Este nueve de octubre,
las lágrimas me recorrieron la cara
como un río sinfín,
mezcladas con la frustración
de ver cómo se rompía la promesa de un futuro mejor.
La promesa que le hice a mi niña interior,
la que se levantaba a las siete de la mañana
para ir a la primaria
con la ilusión de algún día
ser Licenciada en Periodismo.
La nueva ley me arrancó
el corazón,
lo llenó de ansiedad, de depresión…
Es como si el aire no llegase a mis pulmones…
En el mundo de las hadas y reyes, siempre existe un monstruo que viene a arrebatar los sueños y esta vez, a toda una generación, nos pincharon con agujas el alma negándonos un futuro digno.
Cada día que gasté en viático,
cada hora que pasé estudiando,
cada lágrima que derramé por aprobar una materia,
cada sacrificio que hice para alcanzar mi sueño…
¡Todo fue en vano!
Un nueve de octubre,
robaron mi futuro,
lo volvieron incierto…
Un miércoles anunciaban
que ya no tenía derecho a soñar…
Un nueve de octubre,
robaron mi imagen soñada
en mi mente
de entrevistar a mis ídolos,
como a Mirtha Legrand…
Un nueve de octubre,
tomaron la decisión
de llenar a los jóvenes
de miedo,
de inseguridad…
Un papel y una lapicera
nos sacaron el pan de la boca…
Un nueve de octubre de un piedrazo apagaron el foco familiar…
Se atrevieron a arrebatar los sueños…
Nuestro País dejó de ser conquistador…
todos los días que me obligué
a salir de la cama y ponerme a estudiar,
de llevarme los apuntes al trabajo,
de estudiar en el viaje,
de perderme momentos familiares por estudiar,
de no divertirme por pasar horas
en una mesa y muchas veces
a la luz de las velas…
¡No valió nada!
Hoy enciendo una vela pidiéndole a Dios una nueva oportunidad.