus acuarelas y pasteles, con su creatividad…Hemos integrado la Sociedad Argentina de Dibujantes.

¿Seguías alguna publicación en especial como la revista Fierro?

Por Fierro he pasado por un concurso. No lo gané, no era el momento.

-¿Hay un “estilo Molinari”, en tanto tu modo de dibujar?

Estas técnicas me fueron dando un estilo Molinari que vos preguntás. Hay un estilo propio… Al dominar las técnicas, uno puede expresar mucho mejor lo que quiere hacer. Esto queda mejor bocetado, más terminado, necesita una pagina entera, el otro necesita un detalle y así. Yo soy fiel a lo que siento. Es ser uno mismo y en muchos casos se genera esa idea de otra, que fluya y en otros casos, tenés que trabajarla mentalmente pero conectado siempre, en función de esa energía mental cerebral. Veo muchos artistas que son semejantes entre si. Son muy buenos pero siguen patrones. Son obreros del arte, en una época también lo fui.

-¿Qué técnicas utilizás?

-Las acuarelas, los pinceles, los pasteles, el lápiz tradicional de grafito… Me identifico mucho más que con las tintas,es una línea más dura. Hice comics, no es el campo en el que me siento más cómodo. No enseño comic en mis clases.

-¿Cómo es tu relación con el mundo del comic y las historietas?

Crecí haciendo comics, tebeos, lo hacía por hobby en un fugaz período. En mi niñez estaba la tele en blanco y negro. Vivía haciendo historietas, mirando dibujos animados. Crecí con la serie Los Locos Adams. Me gustaba la comedia del terror, también Hijitus, Larguiricho, los personajes de García Ferré, Disney, por los 60, 70…

-¿Te gustaba alguna historieta de afuera? ¿Tenías acceso a ellas?

He seguido a mi tío Carlos Cruz, fallecido no hace mucho. Cada tanto, venía a Argentina. Era amigo de Hugo Pratt. Ilustraba Rayo Rojo con “Colt, el Justiciero”. Mi mamá estaba re contra enamorada, lo admiraba a tal punto que le salí así. Fui un producto de ese amor (risas). He desarrollado un estilo parecido. Me lo ha transmitido. Carlos me recomendaba dónde comprar las acuarelas. Fue muy influyente. Me preguntaba si publicaba y me decía con acento andaluz: qué te voy a enseñar yo a ti, sigue trabajando, niño, hazlo, me encanta lo que estás haciendo. Le han llegado noticias mías a España. Si Carlos está por ahí, si está presente, hubiera estado muy orgulloso de todo lo que logré.

-Tenés varios libros relacionados con el mundo de las hadas, duendes y otros seres elementales ¿cómo incursionaste en el Fantasy Art?

¿La incursión en el Fantasy Art? ¿Por qué no? Son preguntas muy sentidas…Ellos me eligieron a mi, no yo a ellos. Te dejo un silencio…Creo que te digo mucho más sin palabras. Yo soy parte de ese plan. Tengo un compromiso con eso, con una ligadura muy grande.

-¿Cómo ves la influencia de las nuevas tecnologías?

La llegada de la tecnología afectó a los artistas tradicionales porque se pensaba que con la computadora se podía hacer todo. Yo me negaba mucho tiempo porque soy muy tradicional, de hecho son técnicas que yo enseño. Me parece gratificante que hoy en día chicos de nuevas generaciones se estén volcando a las técnicas tradicionales como tomar un lápiz, pintar con lápices de colores acuarela, pastel. Las nuevas generaciones consumen 3d y parece que ha quedado atrás el bidimensionalismo. Las películas de Disney utilizaban estas técnicas bidimensionales, cuadro por cuadro, pero tiempo después despidieron a esos artistas. Están buscando hacer una industria de películas como pan caliente con un argumento fabuloso. Pero en otras, siento que han repetido muchos patrones como los movimientos de los personajes. Parece que reflejaran una época, una sociedad esquizoide porque falta la serenidad, hay mucho nervio. Por eso llegó Retratos, para ver un libro, para calmarse, mirarse a los ojos y bajar un cambio.

-¿Qué opinás de los programas de retoque digital?

En un principio cuando llego la computadora, los editores nos decían: Llegó un enemigo en contra para ustedes. Yo me negué mucho tiempo, luego incursioné en el Photoshop ,aprendí a usarlo. Por los 90 no usaba la computadora, tuve vaivenes… Me compré una tableta, lápiz óptico, pero luego no los manejaba. Escaneaba una acuarela y la retocaba digitalmente, sentía que se perdía la pureza de lo tradicional. Hubo que pelearla, lucharla, quedaba tapado, hasta que luego me amigué. Si me piden una tapa, no se van a dar cuenta, tal vez el más experimentado se de cuenta.

¿Cómo fue el impacto entre lo analógico y lo digital?

