Antigua Buenos Aires. Por Juan Botana

Antigua Buenos Aires. Por Juan Botana

Un recorrido por el Casco Histórico de la Ciudad.

Es miércoles al mediodía o sábado, pero en Avenida de Mayo 560 en el Pasaje Roverano, se puede volver el tiempo atrás. Entre escaleras de onix y mármol, una foto vieja nos muestra su edad. O eran nueve. Las de Buenos Aires de comienzos del siglo pasado. Desde la antigua peluquería donde se atendía Jorge Bergoglio, hoy Papa Francisco, hasta la estación Perú del subte A donde Saint- Exupéry retiraba sus cartas para llevarlas en monoplano hasta la Patagonia, y van… Es el último escalón y ya está.

Aunque no fue la más popular, esa entrada distinguió al Pasaje Roverano con acceso directo al subte A, hasta que se reconstruyó en1910. Pero el itinerario por el Caso Histórico puede continuar por acá. Está la pulpería-museo Quilapán, casa de estilo colonial si las hay, en la que su dueño, el francés Gregorio Fabre, cuenta cómo encontraron tesoros, entre ellos, parte de una pared de 1720 (de las más antiguas de la Ciudad). También la sede de la Fundación Cassará, de 1902, hoy restaurada, donde los estilos Art Noveau y Carrara conducen a una terraza con vista a las fachadas de Avenida de Mayo al 1100 y más.

El Centro Asturiano es una versión libre del neoplateresco. La fachada está inspirada en la Universidad de Salamanca y una escalera, en las de la Catedral de Burgos. Abrió en 1927 como una sala de teatro. Las 350 butacas, el telón y la imponente araña son de época. El edificio Schindler es una joya del mix de estilos de la Belle Epoque. Le decían “El conventillo de los ingleses”. Se destaca los 120 metros de fachada ondulante –por las ventanas que se asoman hacia fuera-. Su creador, el suizo Schindler, usó hasta la pendiente de la calle para jugar con las líneas. El pasaje que forma el edificio de ex obreros de Canale, fue comprado por los herederos de José Canale, dueño de una confitería que se convertiría luego en una tradicional fábrica de galletitas –donde ahora existen oficinas del Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana de la Ciudad-, para que sus obreros acondicionaran el pasaje y se alojaran allí, en sus 32 unidades con una circulación en forma de T. El Museo de la Ciudad premió su patio en 1986 y la conservación en 1990.

La Iglesia Ortodoxa Rusa abrió en 1901, frente al Parque Lezama, con el estilo moscovita del XVIII. Tiene cinco cúpulas azules, únicas, íconos, mayólicas decoradas a mano, y una representación de la Trinidad realizada con mosaicos de Venecia de San Petersburgo.

El Patio de la Procuraduría de las Misiones son dos pisos, hechos de ladrillo y revestidos con cal. El conjunto se construyó en 1730 y sobrevive casi completo. Funcionaron allí las oficinas de las Misiones Jesuíticas, que estaban al norte de la Manzana de las Luces (Perú y Alsina). Desde ahí administraban el comercio, albergaban indígenas y funcionaban una escuela y una farmacia. Fue sede de la Imprenta, de Niños Expósitos (1783) y de la UBA (1821), además.

Por último, nos queda la Iglesia dinamarquesa, háganme el favor de visitarla y mirar hacia arriba: los bordes, escalonados aluden a la escalera de los ángeles del sueño de Jacob, según la Biblia. Fue inaugurada en 1931. El ladrillo a la vista, la torre cuadrada y los detalles abstractos en blanco son marcas de la arquitectura nórdica. Adentro, cuelga una réplica del buque escuela de Copenhague: zarpó de acá en 1928, navegó 1.500 millas y se cruzó con un barco noruego. Fue la última vez que lo vieron. Hasta hoy.

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