Quería. Por Juan Botana

Quería. Por Juan Botana

No quería que me busquen

ni que me feliciten

ni ser abanderado

ni dejar de jugar a los rastis

ni a los soldaditos

ni a la pelota

ni a las damas

ni al ludo

ni jugar bien al ajedrez.

Ni que me reconozcan

ni correr rápido

ni dibujar hasta el último detalle

y dejar de hacerlo

y hacerme el distraído cuando me preguntan

ni dejar de ser bizco

ni usar más el parche

ni los aparatos

ni tener pie plano

y usar plantillas en los pies.

Ni que me pidan explicaciones

ni darlas

ni pedirlas

ni prestar atención

ni robar

ni tener que decir sin decir

ni poner la otra mejilla

para que no me dieran un beso

ni limpiarme la cara

ni que me perdonen

ni perdonar

ni pedir perdón

ni creerme más vivo que los otros

ni sentarme a la derecha de ningún padre

ni estudiar

ni recibirme

ni jugar al elástico

ni a la rayuela

ni a la canasta

ni al roba cajón

y escuchar la radio

y ser de River

y colarme en cambio

para ver a Ferro.

No quería que me leyeran

ni estafar a nadie

ni tener tantos amigos

y perderlos todos

ni mentir

ni llamarme Juan Carlos

ni que me digan Juanca

ni Juanqui

ni Juanquito

ni Juan Carlitos

ni Juancho

ni Juanchi

ni Juancete

ni Juancito

ni llamarme

ni que me llamen.

Ni Juan Botana.

Ni.

Ni haberme enamorado

ni pedir disculpas todo el tiempo

ni ayudar a nadie

para que me dejen tranquilo

ni ayudar a todos

por la misma razón

ni aguantar a la gente

ni sufrir

ni hacerme caca encima

ni tomar porquerías

ni ser un roñoso

ni lavarme mal los dientes

ni tener cera en las orejas

ni costras en los brazos

ni hongos en los pies

ni bañarme con agua fría

ni sentir vergüenza

y que nunca me echen

ni me rechacen por eso

ni mirar de costado

y bajar la cabeza

para que no se den cuenta

y mirar quien sabe qué

ni ponerme la mano en la boca

para callar lo incontable

¿quién sabe qué cosa?

Siempre otra cosa

ni dejar a nadie y dejar a todos

ni olvidarlos

ni extrañarlos

ni estar solo

ni quererlos mucho

siempre y cuando

no me rompan mucho las pelotas

ni llorar porque no lo hice

ni llamarlos

ni hacer favores

ni que me los pidan

ni necesitarlos

porque no los necesito

ni que me necesiten

ni que me entiendan

ni que me quieran

ni que me juzguen

ni que me crean

ni que no me crean

ni que recen por mí.

Ni que me deseen

aunque a veces me confunda

ni parecer bueno

ni ser bueno

ni usarlos a todos y dejarme usar

ni seguir encorvado

ni jugar a las chapitas

agachado en el piso

o en la mesa del comedor

ni a los daditos en la escuela

ni enrular el pelo

ni estirarlo

ni tener caspa

ni atar nudos y pedir deseos

ni hacer arreglos en la casa

ni oír canciones

ni oír

ni pedir

ni hacer que escucho a todos

y no escuchar a ninguno

y pensar en otra cosa

como si me importara.

Siempre en otra cosa:

¿Pero en qué?

¿En qué?

Ni tener miedo

ni lastimarme

ni lastimar a nadie

ni abandonarme

ni pelearme

ni juzgar

ni criar peces

ni perros

ni pájaros

En un cuarto.

Ni haberlos abandonado

ni vender revistas

ni cds

ni publicidad

ni nada.

Ni ir a La Salada

ni a la feria de Flores

ni a la de Pompeya

y cruzarme a buscar agua bendita

a ninguna iglesia.

¿Para quién?

¿Para qué?

No tener un tren

ni una bicicleta

esperar una hija

un dodge que vendí

algunos cuadernos

una lapicera

deudas pasadas

que no me dejan dormir

un par de autitos

remeras que no uso

cantar más o menos

algo de paciencia

unas estampillas

haber encontrado

al amor de mi vida

ni escribir.

Tener más libros

de los que podría haber leído

y que a esta altura

ya no voy a leer

como si me gustara

como cuadros colgados

en una pared

como bolsas de plástico

arrojadas al mar.

Quería.

Quería que no me abrazaran

por las noches de chico

tirarle a las ventanas

piedras de alquitrán

temblarles al oído

no dormir tranquilo

-no me hicieron nada-

y mirarlos mal.

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