Y ocurrió en un desigual país colgado de la cordillera con vista al ancho mar, frío, ante el reclamo de millones de personas por el aumento de la tarifa del metro. La gota que rebalsó el vaso, de un Chile que cuenta con el noveno transporte público más caro de un total de 56 países de todo el mundo, donde algunas familias tienen que pagar hasta el 30 por ciento de su sueldo mensual para ir al trabajo, por lo que el aumento del subte era una mecha ardiente, que podía explotar. Un país dibujado como una hilacha en el mapa del neoliberalismo exitoso a exportar; que despertó una mañana con un carabinero en la espalda dispuesto a tirar. Para que los revoltosos se vayan a casa, en lugar de manifestarse en las calles de Santiago, cuando su Presidente dijo: “Estamos en guerra”. Y después los whatsapp.
Que invadieron los teléfonos celulares de todo el mundo con audios, y también el de Pedro. Con mensajes llorando, de su hija Violeta, cuando le decía temblando, bajo el toque de queda y un cerco comunicacional que les impedía hablar, para explicarle que los desmanes que veía en la tele eran provocados por los militares y carabineros, infiltrados entre la gente, y que eran los milicos los que estaban entrando a las casas a saquear. Y qué como tú bien sabés, con el autoritarismo las más perjudicadas somos las mujeres, y que a su nieta Amanda, de 18 años que tanto le había costado tener, ha sido muy difícil explicarle que no se exponga. Pero tampoco le quería prohibir que se manifieste y ya. Pero que le daba terror porque había sido detenida y está desaparecida desde el viernes. O sea que estamos con detenidos desaparecidos igual que en dictadura -te acuerdas pá- y ahora estoy desesperada buscándola.
Ahora los militares toman a la gente y la mete en los camiones. En los videos que te mandé, muestran perfectamente cómo votan los cuerpos. De que los incendios que aparecen en los saqueos siempre hay cadáveres adentro. Todos dicen que es la gente que está saqueando, pero creemos que son los muertos que los están tirando en los incendios para borrar cualquier rastro.
Con el Instituto Nacional de Derechos Humanos tratamos de entrar ayer a la Posta Central, que es donde pensé que podía estar ella y otras compañeras y la puerta estaba cerrada. No nos dejaron entrar. Entonces no sabemos qué está pasando. Ya están empezando a parar la salud y también los portuarios. Estamos como en guerra de verdad. Para los más viejos, esto es horrible, es como reabrir todo, tú sabes pá.
Todos los de mi edad estamos angustiados, con miedo, asustados, de que vayas caminando y te tomen detenido. Porque así están las cosas. Las chicas que han sido detenidas, han sido desnudadas, delante de personal, hombres, no de mujeres que según la ley debería ser así. Todas tocadas, en sus genitales, los pechos. A varias le han metido o la punta del fusil o la culata en la vagina, les han dicho si quieren que se las violen por el culo, que eso les pasa por andar maraqueando en la calle.
Las han tratado a todas de maracas, de putas, que las van a violar y después las van a matar, y cómo te digo, hay muchas de esas chicas que todavía no regresan a sus casas, como nuestra Amanda.
Pedro no paraba de llorar. Él había sido funcionario de la “Unidad Popular” y sabía que seguramente su nieta había sido detenida, y como se comportan las fuerzas armadas, cuando millones de personas, por diferentes razones, manifiestan en las calles su descontento social. La falta de derechos democráticos, la subida de precios de productos y servicios básicos, las altas tasas de desempleo, el asesinato de líderes sociales o las discrepancias políticas son las principales y diversas motivaciones que han movilizado a las sociedades de medio mundo, en su mayoría sin tener en cuenta el sexo, edad o ideología política. Que van desde Hong Kong a Chile, pasando por el Líbano, Irak, España, Colombia o Haití, y que empezaron en Ecuador.
Y fue Ecuador quien encendió la chispa que despertó este octubre las protestas sociales en América Latina, cuando el gobierno actual aprobó la eliminación de los subsidios al combustible, que estaban vigentes desde décadas, en respuesta a un acuerdo con el FMI. Y tras doce días de batalla campal en las calles de Quito, con un balance de siete muertos y más de 340 heridos, la revuelta popular se frenó al derogarse esa polémica medida, que afectaba a cientos de miles de familias campesinas e indígenas. Demostrando Ecuador que el descontento de la calle puede frenar el diseño económico de los despachos oficiales, y también lo que los callados indígenas son capaces de lograr cuando se organizan.
Y Pedro se repitió al oído que “Si Ecuador pudo, Chile podrá”. Y si por whatsapp y por las redes sociales son las convocatorias ahora, por whatsapp será. Y empezó a llamar a sus viejos amigos, y a los que no lo eran, pero que tenía de contactos del facebook y eran de su edad. Y primero fueron 20 o 30 los viejos de 80 años que se pararon en la Plaza Italia, pidiendo por sus nietas. Y después fueron 200 y después fueron más. Y si lo que los carabineros quieren es matar y llevarse gente, acá estamos. “Llévennos a nosotros y mátennos”. Total a unos cuantos viejos no nos van a querer violar. Los jóvenes tienen toda la vida por delante y nosotros ya estamos cansados. “Tiren, vamos”, que como dijo Jean Paul Sartre: “Mientras haya vida hay posibilidad”.