Juan Moreira. Por Gabriel Palleres

Juan Moreira. Por Gabriel Palleres

Esta película significa en sí misma una obra de una fuerte densidad poética y una revisión histórica de la figura de Juan Moreira, que se lee al calor de los convulsionados años 70 y, especialmente del compromiso político de su director, Leonardo Favio.

Entonces, ¿Quién fue Leonardo Fabio?

Fue actor, músico, militante político y, sobre todo, director de cine. Su vida fue digna del celuloide: de chico estuvo internado en varios reformatorios, intentó ser seminarista, ingresar en la marina, deambulo sin rumbo durante años; luego, su mamá le fue consiguiendo unos bolos como actor.

Gracias a estos pequeños papeles tomó contacto con el mundo del cine. Lo fascinó: se acercó al nuevo cine argentino, logró filmar un corto llamado “El amigo”, en el cual daba indicios de su genialidad como director. Continuó con sus pasiones de celuloide: dirigió “Crónicas de un niño solo” (1965), película autobiográfica: la cámara de Favio se posa en las penurias de un niño, hilvana las amarguras, nos muestra la niñez en los huecos donde no llega el sol.

Vuelve a dirigir: “El dependiente”, muestra su virtuosismo con los juegos de cámara: este ayudante de ferretería que tiene la pretensión de heredar el negocio y quedarse con la jovencísima Graciela Borges, nos regala las mejores tomas del nuevo cine argentino.

Después de esta película, su vida vuelve a dar un vuelco notable: cansado de la falta de apoyo hacia su cine, inicia su carrera como cantante romántico. Es horrible. Digámoslo claro: es como Palito Ortega, pero con más vocabulario. Era suficiente para hacer plata y volcarla al cine de autor. Así fue: filma Juan Moreira, está genial película estrenada en 1973 nos regala tomas increíbles, un lenguaje visual impactante y, fundamentalmente, una relectura de la historia oficial a través de Juan Moreira: en esta cinta no es un gaucho delincuente; todo lo contrario, se revela contra la injusticia del poder y su fiereza se justifica. Se alinea con las tropas de Alsina y luego lo contrario: es un mercenario al servicio del poder y también víctima de él. Muere abatido por el poder, pero luchando: la escena final de la película muestra a un quijote criollo haciéndose el camino a cuchillazos, hasta que una ballesta lo atraviesa y le pone punto final al mito. Se estrena en el contexto de la vuelta de Perón y pasa a ser una cita obligada de la militancia: caminando por la alfombra roja está Héctor Cámpora y tantísimos dirigentes justicialistas; fue un éxito de taquilla y se posicionó en el centro del debate histórico-político.

Favio lo hace de nuevo: húmeda todavía la repercusión de Juan Moreira, filma Nazareno Cruz y el lobo; su densidad poética se luce mejor que nunca, nos regala una interpretación de Alfredo Alcón de antología: es el diablo, viene a sentenciar a Nazareno; pero, su azufre le arde, le pesan los hombros: le pide ayuda al lobizón, le ruega que hable con el supremo y lo libere de esa cruz de plomo, de esa memoria lúgubre…la poética de Favio hace magia en este film.

Filma su última película antes del exilio: Soñar, Soñar, de 1976, con un Carlos Monzón, como siempre, carente de inspiración actoral. Es una película irregular. No es esta película la que lo obliga a exiliarse: es su ideología y compromiso político. Se tiene que ir para salvar su vida, como infinidad de personas frente a los nazis argentinos que arrebataron el poder en 1976

Recorre todo América con sus melosas canciones, vuelve a la Argentina con la democracia y deja en claro que nunca más va a volver a filmar. Se retracta: realiza la postergada película sobre Gatica, muestra el ascenso y la caída del peronismo a través de la tragedia del boxeador argentino. Es una película genial, tiene un final épico.

Vuelve a retractarse: realiza un documental definitivo sobre el peronismo: es largo, poético, contundente. Busca explicar al peronismo como lo entiende: narra desde la emoción, conjuga los datos con metáforas poéticas. Un novelón de cuatro horas.

Antes de morir hace Aniceto, una nueva versión de su clásica película:” Este es el romance del aniceto y la Francisca, de como quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más…”,

Realiza una versión más musical: Hernán Piquín despliega todo su virtuosismo, es también un homenaje al ballet. Al poco tiempo de esta película, muere.

Es homenajeado por su compromiso político, y está bien. Es homenajeado por su música y está bien. Todo está bien. Hay un solo homenaje al cual no puede faltar: al de la belleza, al de la densidad pura de la poesía.

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