Hay que jugar el juego, no creérsela. Manejo Photoshop con pinceles.Si hacés un trabajo virtual, no es tangible, tenés que reproducirlo, esa es la gran diferencia, no se ve una pincelada. Siempre va a existir lo tradicional..Cuando agarrás un pincel, cuando sentís el olor a materiales de dibujo, entrás a una librería,…eso no lo tiene una tableta, una computadora… La tecnología imita lo real virtualmente, es imitación. Es una herramienta más pero algunos se casan con ella. De hecho hay dibujantes que son maravillosos pero no saben agarrar un lápiz porque empezaron a dibujar con lápiz digital y no saben emplear otra técnica. El tema es que sigan siendo artistas si apagan la luz.

-¿Qué le aconsejarías a alguien que recién empieza en este arte?

Que sean ellos mismos, que persigan a toda costa lo que ellos quieren, a veces hay proyectos que separan por el sustento, hay que estimularse con los artistas. Es una gratificación escucharlos, sobre todo para mi, me lo manifiestan con lágrimas en los ojos, que les cambié la vida, es lindo escucharlo como formador o como artista. Me dicen: Yo crecí con tus dibujos. Formar gente con esa vocación, esa capacidad, es lo maravilloso.

-¿Proyectos a futuro? ¿Planes?

Seguiré haciendo más de estos libros, seguiré con los eventos, presentaciones en vivo y dando lo mejor de mi para que la gente sea feliz en este ida y vuelta.
Siempre van a reconocer mi estilo: Se viene el libro de bocetos (sketch books), que está anunciado, además tengo en carpeta libros infantiles, viene una especie de bestiario que estamos preparando con una persona de México y Estados Unidos, un libro de criaturas fantásticas. Estoy en el génesis de eso, pensando el título, si son hadas, duendes o criaturas universales, ligado a esta línea, a estas formas que quiero darles tan personales.

-¿Cómo es Fernando Molinari?

Soy muy celoso de mi arte. No me gusta que lo toquen, ni demasiado ni un poco. Tengo esa libertad, esa cosa del alma. Hay caricaturistas, entintadores, bocetistas, etcétera que sufren cambios, pasadas. No me quedo en esa postura del dibujante ilustrador, que hace lo que le piden. Hay muchos artistas plásticos que son ilustradores, artistas figurativos como Velázquez, Goya, Dalí. Posaban y lo trasladaban con un realismo excelente. Es la conformación de la figura perfecta, con sus estudios y sus lógicas de anatomía, de forma, de movimiento, estudios de luz y sombra, cromatismo.

-¿Cómo es tu proceso creativo?

Es fantástico. Soy de los que sienten que la hoja en blanco no es el síndrome, esa traba que siente el escritor. El lienzo es inspirador. Siento que quiero hacer muchas cosas. De eso se trata Fantasía en Escena, el evento en vivo. Allí van a poder presenciar la creación desde la hoja en blanco. Siempre tiene que estar presente la capacidad de crear, soñar, volar, de crear con el alma. Siento esa vibra tan especial. Esto es una gran dosis de emoción. Es sensitiva y sensorial, va mas allá de los sentidos. Para mi, todo es pasión. Soy un apasionado de las cosas. He tocado saxo, soy un loco de los vinilos, los cds. Son fundamentales en mi vida y en mi día.

-Como educador, ¿qué buscan aprender los estudiantes? ¿Un oficio, una técnica, una búsqueda estética?

Un poco de todo eso. Algunos quieren desarrollarse o especializarse, dar movimiento, expresión. Hay públicos de todas las edades, normalmente jóvenes promedio 20-30 años, hasta chicos no muy chiquitos. Lo mejor que pueden hacer los padres -y los maestros- es motivarlos, porque los chicos se aburren.

Hoy en día hay más apertura. Enseño desde los 90 de forma personalizada en las clínicas que brindo. Doy clases ininterrumpidamente desde aquel entonces y conocí un montón de gente. El conocimiento del alumno permite enseñar cada vez mejor, en lo que uno entrega y comparte. La formación de los alumnos es importante. No hay que imponer sino ayudarlos en tanto ser una herramienta para que se sientan cómodos. Es sacar lo mejor de ellos.

-Si no fueras ilustrador y artista plástico, ¿qué hubiera sido de tu vida?

Actor o músico. Me gusta todo. Soy un personaje de la vida real. Hice teatro así como soy de hacer imitaciones. Me gusta componer personajes. Soy muy histriónico físicamente. Agradezco a la vida mantenerme pese a los años con la vitalidad y la elasticidad. Eso me permite moverme, no soy el típico sedentario. La catarsis del movimiento es mental e intelectual. Muy necesaria para todo, como cuestiones comprobadas a nivel salud. Nos renueva y nos limpia.

-Si por la puerta de tu casa, entrara el Fernando Molinari de los 15 años, ¿qué le dirías? ¿Algún consejo o recomendación?

Con el dibujo tuve lapsos, épocas, altibajos .Estaba en una fase de transición porque sentía que los dibujos estaban desganados. Se estaban operando cambios en mi. Cuando llegué a las tintas, sentí una especie de vacío. Le diría a ese chico: Fernando, tranquilo, es tu mundo, tu vida, vas a ver que vas lograr cosas… Estaba preparando mis carpetas para entrar. No era el momento en ese entonces.

Fuente: Caleidoscopio de Lucy

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