Las dos voces. Por Julieta Calderone

Las dos voces. Por Julieta Calderone

Cuando desde lejos miro mis sembrados

los veo opacos aplastados

arrojados a la vibración del viento

endebles ante su ferocidad

percibo el olor rancio

y ya no el perfume intenso que expandían

cuando recorro los surcos piso temerosamente lento

la tierra rajada

resentida

me agacho para tocarlos

y la dureza de cada tallo cada hoja frena mis manos

contemplo el campo cubierto de clavos

desgarrando la tierra

amenazando a las aves que se acercan

antes 

veías el brillo de tus sembrados

sobre la superficie inmensa circulaban las aves y permanecían

cada tallo cada hoja se ondulaba elástica ante la vibración del viento

se expandía

el perfume intenso por los caminos

al pisar el suelo tus pies latían en la blanda frescura de la tierra viva

es por eso que hoy maldigo esta sequía

este sol exagerado

el viento ardiente

recuerdo

haber visto ahogados tus sembrados

haberte visto contemplar el charcal

un pozo enorme donde se hundían cada tallo cada hoja

al recorrer los surcos

tus pies ni siquiera podían pisar sin romper

el barro se plegaba en tus piernas

eras lento

temeroso al andar

maldecías la lluvia que hoy ansías

y rogabas por este sol exagerado

por el viento ardiente

pero hoy percibo la mudez del fin

lo perdido es maleza

la lluvia llegará

la siembra que deba vivir rejuvenecerá

esos son tus sembrados.

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